Siglo Nuevo

El señor de la Casa Azul

Fotógrafo de la transformación histórica de México

Tepotzotlán, Estado de México,1912.

Tepotzotlán, Estado de México,1912.

Diana Leticia Nápoles

Guillermo Kahlo fue un artista de origen alemán, que llegó a México a los diecinueve años. De él se dice que su estilo fotográfico era austero y natural, al igual que sus relaciones familiares. Hablar del padre de la reconocida pintora mexicana Frida, remite a pasajes de la vida de ambos, donde se descubre la intimidad de trato que establecieron y procuraron desde sus primeros años.

Según comentarios de Frida, la madrastra de Guillermo Kahlo, Ludowika Karolina Rahm, no tenía una muy buena relación con él, por lo que durante su juventud consiguió el apoyo económico de su padre para embarcarse rumbo a México. Sin embargo, este viaje no fue una simple aventura, sino que fincó su destino y trayectoria.

Guillermo Kahlo, descendiente de húngaros judíos, cuyo nombre era Carl Wilhelm Kahlo antes de ser cambiado a su equivalente en español, fue el padre de la pintora Frida Kahlo.

El padre de Guillermo quería que su hijo estudiara en la Universidad de Erlangen-Núremberg, pero esto no fue posible debido a que sufrió un accidente que dañó su cerebro, dejándolo con secuelas epilépticas de por vida.

Una vez en México, Guillermo obtuvo su primer empleo trabajando en una tienda de mercancía de vidrio en la capital del país. También se dice que vendió libros durante algún tiempo y, finalmente, que colaboró en la joyería de un alemán de quien se hizo amigo mientras ambos cruzaban el océano Atlántico.

En 1984, Guillermo contrajo nupcias con la mexicana María Cardeña, con quien tuvo tres hijas, aunque la segunda de ellas murió a los pocos días de haber nacido, y su madre también falleció durante el tercer parto.

Sin demora, Guillermo pidió la mano de Matilde Calderón y González, quien sería la madre de Frida, y con quien tendría también otros cuatro hijos. Matilde nació en la Ciudad de México, y era hija de una mujer procedente de la familia de un general español y de un fotógrafo de origen indio de Morelia.

En 1901, Guillermo abrió su propio estudio fotográfico, muy cerca de la joyería en la que él y su actual esposa habían trabajado. Ese mismo año, puso un anuncio en el periódico donde ofrecía sus servicios realizando “toda clase de trabajos del ramo de fotografía. Especialidad: edificios, interiores de habitaciones, fábricas, maquinarias, etcétera, se reciben órdenes para fuera de la capital”, detallan documentos de la época.

PADRE DE UNA ARTISTA

En cuanto a la relación que Frida -que en 2014 cumple sesenta años de haber muerto- mantenía con sus padres, según el libro Kahlo, escrito por Andrea Kettenmann, a su madre la calificaba “de muy simpática, activa, inteligente, pero también de calculadora, cruel y fanáticamente religiosa”.

En cambio, al referirse a su padre, Frida lo describía como un hombre entrañable y cariñoso. En su diario escribió: “Mi niñez fue maravillosa, aunque mi padre estaba enfermo (sufría vértigos cada mes y medio), para mí constituía un ejemplo inmenso de ternura, trabajo (como fotógrafo y pintor) y, sobre todo, de comprensión para todos mis problemas”.

A los seis años, Frida contrajo poliomielitis, respecto de lo cual recuerda: “Pinté a mi padre Wilhelm Kahlo, de origen húngaro-alemán, artista fotógrafo de profesión, de carácter generoso, inteligente y fino, valiente porque padeció durante sesenta años epilepsia, pero jamás dejó de trabajar, y luchó contra Hitler, con adoración. Su hija Frida Kahlo”.

Debido a esta enfermedad, la pierna derecha de Frida adelgazó y su pie no creció con normalidad. Y era su padre quien más se preocupaba por animarla a hacer sus ejercicios de gimnasia terapéutica, para fortalecer los músculos debilitados.

La artista también cuenta que solía ir de excursión con él; decía que su padre era un entusiasta pintor aficionado que trazaba acuarelas durante los paseos que realizaban. Fue él quien le enseñó a usar la cámara, a revelar fotografías, a retocar, así como a colorear con acuarelas las imágenes.

En su libro, Andrea Kettenmann escribe: “El amor y admiración que sentía por Guillermo Kahlo, a quien calificaba de ‘muy interesante, de elegantes movimientos al andar’, de ‘tranquilo, trabajador, osado’, fueron expresados por la artista en el Retrato de mi padre pintado en 1951. Lo representó con su instrumento de trabajo, una enorme cámara de caja. En la zona inferior del cuadro pintó una banderola, como era uso en los retratos de la pintura mexicana del siglo XIX, con una dedicatoria”.

Por otro lado, según algunos testimonios, su madre le confesó a Frida que no amaba a Guillermo, pero que se había casado con él porque su origen alemán le recordaba a un novio que había tenido años atrás, el cual se había suicidado.

LA FOTOGRAFÍA COMO MODUS VIVENDI

El alemán se volvió conocido gracias a la documentación que realizó desde la construcción hasta la inauguración de obras como la Casa Boker y el Edificio de Correos.

