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Jimulco: el trabajo colectivo de las mujeres

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Son las cuatro de la tarde y nos encontramos en un lomerío muy cerca del pie de monte del Picacho de Jimulco, el sol está más caliente que nunca (siempre nos parece lo mismo) y no ventea. La vegetación, compuesta principalmente de lechuguillas, pequeñas agrupaciones de magueyes y yucas dispersas entre las lomas, nos obligan a llevar la vista abajo, evitando lo más posible las afiladas y duras espinas de las correosas hojas de la lechuguilla. Con esta perspectiva sólo podemos ver el lugar donde daremos el siguiente paso y un piquete de una de las puntiagudas espinas te recuerda que no debes cambiarla. No obstante, cuando te encuentras en la parte alta de las lomas es inevitable parar y ver a tu alrededor, la vista desde ahí te compensa y lo que antes era un manojo de espinas ahora se extiende y se funde en un manto amarillo con pequeñas manchas oscuras que parece olear en aquellos extensos lomeríos.

Habíamos subido aproximadamente 200 metros y recorrido desde la carretera que une a Jimulco con Torreón, varios kilómetros. De allá arriba, podías ver algunos poblados y los vehículos diminutos circulando por el camino, este panorama me recordó lo que habíamos estado haciendo desde la mañana cuando llegamos al primer poblado de la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, a Juan Eugenio.

En este ejido nos explicaron los antecedentes y avances actuales del Centro de Acopio, un proyecto que inició con muchas carencias, pero que gracias al trabajo de las participantes y a la colaboración desinteresada de algunas asociaciones y personas en lo particular, pudieron movilizar el PET (botellas de plástico principalmente) que se recolectaba en el ejido. Actualmente, el proyecto cuenta con sus propios vehículos, con una empacadora y un molino de PET, el área de trabajo está techada y se construyó una sala de usos múltiples equipada con mesas, sillas y equipo de proyección y sonido. La recolección de PET se ha extendido a todas las comunidades que se encuentran sobre la carretera y su impacto más importante se observa en la desaparición de botellas de plástico que antes se veían en cualquier parte, asimismo, en un crecimiento de la cultura del cuidado al medio ambiente, ya que una proporción importante de la población se ha acostumbrado a separar la basura.

Luego visitamos la Casa Herbolaria, otro proyecto manejado por un grupo de mujeres de La Trinidad que muestra un avance muy importante en diferentes direcciones: por un lado, se han capacitado en diferentes áreas, lo que les ha permitido diversificarse en la elaboración de productos, de la producción de champú y acondicionador que fue con lo que iniciaron, ahora producen una gran cantidad de pomadas y geles para diferentes usos, todas elaboradas principalmente con plantas nativas de la Reserva Ecológica. Por otro lado, han mejorado notablemente su infraestructura, cada vez se observan más utensilios nuevos y cambios en el local; ahora se ha embellecido la entrada y fachada con un jardín desértico y con una descripción botánica de las especies que se usan en la elaboración de sus productos, la cual se encuentra montada sobre mostradores de madera distribuidos con muy buen gusto en toda la superficie del jardín.

Finalmente llegamos en nuestro recorrido al ejido Barrial de Guadalupe, en el cual se encuentra uno de los paisajes más bellos de la Comarca Lagunera: El Cañón de la Cabeza. Por este paraje pasa el cauce del Río Aguanaval y en la temporada que no lleva agua, después de la época de lluvias, surgen manantiales a todo lo largo del cauce, de manera que todo el año hay agua. Esta y muchas otras características hacen de este ejido uno de los más visitados por los turistas regionales y de otras partes del país. Aquí, otro grupo de mujeres se afana en atender a los visitantes con un proyecto de turismo de naturaleza que incluye información sobre los ecosistemas del lugar, recomendaciones para no correr riesgos y no dañar el medio ambiente, hospedaje, comedor y servicios sanitarios. Estas mismas mujeres son pequeñas agricultoras que ya esperan las primeras cosechas de su huerto protegido.

Tenía que recibir unos cuantos piquetes de lechuguilla en aquella loma, para darme cuenta que todos los proyectos sustentables que visitamos durante ese día, habían sido desarrollados por colectivos de mujeres.

La Fundación Jimulco a través de los jóvenes que administran la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, ha trabajado desde su origen con estos colectivos de mujeres. La gestión de este grupo técnico ha incluido: conseguir recursos, impulsar la sustentabilidad mediante educación ambiental, equidad de género, desarrollo de capacidades, manejo forestal sustentable y de agroecosistemas, entre muchos otros.

Los resultados están a la vista y no se han hecho solos.

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