Reportajes

Cultura light | Cuando la vida pierde peso

CRISTAL BARRIENTOS TORRES

EL SER HUMANO CADA VEZ SE PARECE MÁS A LOS PRODUCTOS REBAJADOS.

EL SIGLO DE TORREÓN

Prevalece en la actualidad la norma del menor esfuerzo posible.

TORREÓN, COAH.- Ahora, no sólo los productos son light, los seres humanos también exhiben esa etiqueta. Hacer todo sin el menor esfuerzo posible es una nueva forma de vivir.

Cigarros light, cerveza light, comida light, refrescos light, literatura light. ¿Se puede mantener una buena figura sin hacer ejercicio? ¿Es posible fumar hasta el cansancio y pensar que no es nocivo para la salud? ¿Cómo considerarse una persona culta sin haber leído a los grandes escritores? ¿Es posible que el ser humano viva sin más preocupación que satisfacer sus necesidades materiales?

La respuesta para algunos catedráticos debería ser no. Sin embargo, hacer las cosas sin el menor esfuerzo posible y tener todo al alcance de la mano, forma parte de la cultura light, en la cual, aseguran, todo está permitido, incluso bajar kilos y kilos sin realizar ningún esfuerzo físico.

Y no dudan al afirmar: “La vida del ser humano se parece cada vez más a los productos light”. Atrás quedaron valores como la solidaridad para dar cabida al egocentrismo y al egoísmo. Ahora las personas están más preocupadas por cuidar su cuerpo consumiendo artículos bajos en calorías o en nicotina, que por el deterioro del medio ambiente o el bienestar de su prójimo.

Sitúan el surgimiento de la cultura light en la década de los ochenta. En ella predomina la producción de diferentes artículos que son fabricados para que duren muy poco y puedan ser remplazados por modelos más avanzados.

Para Rosario Varela Zúñiga, investigadora y catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (U A de C), en la cultura light, las personas, además, están conformando una nueva manera de relacionarse. Un ejemplo: en la actualidad una pareja no se casa con la idea de que será un matrimonio para toda la vida, en consecuencia el divorcio forma parte del entorno social.

“Nos hemos ido adecuando a este sistema de relaciones cortas porque si pensamos en algo duradero, la sola idea nos vuelve vulnerables, el ser humano está conformando una nueva manera de relacionarse”.

Según la investigadora, dentro de la cultura light las empresas inducen prácticas y hábitos de consumo tratando de hacer la vida más fácil, pero, muchas veces, no se advierte el daño ocasionado al medio ambiente.

“No hay que olvidar que vivimos en un modo de producción que se basa en la regeneración de capital. El surgimiento de la cultura light se ubica después de la Segunda Guerra Mundial, donde es necesario que las empresas e industrias, regeneren su capital, comienzan a gestarse nuevas prácticas de consumo”.

Entonces se producen artículos bastante atractivos para los consumidores, quienes, a su vez, comienzan a disfrutar de la facilidad y la comodidad que les provoca comprar productos que satisfagan sus necesidades de manera inmediata.

Sin embargo, la investigadora considera que esas necesidades son creadas por las mismas empresas que ven en ciertos sectores de la población, la posibilidad de fabricar productos para satisfacerlas.

“Nos hemos habituado bastante a la comodidad, tiene que ver de alguna manera con lo que se le llama calidad de vida, suponemos que tener una mejor calidad de vida es tener dinero para comprar más cosas cuando tiene que ver con condiciones de salud, de bienestar, hemos llegado a confundir esto y nos rodeamos únicamente de cosas materiales”.

Entre otras cosas, señala, los productos light contienen mensajes contradictorios, es decir, se le dice al ser humano que puede disfrutar todo hasta el exceso porque están proporcionando los artículos adecuados.

“Es para seguir incentivando en la gente esta comodidad que muchas veces se convierte en una indisciplina y en una falta de esfuerzo propio, cuánta gente no recurre a muchos productos light para adelgazar rápido y sin que le cueste, sin la satisfacción de la disciplina que le da el tener una comida sana, hábitos sanos, hacer ejercicio, la idea es lograr todo eso a costa de lo que sea. Se convierten en un ser humano light porque ya no batallan para lograr las metas”.

