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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

El área de Informática del ayuntamiento de Torreón se está convirtiendo en un tremendo escollo para la administración del jefazo Miguel Riquelme. Al trabajo de Luis Campos, encargado del departamento en cuestión, se le están sumando los puntos negativos con todo y la confianza que don Miguel depositó en él y las estrellas que le colocó cuando fue ungido para desempeñar la cibernética labor, luego de haber pasado por la dirección de Transporte. En primer lugar, hay que mencionar los problemas que sigue teniendo el famoso Monitor de Cabildo, herramienta a través de la cual los ciudadanos pueden conocer lo que hacen y dejan de hacer sus representantes populares municipales (así se llaman a sí mismos). Y es que, como se ha publicado en este diario, la información disponible en la página es incompleta o, en el mejor de los casos, está desfasada.

A lo anterior hay que sumar el craso error de dejar en el directorio de funcionarios del ayuntamiento 2014-2017 el nombre del hermano del alcalde, Iván Riquelme, como director del Bosque Urbano. Este hecho, reportado por nuestros subagentes, provocó un disgusto al munícipe Miguel Riquelme, quien tuvo que salir a jurar y perjurar que su familiar ya no estaba en la nómina porque había renunciado en enero y que si seguía apareciendo en la lista era por “error” ya que ésta no había sido actualizado desde el primer mes del año. No obstante, no deja de causar extrañeza que en el mentado directorio sí aparezca el nombre de José Elías Gánem, director de Prevención Social del Delito, quien recibió su beca, perdón cargo, a fines de febrero. Es decir, se actualizó el listado para incluir a don Pepe, pero no para eliminar a don Iván. Curioso. Para sumar una raya más al tigre, esta misma semana pudo constatarse que el el wifi o internet público de la Plaza Mayor no funciona, con todo y los anuncios que se encuentran ahí colocados. ¿Qué estará pasando en la oficina de Luis Campos? ¿Acaso estará distraído en otras “tareas” relacionadas con las campañas que se aproximan?

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Quien no logró contener su enojo ni por estar en plenos días de santidad es el cura José Rodríguez Tenorio, mejor conocido como “Pepe Grillo”, amo y señor del Santuario del Cristo de las Noas. Y es que, según el reporte de nuestros subagentes vestidos de centuriones, don José trató con muy poca delicadeza a los representantes de los medios de comunicación que cubrieron el tradicional Viacrucis viviente del cerro. El cura se molestó porque los reporteros obstruían la vista de su nuevo benefactor, el alcalde Miguel Riquelme, quien, como ya se sabe, ha cedido a las peticiones del rector del Santuario de apoquinar en la charola para mejorar el lugar y, junto con su patrón, Rubén Moreira, aventarse la promesa de que por fin habrá un bonito teleférico. El sacerdote propinó a los periodistas tremenda regañiza con palabras altisonantes incluidas -que aquí no reproducimos por respeto a usted, fiel lector, y a estos días santos- y hasta amenazó a uno de ellos con sacarlo del recinto si no se portaba bien, todo mientras el intérprete del Nazareno en la cruz decía: “perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”. Pero, por lo visto, quien sí sabe lo que hace es precisamente don José, que desde el anuncio -algunos dirán ocurrencia- del teleférico se dedica a cuidar su relación con los representantes del poder del César para que le cumplan su solicitud. Y para ello no tuvo empacho de decir públicamente que, a escasos 100 días de iniciada la administración municipal, Miguel Riquelme es el mejor alcalde que ha tenido esta ciudad. ¡Chanfle! Los paganos, que aún hay muchos, dicen que es en estos momentos cuando los representantes de Dios deberían mostrar un poco más de misericordia y compasión. En fin.

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Confusión y extrañeza ha provocado entre el respetable el anuncio que desde la capirucha del esmog se hizo esta semana sobre el arranque de la segunda fase del Plan Laguna. Para empezar, pocos sabían que dicho plan tendría una segunda etapa, ya que cuando se lanzó, allá por febrero de 2013, las autoridades de la República omitieron precisar que el operativo sería desarrollado en abonos. De lo que se tenía certeza entonces era que la nueva estrategia venía a sustituir a la anterior, llamada Laguna Segura, aplicada en el sexenio de Felipe Calderón y que, a la luz de la necia realidad, no funcionó como se esperaba. Pero lo que confunde más es que la segunda fase del operativo en cuestión incluye acciones relacionadas con la cohesión comunitaria y el desarrollo social y cultural de sectores que, con todo y disminución de matanzas y hechos delictivos de “alto impacto”, siguen siendo bastiones de los malos. Y confunde porque se supone que para esos menesteres se lanzó el año pasado el Programa Nacional de Prevención del Delito, el cual, según el sagrado discurso oficial, va a rescatar de las garras del hampa a las colonias que le sirven de leva forzada. Para tan loable labor se dispusieron varios millones de pesillos que hoy sirven a las autoridades estatales y locales para tapar los huecos de su presupuesto, como con el fondo metropolitano, y financiar proyectos como los tres parques que don Miguel quiere construir en Torreón este año. Por cierto, ya entrados en gastos, es fecha que no se ha informado qué fue lo que pasó con el dinerillo asignado para el programa el año pasado. Las malas lenguas ya comienzan a soltar su ponzoña en forma de pregunta: ¿será acaso que no les cuadran las cuentas?

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Un tema comienza a cobrar notoriedad en la provincia de la Nueva Extremadura que comanda Rubén Moreria, y es el de la explotación del gas de lutitas, también conocido por los anglicistas como gas shale. De todos es sabido que don Rubén, casi de la noche a la mañana, se convirtió en uno de los más activos promotores de la extracción del gas natural mencionado y que lo ha vendido como la gran oportunidad para detonar el crecimiento de toda la provincia, La Laguna incluida (¿por qué el escepticismo, incrédulo lector?). El asunto es que a nivel nacional hay un movimiento que crece cada día para alertar sobre los riesgos del método de explotación de facturación hidrúlica, o fracking, para los amantes del inglés. Y es que, según los ambientalistas que causan grandes cefaleas a don Rubén, ese método representa un peligro para el equilibrio ambiental coahuilense por el posible aumento de gases invernadero, la contaminación de mantos friáticos y la utilización excesiva de agua. Los riesgos ya fueron reconocidos por la propia secretaria de Medio Ambiente, Eglantina Canales, quien aseguró que se debe trabajar en la disminución de las afectaciones. Si embargo, hasta ahora no se ha explicado cómo se piensa hacer eso -pequeño detalle- y las dudas no hacen sino incrementarse. A la par, hay temas aún no explicados como la propiedad de los terrenos en donde se van a hacer las perforaciones y las posibles afectaciones a comunidades. Respecto a este último punto, esta semana se registró en la urbe de adobe un hecho que podría funcionar como presagio oracular de lo que viene. Habitantes del municipio de San Buenaventura se manifestaron en el Palacio Rosa para protestar por las exploraciones que realiza la empresa GPA Energy, contratista de la polémica Pemex, para la obtención de gas natural. Los quejosos dicen que los trabajos de la empresa atentan contras sus derechos de propiedad y su tranquilidad por lo que, con la pena, las máquinas se tienen que ir. No obstante, corren versiones que intentan vincular al grupo de inconformes con Arturo Lerma, quien hace dos años fue acusado de varias travesuras como tala clandestina y hasta robo, delitos por los que fue a dar a una fría celda. Más allá de este asunto, queda la duda sobre cómo va a hacer don Rubén para que su gran apuesta por el desarrollo económico no termine por dañar el ya de por sí deteriorado medio ambiente coahuilteca, y cómo va a empatar su proyecto con el respeto a los derechos humanos, tema del que le gusta mucho colgarse.

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El que ya no siente lo duro si no lo tupido es el alcalde de Saltillo, Isidro López. Y es que a los reclamos por la caída de los servicios públicos, el aumento de los robos y las acusaciones por presunto tráfico de influencias, ahora se suma una deuda que estaba oculta y que, al parecer, es herencia de Jericó Abramo Masso. Resulta que en los últimos días han aparecido varias constructoras, algunas de ellas de la vecina y orgullosa urbe regia, que juran y perjuran que el ayuntamiento les debe unos cuantos millones de pesillos por obras realizadas en los tiempos de don Jericó, quien ahora disfruta del Pacífico mexicano en su cargo de delegado tricolor en Nayarit. Lo más escabroso del asunto es que esos pasivos sorpresivos no están por ningún lado en la documentación que dejó la administración abramista, por lo que surgen las dudas: ¿acaso el exalcalde de la urbe de adobe escondió muy bien estos pecadillos para que no mancharan su gloriosa salida del ayuntamiento? O, ¿será que hay quienes quieren aprovecharse del desorden que priva en la gestión de don Chilo para sacar raja y, en una de esas, quien quite es chicle y pega? Lo cierto es que con tantas broncas resulta extraño y hasta sospechoso que los anayistas, que controlan desde hace años la estructura estatal del PAN, no entren al quite para apoyar a un gobierno impulsado por su propio partido. ¿A qué se debe tanta indiferencia?

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