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Otelo

Diana Miriam Alcántara Meléndez

La tragedia implica una desgracia, un fatídico desenlace de la obra que se desarrolla, conflictos irremediables que llevan a sus personajes a la fatalidad (emocional, sentimental o física). William Shakespeare enfoca sus tragedias al tomar la estructura narrativa a su favor, creando conflicto y tensión, pero en especial, abordando rasgos de personalidad que se consideran negativos y encaminándolos hacia un punto sin retorno.

Yago, personaje antagónico de la tragedia Otelo, es irónico, mordaz, manipulador e incierto; su odio hacia el principal es tan grande que su actuar sólo tiene por objetivo destruirle, su vehículo será la calumnia y su convincente discurso para hacer creer a otros que las difamaciones que propaga sigilosamente son ciertas.

La obra se centra en Otelo, un general del ejército de Venecia quien recién se ha casado con su enamorada, Desdémona. Una vez en Chipre, a donde viajan para establecer un puesto de defensa, y sabiendo de la obsesión de Rodrigo con Desdémona, Yago comienza a esparcir una serie de mentiras alrededor de la esposa de Otelo, haciéndole creer (y convenciéndolo) de una supuesta relación sentimental entre ésta y Casio, teniente del general.

Hay falsedad y traición, los celos de los involucrados ciegan su juicio, las mentiras se asumen y, en lugar de preguntar y esclarecer situaciones, se toman represalias. Yago es lo suficientemente hábil para plantar la duda, no importa si Otelo piensa o no posible que su esposa le engañe, en el momento en que el discurso de su amigo (que es como le considera el protagonista a Yago) planta la idea en su cabeza, la incertidumbre le nubla con desilusión y desesperación.

Dos aspectos son clave para el éxito de Yago. Plantar ideas, sembrar evidencia y generar dudas es una de ellas; él orquesta la situación, miente y manipula, dice a algunos lo que quieren oír y oculta a otros, cosas que deberían saber. El otro aspecto de su éxito es la forma decidida con que hace lo anterior. Yago tiene la habilidad de saber encontrar el punto débil de las personas, además de hablar y moverse en público con un estilo concluyente, sus palabras nunca dudan y sus objetivos no flaquean ante nada ni ante nadie.

“Yo no soy lo que soy”, dice Yago. Probablemente esa sea de las pocas veces que habla con la verdad. Oliver Parker, director de la versión cinematográfica de 1995, protagonizada por Laurence Fishburne, Kenneth Branagh e Irene Jacob (Otelo, Yago y Desdémona respectivamente), utiliza una técnica narrativa visual en la que el personaje habla directamente a la cámara, al espectador, para desdibujar la complejidad de este personaje. Sus intrigas son claras para el que mira, para el público, que conoce todos las redes que Yago ha entrelazado, creando así una complicidad entre el antagonista y el espectador. La relación parece dar pie a que éste confíe sus planes al público y cada que Yago mira directamente a la cámara, con su discurso, su pensamiento, sus monólogos y sus reflexiones, que son reflejo de sus planes, sus intenciones y su goce del éxito con que su plan se va desenvolviendo, es como si se burlara de todo y de todos (personajes y espectadores por igual).

¿Cuán falso es realmente Yago (y hasta qué punto)? El personaje ni siquiera es realmente transparente y no siempre es claro si con su mirada irónica y burlona se vanagloria de sus planes o si sólo actúa lo que se espera de él como personaje antagónico. ¿Qué lo motiva y qué lo mueve? ¿El odio, la ambición, la obsesión, un narcisismo excesivo? ¿Los rumores de que su esposa Emilia le fue infiel con Otelo? ¿Que Casio fuera promovido teniente en lugar de él? ¿Siente que no se le valora lo suficiente? Tal vez todo junto, tal vez sólo porque puede hacerlo o, quizá, por ser una forma de autorrealización.

La historia habla más de desamor que de amor, de desdicha y decadencia. El amor de Otelo por Desdémona es fuerte y real, pero las inseguridades de él no superan las mentiras de otros. Varias situaciones ponen al protagonista en un punto de incertidumbre, las dudas hacia sí mismo tienen diversa naturaleza, el racismo es una muy importante. Como moro, su raza y su posición social (como general militar), en una época esclavista, son excluyentes.

Diversos niveles de tragedia completan la obra, tanto la muerte de varios personajes, como el éxito de Yago para cambiar las bondades, el amor, la felicidad y la nobleza de un hombre, de convertirlas en algo poco importante ante otras cualidades menos admirables: los celos, la ira o el desprecio, por ejemplo; su triunfo consiste en corromper a un romántico y distinguido caballero hasta el punto de llevarlo a la debilidad de carácter para perder el control de sus actos. Finalmente, Otelo tiene mucho que perder mientras Yago no tiene nada.

Balanceando virtudes y vicios, Shakespeare dota de dimensiones a sus personajes, volviéndolos intrigantes, reales y complejos, en suma, humanos, ofreciendo con ello una serie de matices, atractivos en ámbitos de la actuación o de la puesta en escena, un legado importante por parte del dramaturgo inglés para la literatura, la narrativa y la dramática, muy bien recuperado por la versión cinematográfica de Oliver Parker.

Ficha técnica: Otelo

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