Rosario Varela considera que es natural que el ser humano quiera sentirse seguro y cómodo, pero debe estar consciente hasta qué punto los recursos naturales soportarán el sistema de producción porque ante el surgimiento de artículos desechables se están conformando enormes basureros por las prácticas consumistas.

“El ser humano se parece cada vez más a los productos light. Es otra forma de vida que no necesariamente tiene que ser buena o mala, simplemente es otra forma de ver las cosas que tiene que ver con lo rápido que está pasando todo”.

La catedrática asegura que a los jóvenes de hoy les tocó vivir en un período muy difícil porque, por un lado, pareciera que no hay una salida a una situación económica de crisis mientras que en años como en 1968, los discursos políticos eran un escape al colapso financiero.

“En otras épocas había un discurso de izquierda que pegó bastante en la población joven, sin embargo, en la actualidad estamos viviendo un desencanto, un desencuentro con estos grandes discursos y de alguna manera nuestros jóvenes no tienen mucho a qué asirse”.

Además, en la actualidad, los jóvenes están preocupados por tener un modo de vida y un empleo que les permita estar dentro de los estándares normales, pues lo importante es contar con recursos para divertirse o para ser independientes, señala.

“Por un lado la vida te lleva a ser independiente pero por otro, el hecho de que no tengas un trabajo te obliga a que estés dependiendo de la familia, en la actualidad a los jóvenes les falta una brújula, una meta, un objetivo de más largo plazo, pero no es por ellos sino porque el mismo medio social así está manejándose”.

Incluso los jóvenes optan, dice, por estudiar una carrera corta que les permita vivir cómodamente e incorporarse de inmediato al mercado laboral, el cual es inseguro porque en la actualidad las contrataciones son por algunos meses.

“Termina la relación laboral y los jóvenes se quedan con la incertidumbre de ‘ahora a dónde voy’, van a tener que enfrentarse a otro empleo y tal vez van a tener que aprender otras cosas, así va a seguir, entonces nuestros jóvenes necesitan bastante compresión, apoyo, también necesitan que el Gobierno cree las condiciones a través de programas y trabajo para ellos”.

Reconoce que los jóvenes son egoístas, pero asegura que es consecuencia de las circunstancias sociales: “como que ahora la filosofía que priva es sálvese quien pueda, no hay esos grandes esfuerzos de organizar socialmente a la población para salir adelante con un proyecto común”.

Pareciera, dice, que Dios es el consumo y el dinero y mientras el ser humano no tenga esto se siente inseguro. Considera que esa sensación es normal porque el Gobierno no cuenta con programas sociales que permitan a la población sobrevivir en condiciones más o menos dignas.

“La gente tiene que buscarle por donde sea, es muy fácil en este ambiente de incertidumbre que la gente se olvide de valores como la solidaridad, la cooperación, prácticamente trata de satisfacer sus propios intereses y necesidades”.

En la actualidad, dice, hay elementos que prefiguran una sociedad menos angustiada por situaciones que antes preocupaban a los padres y abuelos, aunque no se debe descartar que se presenten otras circunstancias angustiantes.

“A mí me preocupa como socióloga que no estemos tomando medidas para las consecuencias que tiene esta sociedad de consumo, cada vez vamos a estar viviendo en una sociedad que aparentemente tiene respuesta para todo, pero que tarde que temprano vamos a ver que no es así, ahí es donde vamos a tener que hacer cambios fundamentales”.

Las ideas revolucionarias, atrás

En opinión del escritor y catedrático, Saúl Rosales Carrillo, la cultura light es una expresión de los afanes humanos de hacer las cosas con el menor esfuerzo posible. Es aquélla que se puede simbolizar como un libro de lectura fácil o una música en la que los mayores estímulos se quedan en la piel y nunca llegan al espíritu. Es alimentarse con cosas que supuestamente son naturales y benéficas para el organismo.

Pero sobre todo, agrega, se entiende como la tendencia al predominio de la Ley del menor esfuerzo. “Es una cosa muy curiosa porque no deja de significar una contradicción que, por otro lado, se divulgue la práctica de deportes extremos, de cosas riesgosas como esos brincos en Bongies que, sin embargo, ponen en el otro extremo de lo light”.

