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Tributo a una ciudad

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Woody Allen se ha caracterizado por hacer uso activo de las locaciones de sus películas, de incluir la ciudad en la que filma dentro de la misma historia que se narra, para alimentar tanto  su desarrollo como en el de los personajes y situaciones que viven. No es sin embargo, el único director que ha visto el escenario como un elemento que se puede incluir en la película, que se festeje en cada cuadro, que aporte al ambiente y la atmósfera de la historia, en lugar de ser  simplemente un fondo visual que decore el caminar de los personajes.

En la historia del cine han existido diversos proyectos donde la ciudad misma se presenta casi como otro personaje más de la película. Nueva York, en especial, ha sido fuente de inspiración para guionistas, directores, actores y demás artistas, desde pintores y músicos hasta fotógrafos y bailarines. Esta ciudad es referencia necesaria para el universo artístico mundial y ha aportado su grano de arena en el mundo cinematográfico. Ya sea en el género de la acción, comedia o dramas, películas comerciales o independientes, Nueva York es el escenario perfecto para el desenvolvimiento de historias. Ya sean sus calles, sus barrios, sus edificios, su multiculturalidad, sus espacios, su gente, su música y hasta su gastronomía se han visto plasmados en películas que han dado la vuelta al mundo transportando su esencia, tanto bella y sofisticada como en Sex and the City (EUA, 2008), hasta la urbana y cotidiana como la explorada en Los Guerreros (EUA, 1979).

Pero Nueva York no ha sido la única ciudad inspiradora que se ha plasmado en la pantalla. El mismo Woody Allen ha filmado, con extrema belleza visual, ciudades como Londres, Barcelona y París en varias de sus otras películas.

En 2006 se desarrolló un proyecto cinematográfico que consta de diversos cortometrajes realizados por diferentes directores, cada uno con su equipo técnico y acompañados de un grupo de actores que contaran diferentes historias. Cada cortometraje individual se encuentra ligeramente ligado el uno con el otro, siendo el común denominador el escenario en el que se desenvuelve cada relato. La película se titula Paris, te amo (Francia-Liechtenstein-Suiza-Alemania, 2006), y fungió como un ensayo que permitiera a cada equipo experimentar en su rama.

Desde su inicio el grupo de productores esperaba que cada cortometraje reflejara una visión diferente de la ciudad y la única condición que se le dio a cada director fue la de desarrollar un guión cuyo espacio y escenario fuera la capital francesa. Dos años más tarde el proyecto se trasladó al escenario neoyorkino y se espera que se extienda en un futuro hacia otras importantes urbes internacionales.

Canadá por su parte hizo lo suyo con la película Toronto stories (Canadá, 2008). Siguiendo el mismo formato de segmentos y contando con variados equipos técnicos se realizó una película que promoviera el talento y potencial de esta ciudad, su gente y sus artistas, con un resultado interesante y atractivo pero alejado del éxito artístico y comercial.

En otro formato diferente se encuentra El albergue español (Francia-España, 2002) filmada en Barcelona. La película sigue la historia de estudiantes universitarios de culturas y países heterogéneos que llegan a una ciudad en la que se deben enfrentar a la adaptación del lenguaje, la cultura y el crecimiento personal; cuya segunda parte, Las muñecas rusas (Francia-Reino Unido, 2005), fuera filmada en dicho país.

Un equipo de producción, mucho antes de comenzar a filmar una película, se encarga de recorrer, conocer, seleccionar y elegir locaciones; más tarde el director, trabajando hombro con hombro con el director de cinematografía y el operador de cámara son los encargados de captar cada escenario que más tarde se verá reflejado en pantalla. Pero incluso entonces la realidad puede estar lejos o cerca de complacer a los habitantes de la misma manera que a los visitantes de una ciudad. Por ejemplo Vicky Cristina Barcelona (España-Estados Unidos, 2008) que muestra al público el lado turístico y alegre de esta ciudad, no refleja su ambiente cotidiano en el que viven los residentes de este lugar; o Paris (Francia, 2008), película que refleja las interacciones y el ambiente de los parisinos que viven en la ciudad en lugar del punto de vista de aquellos que llegan de paso o de visita a este punto turístico.

Si bien estos ejemplos dejan claro que muchas veces la ciudad en donde se filma una película puede dar un tono y belleza distintivos, únicos, a las historias, también es importante recordar que las imágenes que se presentan son una perspectiva más a la que se tiene acceso a través de la pantalla. El mayor aporte es el acceso que se da al espectador a los variados ambientes, rurales o urbanos, que existen alrededor del mundo, para festejar, de manera visual, cada uno de estos ambientes, dándoles tributo con su parte activa en cada relato fílmico.

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