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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

La moda de las autodefensas ha llegado a Coahuila en el peor momento para el gobernador Rubén Moreira y su partido. Con el proceso electoral para renovar al Congreso local en puerta, el jefazo y sus huestes se han empeñado en defender el discurso de que la tranquilidad ya reina en esta zarandeada provincia y que, por mucho, las cosas ya no están tan mal como cuando él llegó al Palacio Rosa de la urbe de adobe.

Como para aguarle la fiesta a don Rubén, sobre todo ahora que se la ha vivido en Torreón para festejar el centenario de la toma de la ciudad por parte de Villa y su División del Norte en una especie de panem et circenses recargado, el líder de la Unión Nacional de Trabajadores Agrarios, José Luis López Cepeda, ha emprendido una campaña para esparcir la idea -“locochona”, diría el Gober- de que en el llamado estado fuerte de la República es necesaria la presencia de guardias comunitarios como los de Tierra Caliente en Michoacán. Y es que don José Luis dice que ya están hartos del abigeato (sí, sorprendido lector, en pleno siglo XXI aún existe) y que ante la falta de respuesta de las autoridades, los campesinos deben tomar las armas para defender su ganado de los salteadores de caminos, como en el Viejo Oeste. Pero nuestros subagentes disfrazados de toros sementales nos informan que hay algunos antecedentes, digamos, extraños respecto al dirigente campesino. Resulta que éste, además de liderar a la UNTA, es el jefazo del Partido Popular Campesino, creado a fines del año pasado para agregar un pulgada más -ya son 14- a la pantalla democrática coahuilense. Pues resulta que en enero pasado, don José Luis fue uno de los siete representantes de partidos comparsas invitados al Consejo Político Estatal del PRI, en donde se decidió que la elección de candidatos sería por consulta abierta, además de comenzar a realizar las gestiones para posibles alianzas o coaliciones. No obstante, en febrero, López Cepeda dijo que le gustaría que el exgobernador Humberto Moreira, alias el “Profe de la Deuda”, fuera suspirante del nuevo PPC a una diputación local, y no sólo eso, aseguró que sería un excelente candidato, lo cual dejó perplejos a más de uno. Aunque el gobernador ya advirtió que a los campesinos de la UNTA que si pretenden crear un grupo de autodefensa pueden pasar a habitar una fría celda, el líder campirano ha insistido en el tema, pero ahora, curiosamente, ha enfocado sus baterías contra el alcalde panista de Saltillo, Isidro López, cuya nave, dicho sea de paso, no deja de hacer agua con tantos problemas.

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Y ya que hablamos de asuntos electorales, nuestros subagentes disfrazados de matraqueros tricolores nos comentan que la preocupación en el PRI de Coahuila y el Gobierno estatal va en aumento. Tanto es así que el gobernador provincial ha mantenido como pocas veces una exposición mediática para anunciar cualquier cantidad de promesas y actividades. Que el Centenario de la Toma de Torreón, que si el teleférico, el subsidio a la tortilla, que si el centro de convenciones, que si Torreón es Grande, que ahora sí acaban el Hospital General, etc., lo cual está muy bien... mientras no empiecen las excusas por el incumplimiento luego de las elecciones. El asunto es que hay una corriente cada vez más fuerte dentro del tricolor que observa que las cosas se van a poner color de hormiga, por lo que no descartan la pérdida de varias hamacas, perdón, curules. Ante un posible aumento de la oposición en la mole neoclásica del Legislativo estatal, los actuales diputados tricolores han comenzado a tomar algunas precauciones en aras de evitar golpes desde un Congreso menos cómodo para el gobierno de don Rubén. Entre las medidas tomadas destaca la modificación de leyes para dar más autonomía a la Auditoría Superior del Estado y al Instituto Coahuilense de Acceso a la Información, de manera que el Legislativo tenga menos injerencia en ellos y se pueda ordenar desde ahí investigaciones o sanciones al gobierno. En ese mismo sentido, hay una reforma pendiente de publicarse sobre el aumento del piso de votación para aprobar leyes en materia de fiscalización y rendición de cuentas, la cual contempla que será necesaria la mayoría calificada del Congreso para proceder en contra de una autoridad que incurra en omisión o acción irregular. Dicen los que saben que esta medida es un retroceso democrático -si es que alguna vez ha habido avance-, y que va en la línea de preparar el camino para que una posible oposición mayor tenga complicaciones para avalar puntos que resulten incómodos a quien despacha en la silla del Palacio Rosa. ¿Será que los priistas empiezan a cubrirse las espaldas ante los posibles reveses de julio? Ya lo veremos.