Se dice que tanto Frida como su padre hicieron del arte una terapia para lidiar con sus males. La labor de Guillermo se centró en revalorar la arquitectura de la Colonia. En 1904, su dedicación y el trabajo que había realizado hicieron que obtuviera durante cuatro años una comisión para fotografiar y catalogar el período colonial de la arquitectura mexicana, convirtiéndose así en el primer fotógrafo oficial del patrimonio cultural mexicano.

Debido a la conmemoración del centenario de la Independencia, Guillermo realizó un encargo por orden del gobierno mexicano que consistía en fotografiar iglesias, monumentos y edificios históricos nacionales. Asimismo, registró los procesos de producción en la acería Fundidora de Monterrey, la Alameda Central y la Catedral Metropolitana.

De la misma manera, continuó trabajando en su estudio haciendo retratos. La colección fotográfica de Guillermo Kahlo, actualmente pertenece al acervo de Ricardo Benjamín Salinas Pliego/Fomento Cultural Grupo Salinas. Está conformada por 676 piezas originales, mismas que fueron adquiridas en 2003.

Todas las imágenes fueron realizadas por Guillermo Kahlo durante las primeras décadas del siglo XX, y componen el proyecto de registro urbano que emprendió Porfirio Díaz en aquellos años. Este material ilustraba volúmenes gráficos de gran formato para conmemorar el centenario de la Independencia.

El fotógrafo utilizaba una cámara de madera y placas de cristal que llevaba consigo mientras delimitaba los cuadros que su lente arrancaría al olvido. Gracias a este trabajo, Guillermo pudo comprar un espacio en Coyoacán, donde posteriormente construyó la Casa Azul, que actualmente hospeda el Museo Frida Kahlo.

En los años veinte, todas estas imágenes fueron reproducidas en fotograbado para ilustrar Iglesias de México del Dr. Atl.

FRIDA, LA PREDILECTA

En 1925, Frida y su pareja sentimental -aunque algunos piensan que se trataba de un amigo con quien compartía ideas políticas-, Alejandro Gómez Arias, abordaron un autobús en Coyoacán rumbo a su casa.

En el trayecto, el camión chocó con un tren de la línea Xochimilco. Algunas personas murieron y otras resultaron gravemente heridas, entre ellas Frida; incluso, los médicos que la atendieron dudaban que lograra seguir viviendo.

En su obra El accidente, la pintora dejó testimonio de esa experiencia que le cambió la vida. A causa de las heridas y fracturas que sufrió, tuvo que permanecer en cama durante tres meses. Para pasar este tiempo de convalecencia, comenzó a pintar.

“Mi padre tenía desde hacía muchos años una caja de colores al óleo, unos pinceles dentro de una copa vieja y una paleta en un rincón de su tallercito de fotografía. Le gustaba pintar y dibujar paisajes cerca del río en Coyoacán, y a veces copiaba cromos. Desde niña, como se dice comúnmente, yo le tenía echado el ojo a la caja de colores. No sabría explicar el porqué. Al estar tanto tiempo en cama, enferma, aproveché la ocasión y se la pedí a mi padre. Como un niño, a quien se le quita su juguete para dárselo a un hermano enfermo, me la ‘prestó’. Mi mamá mandó hacer con un carpintero un caballete..., si así se le puede llamar a un aparato especial que podía acoplarse a la cama donde yo estaba, porque el corsé de yeso no me dejaba sentar. Así comencé a pintar mi primer cuadro, el retrato de una amiga mía”, cita la autora del libro Frida, en palabras de la artista.

Así fue como dio inicio su carrera artística, sirviéndose ella misma de modelo y comenzando a crear sus primeros autorretratos. De esta manera, se puede constatar el nivel de influencia que Guillermo tuvo sobre su hija, pues de no haber sido por sus materiales y disposición, tal vez Frida no hubiera elegido la pintura y se habría empeñado en estudiar medicina, como ella planeaba.

SU VEJEZ Y LEGADO

Se dice que a la muerte de su mujer, Guillermo quedó desorientado y deprimido. Era un hombre solitario. Fue entre 1932 y 1933 que inició una nutrida correspondencia con Frida, quien por esos años estaba viviendo en Estados Unidos con Diego Rivera.

Cuando Guillermo murió el 4 de abril de 1941, a la edad de 69 años, víctima de un ataque cardíaco -aunque también se cree que murió de un ataque epiléptico-, Diego Rivera y Frida se fueron a vivir a la Casa Azul de Coyoacán.

Durante 2010, estuvo vigente una exposición fotográfica titulada Reporte Kahlo. Ciudad de México, cien años de patrimonio, la cual corrió a cargo del fotógrafo Rodrigo Vázquez, en el Museo de la Ciudad de México.

La muestra constaba de una serie de imágenes de monumentos, edificios y vistas urbanas, atrapadas por Guillermo Kahlo por encargo del gobierno de Porfirio Díaz. La novedad consistía en que cada una de las imágenes de Guillermo se hacía acompañar de una réplica realizada desde el mismo ángulo de la toma por el fotógrafo contemporáneo Rodrigo Vázquez, quien trató de conservar la misma iluminación empleada por Kahlo hace más de cien años.

Además, Reporte Kahlo hacía notar las transformaciones que había sufrido la arquitectura de la Ciudad de México después de un siglo, al tiempo que repetía las imágenes de los mismos templos, edificios y monumentos que Kahlo legó al archivo fotográfico de su época.

Twitter: @diananapoles

Construcción del Palacio Legislativo, 1912.
Construcción del Palacio Legislativo, 1912.
Frida pintando Retrato de mi padre, 1951. (foto: Giséle Freund)
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