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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

El secretario federal de Agricultura y primer tocayo de la nación, Enrique Martínez y Martínez, no quiso desaprovechar la oportunidad del magno encuentro ganadero que se llevó a cabo el jueves y el viernes en la industriosa Perla de la Laguna para mandar un mensaje a sus adversarios políticos, o sea, el clan Moreira que mantiene el control de la entidad desde hace casi una década. Y es que en el discurso de clausura habló de todo lo “bonito” que dejó a la provincia coahuilense cuando le tocó gobernarla e hizo hincapié en los dos asuntos que más le duelen al actual gobernador Rubén Moreira.

Primero, don Enrique mencionó que cuando él dejó la silla del Palacio Rosa de la urbe de adobe el estado era “uno de los más seguros del país”. Luego, para rematar, dijo que la “tierra donde abundan los árboles” carecía de deuda alguna. Es decir, las drogas, en ambos sentidos de la palabra, no existían en aquellos entonces en Coahuila. Luego de estos dardos envenenados, los cuales fueron arrojados en ausencia de don Rubén, quien no asistió a la clausura, el secretario Martínez puso cara de “yo no fui” y aseveró que él no estaba reclamando nada, nomás estaba recordando “lo mucho” que quiso y quiere a los coahuilenses (suspiros, por favor). Obviamente, don Enrique nada dijo del Distribuidor Vial Revolución, la obra que iba a durar 100 años y que no aguantó ni un lustro. Pero, sobre todo, se hizo el desentendido cuando se le preguntó sobre la denuncia que existe en su contra en Saltillo por un caso de presunto despojo de tierras. Aquí sí estuvo muy calladito.

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Y ya que hablamos del gobernador de Coahuila, éste ya puede agregar a sus motivos para presumir que en sus actos ya no sólo le aplauden y besan la mano los priistas, sino que también ahora lo hacen los panistas. Y es que nuestros subagentes se mostraron sorprendidos porque en la pasada entrega de patrullas encabezada por Rubén Moreira en la Plaza Mayor de Torreón, uno de los asistentes que más aplaudió fue el diputado albiazul, Fernando Gutiérrez, mejor conocido como “el Gutiz”. Sí, el mismo legislador que cuando está frente a las cámaras de televisión pone cara de luchador rudo para criticar la deuda de Coahuila, el retraso de obras, la parálisis legislativa, etc., pero que en los actos no tiene empacho en sacar la matraca para vitorear las acciones del gobernador. Incluso si no fuera por la camisa azul, el diputado hubiera pasado por priista al estar sentado en primera fila a la izquierda del procurador, Homero Ramos Gloria y a la derecha del secretario de Desarrollo Social, Rodrigo “Rigo” Fuentes. Algunos dirán que esa es la incongruencia que caracteriza a los políticos mexicanos, pero sin duda entre ellos mismos dirán que “es una prueba de la civilidad política”.

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Otro acto que pudieran hacer pasar como prueba de civilidad política, pero que en realidad tiene tintes más interesantes, es el de la asistencia de dos de los integrantes políticos del clan Herrera de Gómez Palacio al informe del gobernador Herrera de Durango. Nuestros subagentes de la capital de los alacranes -de dos y ocho patas- nos informan que entre los invitados especiales a la ceremonia de rendición de cuentas (así le llaman ellos) del martes pasado estuvieron nada más y nada menos que el empresario y exalcalde Carlos Herrera Araluce y la senadora Leticia Herrera Ale, quienes mostraron mucho ánimo en aplaudir los “logros” de Jorge Herrera Caldera. Como se recordará, hasta hace algunas semanas todavía la distancia entre ambos Herrera no se observaba tan corta como ahora. Hay que recordar el golpe que el gobernador le dio apenas el año pasado al notario y exalcalde Octaviano Rendón Arce, hombre cercano a don Carlos, cuando fue encarcelado por estar acusado de robo y despojo por una pugna por el control de la sede local de la Confederación Nacional Campesina. Pero eso parece haber quedado atrás, al igual que, como ya lo habían reportado nuestros subagentes, la confusión -¿involuntaria?- de los nombres que se dio en sendos actos oficiales cuando don Jorge llamó a la senadora Leticia “Ortega” en vez de Herrera y cuando la zarina de la Cultura gomezpalatina, Yeye Romo, confundió al gobernador con el diputado federal Jorge Herrera Delgado. Lo que ha cambiado el tablero del ajedrez político duranguense es la nueva rivalidad existente entre Herrera Caldera y su antiguo patrón, el senador Ismael Hernández Deras, quien, por cierto, desde el escándalo de su fiesta de jeque, anda muy calladito.

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Quien parece que está sudando la gota gorda literalmente es el tesorero municipal de Torreón, Enrique Mota Barragán. Cuentan que últimamente ha tenido que viajar frecuentemente a la capirucha del esmog, directamente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para atender decenas de demandas que le dejó como herencia su antecesor Pablo Chávez Rossique, quien, por cierto, hace unos días se estrenó como auténtico y mordaz tuitstar, o sea, estrella del twitter. Y es que el exfuncionario mejor vestido de la pasada administración dejó “muchas ollas en la lumbre’’ y algunos de sus contenidos ya se están quemando, como las demandas presentadas por ciudadanos correspondientes a reclamos de pago del Impuesto sobre Adquisición de Inmuebles. Incluso, dicen los enterados, supuestamente el extesorero y su jefe el exalcalde Eduardo Olmos dejaron por ahí algunos asuntillos relacionados con una inhabilitación por esta causa de no pagar a los ciudadanos que se ampararon contra el impuesto. Hasta ahora no se sabe cómo la actual administración municipal saldrá adelante con estos procesos.

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Ver para creer, dice el refrán. Los subagentes disfrazados de teléfono inteligente nos cuentan que la bancada de regidores del PRI en el Cabildo tiene ahora un nuevo integrante. Y si todavía no se ha cambiado de partido poco le falta pues sus hechos demuestran sus ganas de ponerse la camiseta tricolor. Se trata del regidor “pejista” Roberto Rodríguez Fernández, férreo promotor de las sesiones en lo oscurito de las comisiones del ayuntamiento. Pues resulta que con su cigarro electrónico en una mano y el Código Municipal en otro (cual si fuera estatua clásica), se ha convertido en el más fiel defensor del tesorero Enrique Mota Barragán y del mismo alcalde Miguel Riquelme a quien, dicen las malas lenguas, espera diariamente al pie de su elevador privado para rendirle pleitesía. Siempre vota los puntos que propone el PRI con un fervoroso levantamiento de dedo al más puro estilo de la política jurásica y luego de somníferas cátedras. Pero quienes merodean por los pasillos rumoran que gusta de cobrar caro su amor, como dice la canción. ¿Será?

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