La especialista consideró que los trastornos alimenticios, en su mayoría, tienen origen en el aspecto emocional y psicológico del individuo, a excepción de los que se detonan por problemas metabólicos o alteraciones tiroideas. (ARCHIVO)
La psiquiatra del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Liduvina González Herrera, afirmó que el tratamiento para bajar de peso debe ser multidisciplinario para que se tenga un óptimo resultado.
Añadió que se debe consultar no sólo al nutriólogo, sino también a endocrinólogos y profesionales de la salud mental, para una dieta en forma personalizada, por lo que también llamó a la población a no automedicarse, al pretender adelgazar de manera acelerada.
Indicó que algunos fármacos para el control de peso, cuya función es suprimir el apetito contienen estimulantes (anfetaminas y metanfetaminas) que pueden en un momento dado, según los antecedentes de la persona, la dosis y la frecuencia de consumo, ocasionar graves perjuicios a la salud mental, propiciando inestabilidad.
“Se les llaman incluso anorexigénicos estimulan el sistema nervioso y la producción de dopamina y noradrenalina, por eso las personas que los ingieren pasan de una depresión a estados maniacos que pueden desencadenar, incluso un brote psicótico o un trastorno de bipolaridad”, advirtió González Herrera.
Explicó que estas sustancias generan altas y bajas en el estado emocional del paciente, quien pasa de la euforia a la depresión, aunado a que presenta el llamado efecto “yo-yo” al bajar de peso y recuperarlo constantemente.
Dicho descontrol, apuntó la experta en salud mental, además de ocasionar daños orgánicos a nivel metabolismo o incluso afectando el páncreas, también afectan severamente la actividad cerebral y ocasionan un descontrol en los niveles de neurotransmisores, como la dopamina.
Las depresiones que pueden sobrevenir tras un estado placentero pueden llevar al paciente incluso a conductas de riesgo.
Subrayó que la medicación en pacientes con obesidad y sobrepeso, debe considerarse únicamente en personas con reales limitaciones para bajar de peso o que presenten cuadros de ansiedad o depresión.
En todo caso, el experto en salud mental puede prescribir medicamentos para reducir la ansiedad o depresión previamente diagnosticada en el paciente con obesidad, y únicamente en dosis bajas y por periodos cortos de tiempo.
Refirió que en el área de Psiquiatría de este nosocomio, muchos pacientes con obesidad mórbida y candidatos a cirugías bariátricas son atendidos, sobre todo, porque reducir de peso implica un cambio total de hábitos que puede contribuir a estados de ansiedad, aunado a que se encuentran bajo régimen alimenticio.
De acuerdo con González Herrera, el paciente con obesidad come en exceso básicamente por ansiedad, aunque después sufre depresiones al sentir rechazo, en principio hacia él mismo y por parte de los demás quienes lo estigmatizan por su peso corporal.
La especialista consideró que los trastornos alimenticios, en su mayoría, tienen origen en el aspecto emocional y psicológico del individuo, a excepción de los que se detonan por problemas metabólicos o alteraciones tiroideas.
“Ocurre que la persona se queda como en una etapa de inmadurez, en su infancia alguien lo llamó gordo o lo presionó a estar delgado y es su forma de reaccionar o bien, quiere sentirse importante aunque no querido, llama la atención de esta forma, además tiene que ver con el concepto de que los gorditos son los más felices”, dijo.
Mencionó que previo a que una persona con obesidad mórbida se califique como candidato a cirugía bariátrica, el psiquiatra debe descartar que padezca alteraciones como: psicosis, trastornos de personalidad y adicciones.
Resaltó que si no es atendido el aspecto mental y emocional del paciente, los esfuerzos para bajar de peso, incluyendo la propia intervención quirúrgica, podrían ser infructuosos, dado que su obesidad sería reincidente, refirió.
