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Doce monos: Reflexiones

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Doce monos (EUA, 1995) parte de una idea principal: Qué pasaría si… Ante esta situación, manejada ya por otros cuantos idealistas más se encuentra esta película destinada a llenar de posibilidades la mente del espectador a través de su personaje principal, James Cole, un hombre que busca encontrar el dónde, cuándo y cómo del virus que provoca la casi extinción de la raza humana.

Una idea que bien puede ser motivo de debates  y reflexiones no sólo en la  ciencia y la educación, también en la literatura y el cine. ¿Cómo es que una idea como ésta es abordada por tantas personas y a través de tan diferentes visiones? La respuesta puede encontrarse en el pensamiento global que invade a la sociedad actual en cuanto a las relaciones sociales, el ambiente y la globalización, las nuevas enfermedades, las nuevas tecnologías, la conciencia ambiental y de la naturaleza, el conocimiento y el desconocimiento del entorno, o la realidad y la incertidumbre del ser como tal.

La destrucción causada por un virus letal que el hombre no podrá controlar, mismo que llevará al fin de la humanidad y llevará a los pocos sobrevivientes al borde de la locura en su busca por encontrar la cura, es, aparentemente, el eje central de la película pues cada personaje parece moverse alrededor de esta idea, pero siempre siguiendo su propia filosofía y poniendo en entredicho la ética personal. James Cole inicia su viaje descubriendo, junto con el espectador, la razón aparente de su misión que lo lleva a seguir los pasos de los supuestos responsables de la catástrofe: el ejército de los doce monos. Y así, con cada paso, con cada decisión, Cole evoluciona hasta descubrir la realidad (un escenario que debería preocupar a la sociedad en el presente), de que  la mano del hombre es la causante misma que lo ha llevado al borde de su extinción.

Pero como todo proceso de racionalización, autodescubrimiento y concientización, el viaje de Cole es el viaje de reflexión al que aspira la película para con el espectador. En un principio el protagonista se muestra como una persona envuelta en el sistema, se ve como una pieza más del todo sin relevancia ni importancia, alguien que debe obedecer sin preguntar; una extrapolación atinada de la situación actual del individuo en su participación dentro de la organización social y la estructura de la economía y del gobierno actual.  Sus descubrimientos y su convicción para cambiar el futuro le dan las armas para convencerse de su iniciativa, de las posibilidades y de la esperanza que se desata gracias a la independencia de sus decisiones.

Los científicos, por su parte, representan el poder jerárquico más alto de la sociedad, personajes que sólo buscan su beneficio en un sistema en que la supervivencia del más fuerte lanza al ciudadano promedio a coexistir en una estructura competitiva y diseñada por peldaños piramidales. En la película, el móvil de los personajes son completos opuestos, mientras Cole intenta salvar a la humanidad para crear un mundo más amigable, los científicos planean adueñarse de la superficie terrestre aún habitable, en donde sólo unos pocos elegidos se apegarán al nuevo modo de vida que se planea para el futuro.

Por su parte, el tiempo dentro de la historia se maneja de una manera no lineal a propósito, es decir, los viajes entre pasado, presente y futuro pretenden darle al público pistas que le permitan entender la relación de los personajes, así como el entendimiento del efecto en cadena, es decir, el efecto dominó que demuestra que cada persona no puede ser vista como un ente aislado.

Y, ¿por qué no pensar que cada viaje al pasado en un episodio en la mente de Cole? El mismo personaje se lo cuestiona, pero desecha la idea porque así lo decide: su vida es mejor en el pasado porque de cierta manera allí es más libre. Las personas creen lo que quieren creer y ven lo que quieren ver, lo que vuelve a la sociedad poco crítica y poco reflexiva.

Pareciera entonces que se trata de un propuesta llena de estereotipos y exageraciones del discurso; pero esto sucede porque el director, Terry Gilliam, no podría de otro forma representar y criticar al sistema mismo de la época sin plantear un panorama a futuro de lo que sucedería si se continúa siendo una sociedad llevada por la inercia, la comodidad y el conformismo. El manicomio que aparece en la película, por ejemplo, se encuentra repleto de una filosofía liberal y de un pensamiento crítico. Bastaría con preguntarse cuál personaje está más loco, ¿el hombre que desata el virus?, ¿los científicos que juegan con el tiempo?, o ¿los enfermos del manicomio que, conscientes de sus situación, nada deben y nada temen?

Entre ellos se encuentra Jeffrey, personaje excéntrico pero congruente con la sociedad que conoce y lo hace consciente de las reglas, con ideas revolucionarias y las ganas (aunque limitadas) de realizar un verdadero cambio. En algún momento Jeffrey menciona que la gente es producto del consumismo; algo que hace pensar sobre la fuerza, el valor y la individualidad de la personas, en especial si se analiza la gran influencia que los medios de comunicación o los líderes de opinión toman en las decisiones de cada persona. Jeffrey libera a los animales del zoológico, un analogía a la jaula social herméticamente cerrada y reforzada con la esperanza y la fe de que alguien la liberará de sus barrotes; cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

¿Por qué doce monos? ¿Cuál es la razón de un símbolo rojo en forma de círculo con el dibujo de 12  monos, cada uno siguiendo al otro? ¿Es que el director lleva al cuestionamiento sobre si es mejor ir contracorriente o apegarse al curso determinado y al molde determinado que se nos impone? Cada acción tiene una reacción, las decisiones de cada personaje logran que las piezas de la historia encajen la una con la otra, tal como la vida misma.

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