Para él, todo tiene de trasfondo dos ideologías, por un lado, la del menor esfuerzo, pero por otro, lo que enfoca el esfuerzo hacia lo individual, lo subjetivo y personal, con el fin de que la visión comunitaria y social se olviden, se anulen.

“Los jóvenes de mi generación tenían como meta, como visión, revolucionar la vida de los humanos para hacerla una vida verdaderamente digna, los esfuerzos de los jóvenes estaban dedicados a eso, con la imposición de la cultura light obviamente se encaminan los esfuerzos, cuando los hay, a lo personal como la práctica de los deportes extremos o bien abandonarse a la vida fácil, a pensar que se hace un gran esfuerzo leyendo un libro como el Código Da Vinci o de superación personal”.

Saúl Rosales asegura que la cultura light es algo a lo cual la humanidad debería tenerle miedo y valorar en qué medida está condicionando para ser un rebaño fácil, dúctil, manejable. Hay que temerle, insiste, porque la tendencia es hacer todo con el menor esfuerzo.

“Qué significa esto, es desacostumbrarse a batallar, a perder la costumbre de enfrentar los problemas, reblandecer la voluntad para dedicarse a cosas que cuesten trabajo, entonces en ese sentido lo light debe asustarnos porque nos está despojando del desarrollo de capacidades humanas que tenemos y que fueron las que hicieron que la humanidad llegara al grado en que se encuentra”.

El escritor asegura que en la actualidad hay personas obesas que ni siquiera quieren hacer el esfuerzo de enfrentarse al ejercicio, a pesar que el deporte les permitiría tener una figura digna.

Al ser cuestionado sobre los productos Light como los cigarros, cerveza o el refresco, señala: “por más ligero que sea el cigarro de todas maneras hace daño a la gente, es antinatural absorber humo por costumbre, cuando nosotros nacimos y vivimos una buena cantidad de años durante la infancia, no necesitamos aspirar humo para vivir, eso demuestra que no se necesita fumar para vivir”.

El consumo de productos light es consecuencia de la deformación de la concepción que se tiene del ser humano y que está siendo degradado por el tipo de vida que lleva, induce a aspiraciones absurdas y a un desarrollo antinatural.

Rosales Carrillo considera que la vida del ser humano se parece cada vez más a un producto light y en esa medida, debe tener cuidado porque está siendo manipulada para aceptar que tenemos que ser ligeros, pues además es una cultura en la que se han agudizado las contradicciones.

“Que toda la vida han existido las contradicciones para la vida y para el ser humano en general, sí, es verdad, eso es lo que ha hecho marchar a la vida: las contradicciones y sus soluciones, la dialéctica de la naturaleza, de la vida y de la historia, ha hecho que la humanidad avance”.

Y añade: “pero ahora las contradicciones las estamos padeciendo la totalidad de la gente gracias a una élite de personas que está diciendo lo que para el mundo es bueno y si le conviene, no lo que cada quien individualmente o en sus colectividades pequeñas encuentra como saludable, como propio, como humano o como digno, entonces todo esto nos hace pensar que el fenómeno de la cultura light es reprobable y hay que tenerle cuidado”.

En término de literatura, considera, un libro light es aquél que efectivamente se despreocupa de las cuestiones que antes eran fundamentales. Asegura que los textos estaban teñidos de filosofía porque el autor o el escritor, tenían como motivaciones para hacer su obra las preguntas esenciales para el ser humano: quién soy y para qué existo.

“Eso le hacía introducirse en mundos interiores de sus personajes que provocaba que las lecturas fueran densas, qué pasa ahora, que los escritores light despojan a la literatura de cualquier concepción filosófica, de cualquier preocupación por el ser humano y lo lanzan a aventuras sin sentido, absurdas pero aventuras, han acostumbrado a la gente a buscar aventuras”.

“La literatura light no es nada recomendable, creo que si ahora alguien que se considere que no ha escapado a la cultura light y que tratara de leer alguna obra de Jean Paul Sartre, la iba a encontrar intolerable porque hay una honda preocupación por el ser humano, entonces se encontraría con que son libros que se le presentan como difíciles porque le están reflejando las dificultades de la vida, las condiciones en las que un ser humano digno vive, es decir, condiciones que le implican el esfuerzo de plantear problemas y enfrentarlos, además de resolverlos, eso es lo opuesto a lo light”.

