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Octavio Paz en bicicleta

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

¡Sí! El gran Octavio Paz en bicicleta. Porque nada más cercano que recordarlo en bicicleta. Lejos del mito y la abrumadora celebración por el centenario de su natalicio, me quedo con dos imágenes del poeta y ensayista mexicano. La primera es una serie memorable de fotografías tomadas por Ricardo Salazar en 1958. Serio y a la vez sonriente, el poeta deambula por el parque Hundido en la ciudad de México. Al igual que en sus poemas, aparece un Paz entre los árboles. Recargado en un pino, mira sonriente algún lugar del parque. Atrás una bicicleta con velocidades compone la imagen de Salazar. En una segunda instantánea, aparece serio, después de contener cierto nerviosismo por la lente. Aunque existen bastantes fotografías de Paz, tampoco gustaba mucho de la autoimagen. Hoy las imágenes y las conmemoraciones saturan, pero al mismo tiempo, no recuerdo a un poeta tan celebrado en nuestro país como a Paz.

La otra imagen del escritor proviene de un encantador texto de Elena Poniatowska, que tuvo a bien compartirme hace tiempo, Francisco Valdés. Publicado en 1992 (también en las páginas de El Siglo de Torreón), la escritora tituló su editorial ¿Por qué no somos un pueblo bicicletero? Con un declarado elogio, nos dice Poniatowska: "Las bicicletas en sí son vehículos maravillosos, con su espejo retrovisor, sus frenos, su bomba de aire, los rayos de su rueda delantera". Más común no podía ser para Paz que ir en venir en bicicleta. ¿Se imaginan al poeta al manubrio?

Recupero las palabras de Elenita en un lugar donde todo se hace en dos ruedas: "En Davis, California, pasé cuatro meses llevando y trayendo a Octavio Paz en bicicleta, a Alfonso Reyes, a Carlos Pellicer, a Jorge Cuesta, a Lupe Marín, a Frida Kahlo. Iban y venían en la canasta delantera felices; les daba el aire y el sol y sus páginas eran la mejor colección de un colombófilo, los alimentaba en su piquito, crujientes palomitas, gorjeaban durante el trayecto, les di alas las veinticuatro horas. Los estudiantes interpelaban desde su propia bicicleta".

A lado de la seriedad que inspira la imagen de Paz, trato de imaginar al poeta en sus trayectos bicicleteros. Durante años, los libros de Octavio me han acompañado y no puedo más que rememorar una grata alegría, cuando en una navidad, mi padre me regaló la obra completa de Paz en la magnífica edición de Adolfo Castañón, publicada por el Fondo de Cultura Económica. ¡Sí! Catorce tomos para leer y releer como Gabriel Zaid en bicicleta. Octavio Paz poeta. Octavio Paz ensayista. Octavio Paz polemista. Octavio Paz crítico de arte.

Por aquí y por allá recolecté en sus obras algunos fragmentos que en otro momento subrayé para recordar. Ahora regreso a esas líneas:

"Nuestro irreflexivo culto al progreso y los avances mismos de nuestra lucha por dominar a la naturaleza se han convertido en una carrera suicida".

"Las minorías son rebeldes; las mayorías, revolucionarias". "El diálogo, que es la forma más alta de comunicación que conocemos, siempre es un afrontamiento de alteridades irreductibles".

"El mal no viene de fuera: viene de nosotros mismos". "Escribir, para mí, ha sido cultivar uno de mis placeres favoritos: la conversación. Cuando escribo converso conmigo mismo, esa persona que es mi diario interlocutor y un desconocido".

"Como toda creación humana, el poema es un producto histórico, hijo de un tiempo y un lugar; pero también es algo que trasciende lo histórico y se sitúa en un tiempo anterior a toda la historia, en el principio del principio".

"Los 'poetas malditos' no son una creación del romanticismo: son producto de una sociedad que expulsa aquello que no puede asimilar".

"La conciencia nace no con el descubrimiento del yo sino del otro y de los otros".

"El hombre es un animal político y un animal metafísico" .

"Toda escritura convoca a un lector".

"No hay despotismo más despiadado que el de los propietarios de la verdad".

"Si la historia es una pieza de teatro, hay que confesar que no tiene ni pies ni cabeza".

"Al leer interpretamos un texto, lo desciframos y, en una palabra, lo recreamos; la televisión ahorra el trabajo de la interpretación y suprime el placer de la reinvención".

"México es un pueblo que se ha distinguido, en su vida pública, por la pasividad oscilante entre el estoicismo y el nihilismo".

"El amor y la política son los dos extremos de las relaciones humanas: lo público y lo íntimo, la plaza y la alcoba, el grupo y la pareja".

"Y, ya lo sabemos, para volver hacia nosotros mismos es necesario salir y arriesgarse".

ÚLTIMA LLAMADA

Es sintomático de una ciudad como Torreón, que no se convocara al menos, una lectura pública para conmemorar al poeta. Ni siquiera un modesto homenaje. Ahí la dejamos.

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