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Tremendo jolgorio vivió la Perla de la Laguna esta semana por el Centenario de la Toma de Torreón, Batallas de La Laguna, o como quiera usted llamarle a ese episodio de la guerra civil mexicana. La ciudad se vistió de manteles largos para el jueves pasado ver desfilar a cuerpos militares y policiacos, escuchar la gran voz del tenor Fernando de la Mora acompañado de la no menos grande Camerata de Coahuila, y recibir ayer al H. Congreso de Coahuila, el cual sesionó solemnemente para dar al golpeado Torreón la categoría de “Histórico y Heroico” (aplausos). No obstante, el gozo y la algarabía no impidieron que estas actividades estuvieran llenas de embarazosos incidentes y otras cosillas dignas de cuchichear. Por ejemplo, fuerte molestia causó entre los militares el retraso de varios minutos del arranque del desfile. Las cosas se pusieron en tono encendido cuando daban las 10:30 de la mañana y no había ni señas del inicio, mientras los impasibles soldados esperaban una orden que no llegaba. En el templete había caras de preocupación de los técnicos que sudaban la gota gorda porque el sonido no funcionaba. Comentan nuestros subagentes vestidos de Adelitas que uno de los elementos de verde olivo se quejó amargamente de la falta de organización, y hasta llegó a espetar que los funcionarios “nunca” se tomaban en serio estos eventos. Después de varios arreglos nacionales, es decir, mexicanadas, se logró encender un micrófono adecuado y dio comienzo el desfile, claro, acompañado de una rechifla desesperada cortesía del respetable. Otro dato a comentar es la ausencia del gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, a quien, como se recordará, el gobernador Rubén Moreira dejó plantado el domingo pasado en la cabalgata “Encuentro por la Paz”. Algunos maldicientes aseguran que don Jorge le quiso pagar con la misma moneda a don Rubén, aunque el jerarca duranguense jura y perjura que no le invitaron y que ni enterado estaba. Vaya usted a saber la verdad de este espinoso tema que pone en duda la buena relación que siempre presumen ambos mandatarios.

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Pero también hubo tela de donde cortar con funcionarios municipales de la flamante heroica ciudad. Dicen nuestros subagentes que entre jocoso y vergonzoso resultó para el jefazo de Seguridad Pública, Adelaido Flores, la omisión en la supervisión de los trabajos de instalación del astabandera en la Plaza Cívica de Constitución y Múzquiz. Muy alegre ondeaba la enseña patria en la estructura de 12 metros de alto hasta que algo falló en los amarres y a menos de 15 minutos de que iniciara el acto oficial de imposición de nombre, se soltó y empezó a volar y a volar por el bulevar Constitución, ante la mirada estupefacta de decenas de automovilistas que pensaron que era la capa del Supermán mexicano o de plano un ovni. El mismo jueves, la Sesión Solemne de Cabildo en el aparador municipal -entiéndase Presidencia- dejó aflorar tiernos sentimientos de algunos regidores panistas que se olvidaron de las críticas a su archirrival el PRI y su gobierno y no pudieron mantenerse ajenos al canto de las sirenas. El gobernador Rubén Moreira mostró bastante empeño en “apapachar” a los ediles de “oposición” que se derretían por tomarse fotos con él como si del mismísimo Sumo Pontífice se tratara, y aprovecharon para expresarle su infinito agradecimiento por haber sido considerados para formar parte del comité del besamanos, perdón, de recepción del distinguido invitado.

Quienes parece que ya se olvidaron de las advertencias que hizo el alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, cuando asumió el cargo sobre las travesuras, son los elementos de la Policía de Torreón. Nuestros subagentes disfrazados de garroteros nos cuentan que los muchachos de Adelaido Flores andan de "visita" los fines de semana para, dicen, observar el correcto funcionamiento de los sanos centros de esparcimiento nocturno. El detalles es que a quien corresponde esa labor es a los inspectores municipales, quienes tiene la obligación de revisar que el cierre de los llamados antros se dé a la hora establecida. Por su parte, los inspectores del gobierno estatal tienen la encomienda de supervisar que los bares cuenten con su licencia en regla. De tal forma, la presencia de los policías municipales sale sobrando y no son pocos los que comienzan a hablar sobre las verdaderas intenciones de los mismos, amén que la sutileza en el trato no es lo suyo, tal y como un subagente lo constató con los elementos de la patrulla 35786. Además de las travesuras de estos agentes, a los que nadie se atreve a decirles algo porque se bajan de sus camionetas con tremendos fusiles, empiezan a correr las críticas y dudas del porqué no se mide con la misma vara a todos los antros, ya que hay algunos, como el ubicado en el Paseo de la Rosita y que lleva el nombre de paradisíaca isla española, que terminan sus nobles labores ya entrada la mañana, mientras que a otros se les exige tajantemente el cierre a las dos de la madrugada. Vamos a ver si el alcalde cumple su compromiso de sancionar a los traviesos.

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