Saúl Rosales considera que el surgimiento de la cultura light es reciente, incluyendo el término. Aparece en la década de los ochentas como la respuesta que el sistema capitalista da a la inquietud que había en los jóvenes de transformar el mundo.

“Qué implica una idea como ésta -que los jóvenes quieran transformar el mundo-, un problema muy grande, que es lo opuesto, el despojarse de la responsabilidad social, eso es lo light”.

Pone de ejemplo las revoluciones del siglo XX como la rusa, la mexicana y la cubana, en las cuales los jóvenes empleaban su energía, inteligencia, capacidad humana, habilidades y dones, en el esfuerzo de transformar la vida.

“Cuál es la respuesta del mundo capitalista: ofrecerles lo light por un lado, de decir: ‘no te esfuerces, para qué’, por otro lado los deportes extremos: ‘quieres hacer esfuerzo, no, no trates de cambiar la vida, nada más trépate a esa montaña o déjate caer de un avión, pero no, no trates de cambiar la vida’, esta cultura es muy reciente”.

El mensaje de la cultura light es clara para el escritor: “lo encuentro como respuesta a que los jóvenes antes querían gastar su vida en transformarla, entonces les propusieron no, no gastes tu vida en transformarla, gástala divirtiéndote y viviendo una vida light, sin compromisos”.

En consecuencia, se han hecho a un lado y olvidado valores como la solidaridad. Considera que esto es una lástima y prevé un mundo en el que el propio hedonismo será degradado porque antes era una forma de pensar y de ver la vida.

El hedonismo, considera, era una respuesta a condiciones establecidas: “pero ese hedonismo cultivado de la manera absurda en que se hace, provocará la degradación del ser humano a tal extremo que ni siquiera va a disfrutar esta condición de vida entregada a los placeres porque, en cierto momento, el conquistar ese placer le va a costar un esfuerzo y el esfuerzo es lo opuesto a lo light”.

Lo dice el escritor Milán Kundera, en su libro La Insoportable Levedad del Ser: “¿Es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad? La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de la tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.

Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan ligeros como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?”.

Retos de la “postmodernidad”

Ángela Gómez Cantú, catedrática del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Laguna, señala que son muchos los factores que influyen para que los seres humanos tomen ciertas actitudes frente a la vida.

“Se habla de que la humanidad está perdida, sin embargo, en la actualidad se están estableciendo otros valores y rompiendo esquemas, el problema es que, para las nuevas generaciones, hay un precedente muy fuerte de un huracán de avances tecnológicos”.

El ser humano, dice, cada vez descubre más cosas de su mundo pero el problema es cómo manejar esos avances: “un joven tiene todo a su mano como la informática, pero habrá que ver hasta qué punto la usa como una herramienta o queda atrapado en su utilización, puede perder su capacidad de pensamiento crítico y quedarse trabado en un juego de computadora”.

Considera que la cultura light surge de la “postmodernidad”: “todavía después de la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes estaban comprometidos con una causa, pero a partir de la década de los ochentas pierden el interés en lo que pasa a su alrededor, se enajenan con la televisión, sólo reciben pero no dan, hay una flojera de pensar, sólo quieren pasarla bien y sentir el mayor placer posible”.

Ángela Gómez Cantú asegura que las nuevas generaciones buscan que la vida sea liviana, que no pese: “el hombre siempre ha pensado en sí mismo, se ha procurado para sí, pero el procurarse para sí debe convenir a la comunidad porque si se pierde de vista esta conveniencia tarde que temprano también se perderá el individuo”.

CARACTERÍSTICAS

Algunas características de la cultura light que definen los académicos son:

- El ser humano es individualista, consumista y tiene un gran vacío interior.

- Los ideales no son importantes para los jóvenes.

- Se desarrolla mucho el marketing para diseñar políticas de ventas muy bien cuidadas.

- Predomina la producción de artículos que son fabricados para que duren muy poco y sean remplaza-dos rápidamente por modelos más avanzados.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

Leer más de Reportajes

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Reportajes

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 99580

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx