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Secuelas interminables

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Algunas de las ideas en la industria del cine merecen una doble revisión, mientras otras carecen de sentido y fallan en ofrecer algo al espectador; en ocasiones nace una idea que en combinación perfecta con alguien que sepa explotarla, da paso a una franquicia. Pero a veces sus secuelas, tardías o tempranas, atinadas o fallidas, parecen interminables.

En ocasiones un concepto es tan vasto y tan rico que no es suficiente con explorarlo una sola vez; es posible que muchas ideas viajen alrededor de una misma premisa, y que ésta guste tanto, que el tema se aborde desde más de una perspectiva,  anunciando su regreso una y otra vez. Este es el camino que recorren diferentes películas, muchas de ellas del género de terror. Un mismo villano atormentando a diferentes grupos de personas como excusa perfecta para dar pie a más de una secuela. Ejemplo de ello es el concepto que se desarrolla en la  franquicia de “Destino final”, cuya trama esencial sigue a un grupo de sobrevivientes que han evitado a la muerte gracias a la visión del personaje principal, sólo para encontrarse con que al destino no se le puede engañar. Después de cinco películas en su filmografía la estructura básica sigue siempre la misma línea, con diferencia en las muchas formas de morir que se presentan en estas películas, la forma de deducir el patrón de las muerte y el desenlace que responda a la pregunta principal de cada película: ¿quién muere y quién sobrevive?

Ésta es sólo una de las muchas películas de terror que experimentan con su premisa en más de una ocasión; entre ellas también se encuentran “Pesadilla en la calle del infierno” o “Viernes trece”. Ambas forma parte de la lista de películas con más secuelas en la historia del cine, a las que se unen títulos como: “James Bond”, en espera de su entrega número 23; “Halloween” o “La Pantera Rosa”, ambas con más de diez películas; lo mismo que “Star Trek”;  “American Pie” que cuenta con siete secuelas; “Los niños del maíz”, la cual tiene más de ocho películas; e incluso “Harry Potter”, también con ocho películas.

En la mayoría de estos casos el concepto ha sido expandido. Por ejemplo la saga de Star Trek, que ha sido extendida al presentar diferentes tripulaciones en el espacio; cada tripulación ha sido protagonista de su respectiva serie de televisión y más de una grupo de tripulantes ha experimentado una adaptación al formato de largometraje. Algo parecido sucede con la franquicia de American Pie, en donde la idea continúa su desarrollo pero siguiendo a diferentes personajes y presentando variaciones en la ambientación de la historia.

De manera contraria, existen otras secuelas que continúan el curso lógico de la historia dejando pasar el tiempo y espacio real en la cronología; tal es el caso de” El Planeta de los Simios”, en donde cada secuela comienza a partir de lo concluido en la película anterior. Lo mismo se ha logrado con la saga de “Scream”, de la cual cada una de sus secuelas cuenta con los personajes principales de la película original.

Desde la reinvención del concepto hasta la secuencia lógica de la saga entran en juego, no siempre es posible extender y crear una nueva aventura para el héroe o la heroína de la historia. Algunas secuelas prefieren continuar la saga hacia los antecedentes de la historia; tal es el caso de la película “El Rey Escorpión”, con respecto a la trilogía de “La Momia”. Por otro lado, algunas otras secuelas continúan desafiando las probables vueltas de tuerca que sorprendan al espectador, la incursión de nuevos personajes, aliados y enemigos, el desarrollo de más y mayores retos para los personajes o la presentación de escenas y acción más espectacular, como lo ejemplifica la franquicia de “Rápido y Furioso”, producción que prepara su película número seis para el 2013.

 A partir de este punto los guionistas y productores, así como departamentos creativos y desarrolladores de proyectos deberían preguntarse en qué momento es necesario darle fin a un concepto; dejar de explotarlo para dar paso a nuevas ideas. Un punto en el que se debe preguntar si la frescura de la idea, así como la de los personajes sigue vigente, si el tiempo y contexto sigue siendo relevante y enriquecedor y, si  una nueva película, ya sea la segunda, tercera, cuarta, quinta o décima, seguirá atrayendo a los espectadores. ¿O no?

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