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Dos películas, un fin de semana

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Recuerdo la primera vez que me aventuré a ver dos películas seguidas en el cine. En aquel entonces era sólo una adolescente que quería ver El Diario de la Princesa (EUA, 2001) y Pearl Harbor (EUA, 2001) el mismo día, ahora es el intenso deseo de cubrir todas las películas en el cine que llaman mi atención. Entre las palomeras y mi espera por los buenos estrenos de febrero decidí cubrir dos películas este último fin de semana, sólo que esta vez en dos días diferentes para no sobrecargar mi mente y a mi pobre cuerpo de estar sentada por horas.

La primera fue El Turista (EUA-Francia, 2010), de la cual aún no puedo entender cómo una película, con la intención de sorprender al espectador, puede terminar tan mal. Alguien alguna vez me dijo que podemos darnos cuenta cuando una película es verdaderamente mala porque comenzamos a fijarnos en detalles como si la música está muy alta, que si la ropa le queda bien al actor, que si el florero tiene muchas flores, etc. Creo que la película no llevaba ni quince minutos cuando ya me decía: Vaya, Angelina Jolie se ve demasiado vieja para alguien que no tiene ni cuarenta años. Entonces me di cuenta que mi mente comenzaba a irse por la tangente, sacudí mi cabeza e intenté concentrarme de nuevo; sólo para llegar a una escena que fue interrumpida por la persona detrás de mí y su comentario: “Es él”. No me molestó que lo dijera en voz alta o hiciera notar la relevancia del personaje en esa escena, me molestó estar frente a una película tan mal elaborada que la misma audiencia, antes de la media hora, ya ha logrado deducir.

Existen muchas películas que entre tanta vuelta de tuerca y giro de la historia pierden su factor sorpresa. El Turista es una de ellas. La película continuó y quise interesarme en un relato sobre engaños y conspiraciones, sobre un hombre que se ve manipulado por los encantos de una bella estafadora, pero en mi opinión la película nunca levantó, al contrario, se volvió lenta y sin sentido, al punto que la revelación de los últimos minutos sólo llegó para que pensara: No puede ser, ahora resulta que sí. No puedo creer que para eso estuve aquí hora y media.

Con mayores esperanzas regresé al cine al siguiente día. Esta vez entre a ver Ágora (España, 2009), para mi deleite es tan buena que borró el mal sabor de boca del día anterior. Ágora es un relato sobre filosofía, pensamiento, poder, traición, amor y evolución. Ambientada en el Imperio Romano durante la destrucción de la Biblioteca de Alejandría y la expansión del Cristianismo, ésta es una película inteligente que no da nada por sentado y pone muchas preguntas y reflexiones frente a nosotros. La historia sigue a Hypatia, una filósofa que realmente existió y cuyas enseñanzas a los discípulos jóvenes tienen resonancia con el paso de los años cuando éstos se convierten en importantes jefes de gobierno y de la iglesia.

Noté que la película toma en cuenta diversos puntos de vista respecto a diferentes temas. Los que más llamaron mi atención fueron la religión y el fanatismo de algunos, ejemplificado en la forma de actuar de esos creyentes y su discurso hacia los esclavos para convertirlos a su fe; el poder y la intolerancia, reflejado con el jefe de gobierno y su relación con las demás autoridades, así como su manera de gobernar y poner orden entre diferentes grupos sociales; o el papel de la mujer y su derecho a pensar, estudiar y opinar, demostrado con Hypatia quien adecuadamente en un momento culminante de la película, al ser juzgada por ser pagana ella dice: Usted tiene una fe y cree en ella, pero yo debo cuestionarlo todo.

Dos películas cuya fortaleza o debilidad recae, una vez más, en el guión. Mientras el Turista intenta ser cómico, de acción y suspenso, su historia se perdió en el intento. Creo que la lección que debemos aprender es que, a veces, lo menos es más, la historia llevada hasta un giro sorprende y funciona, si no se es pretensioso. En el otro extremo está Ágora. Más allá de la dirección y las actuaciones, es una historia en dónde el dialogo y los pensamientos importan; las situaciones, el transcurso de la historia y los eventos afectan a los personajes de modo tal que no se quedan estancados, es decir, su proceso es lógico y relevante. Ahora me queda apurarme para estar al corriente, pues los próximos estrenos de febrero ya llegan gracias a las nominaciones a los premios Oscar que se dieron a conocer a principios de semana; y por ello, todos al cine.

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