Hallan cementerios acuáticos mayas

Decenas de esqueletos hallados en el cenote Las Calaveras, de Quintana Roo, revelan que estos sitios pudieron funcionar como cementerios acuáticos para los mayas de hace casi 2 mil años.

Hasta ahora se pensaba que los restos depositados bajo el agua pertenecían sólo a personas sacrificadas, pero las investigaciones que dirige la arqueóloga subacuática Carmen Rojas indican que los mayas, sobre todo los más antiguos, usaban los cenotes como recintos funerarios.

Las osamentas de los individuos -desarticuladas la mayoría aunque en su origen se arrojaron completas- no presentan huellas de violencia como la decapitación o la extracción del corazón, destaca la especialista.

"Las cavernas y los cenotes eran pasos simbólicos entre el mundo terrestre y el subterráneo, de ahí su relación con el territorio de los muertos, llamado Xibalbá: depositaban a los individuos para que iniciaron su recorrido hacia ese espacio sagrado".

Portales del inframundo, los cenotes eran también consideradas bóvedas fértiles -como el útero- contrasta la especialista del Centro INAH Quintana Roo.

"Eran considerados como lugares del nacimiento de la vida, punto de origen de algunos grupos o linajes y contenedores de agua virgen o suhuy ha'. Por todo ello han sido espacios adecuados para llevar cabo diversos ritos".

Las Calaveras es la segunda cueva sumergida, después del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, con más restos óseos: hasta ahora 122, de los cuales 23 permanecen en estudio en el laboratorio del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM para obtener más información sobre los individuos y sus hábitos.

Se reconocen como restos óseos mayas por los análisis de fechamiento, también por la deformación que presentan los cráneos, una costumbre de esta civilización, y por el tipo de cerámica que acompañaba los depósitos, detalla la investigadora.

No parece haber una predilección entre los individuos de Las Calaveras: se encuentran hombres y mujeres de todas las edades, como en cualquier cementerio. En cambio, aclara Rojas, los rituales del sacrificio son siempre más selectivos, por ejemplo adolescentes que se ofrendan a deidades, como ocurría en Tenochtitlan, Chichén Itzá u otras ciudades prehispánicas.

Las Calaveras, un cenote con forma de botellón que requiere descender más de 12 metros para llegar al agua, se ubica en un ejido donde los pobladores no permiten el buceo. La protección de los vestigios, por lo tanto, es mayor, considera la investigadora.