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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Qué difícil resulta a veces para los simples mortales la lectura de los movimientos de las piezas en el tablero de ajedrez de las autoridades. Sin decir agua va, el procurador de Coahuila, Homero Ramos, visitó el jueves la calurosa y próximamente polvorienta Comarca Lagunera para darle las gracias a Fernando Olivas como delegado de la dependencia en esta región. Aunque don Homero no fue claro con los motivos oficiales de la salida de don Fernando, dejó entrever que gracias a su “buen trabajo”, era requerido para nuevas asignaciones en la industriosa urbe de adobe, capital de la provincia coahuilteca. Pero esto es una verdad a medias, ya que si bien será acomodado en otro escaque del tablero, las razones parecen ser otras.

Nuestros subagentes disfrazados de persianas nos informan que el delegado Olivas había comenzado a tener graves diferencias con el jefazo de la Policía Municipal de Torreón, el teniente Adelaido Flores, debido a la afición de éste por extralimitarse de sus funciones y detener a vendedores de droga, cuando esto es competencia de la Procuraduría de la República. En varias reuniones salió a relucir esta diferencia, sobre todo porque las acciones de los muchachos de don Adelaido no fueron respaldadas por la delegación, lo cual llevó a generar la opinión de que la Policía Investigadora del Estado adscrita a La Laguna nomás se estaba haciendo pato. En este sentido, parece lógico -para ellos- que estos motivos no se den a conocer para no contradecir el virtual ascenso de Olivas. Pero lo que resulta por demás extraño es el nombramiento del sucesor, un personaje conocido en el oscuro mundo de las corporaciones de seguridad y justicia. Se trata de Gerardo Márquez, hombre cercano al grupo de Carlos Centeno, exdelegado de la extinta Fiscalía de Justicia, que durante la administración municipal de Eduardo Olmos se desempeñó como presidente del Tribunal de Justicia y al final como secretario del Ayuntamiento. La labor de don Gerardo ha sido exhibida por el propio alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, quien ha criticado el desorden y descontrol existentes en el Tribunal, a los que el flamante delegado de la Procuraduría contribuyó durante los poco más de tres años que estuvo al frente, y por los que ahora recibe su premio. ¡Qué tal! Curiosas maneras tienen las autoridades de escoger sus piezas. Pero más allá de la extrañeza, los maldicientes apenas se dieron cuenta del cambio y comenzaron a hacer una cartita a San Nicolás de Bari con una lista de pendientes y cuestionamientos que Gerardo Márquez tendrá que resolver y aclarar: ¿Y el helicóptero de 27 millones de pesos, apá? ¿Y la nueva morgue de Torreón que no ha sido habilitada? ¿Y las cifras reales de homicidios que se debe reportar al Sistema Nacional de Seguridad Pública? ¿Y la disminución en el rezago de las averiguaciones previas? Entre otras cosillas.

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Ha quedado de manifiesto en numerosas ocasiones que la comunicación no es el fuerte de los gobiernos de estas golpeadas tierras. El manejo de la información relacionada con el supuesto hallazgo de 500 restos humanos en el norte de la entidad, que luego el gobernador Rubén Moreira dijo que eran 300, ha dejado más dudas que certezas. El asunto es que luego del riegue de Juan José Yáñez, subprocurador especial para la búsqueda de desaparecidos, ya nadie en la Procuraduría quiere hablar del tema, como tampoco del aumento en los asaltos bancarios en la urbe de adobe y la Perla de La Laguna en el arranque de 2014, y de otros temillas relacionados con la inseguridad que, a decir de las autoridades, ya casi ni existe. Cualquier pretexto es bueno para los funcionarios estatales y sus voceros para negar entrevistas o evadir declaraciones sobre temas incómodos, lo cual, en vez de sumar a la certidumbre que don Rubén pretende, al menos en el discurso, construir, resta. En el caso del ayuntamiento de Torreón ocurre un simbólico caso de concentración de las funciones comunicativas en torno a la figura del alcalde Miguel Riquelme, quien lo mismo da anuncios y promesas de toda índole que establece reyertas con organismos de la sociedad civil que le resultan incómodos. Don Miguel ya se peleó con algunos integrantes de Participación Ciudadana 29, a quienes acusó de querer “sangrar” al sistema de aguas con un contrato de auditoría; con Laguna Yo Te Quiero, asociación a la cual le aplicó el clásico madruguete en el proyecto de reforestación, y más recientemente con el Consejo Cívico de las Instituciones Laguna, cuyo informe sobre delitos de alto impacto que coloca a la región en el cuarto lugar nacional de violencia, fue descalificado por el alcalde con el contundente argumento de... “nada qué ver”. Aunque no es novedad esta reacción del alcalde Riquelme, lo que genera intriga es por qué ha decidido asumir él este nivel de enfrentamiento, cuando cualquier novato en mercadotecnia política y relaciones públicas sabe que una estrategia así genera un desgaste que termina por agotar el poco o mucho capital político con el que cuenta. En fin, veamos hasta cuándo le dura a don Miguel la cuerda y si le alcanza para mostrar la misma indignación con el gobierno de Coahuila por sus múltiples retrasos en la entrega de obras, como la del nuevo Hospital General de Torreón, que luego de más de cuatro años de construcción, se encuentra arrumbado.

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Como en los más emocionantes juegos de campeonato de ajedrez, la defensa Petrov sigue rindiendo frutos en el juicio que promovió y ganó el excontralor del sistema de aguas de Torreón contra la empresa desvalijada, perdón, descentralizada. Y es que, como es de todos sabido, Petar Entchev Petrov, quien trabajó para el Simas en los tiempos del panista José Ángel Pérez, no sólo ha logrado esquivar a la justicia para evitar ser llamado a cuentas por las serias irregularidades que la Auditoría Superior del Estado encontró en la revisión realizada en 2010, sino que también ha logrado exprimir hasta la última gota la demanda laboral que presentó por despido injustificado, no sin contar con el favor, voluntario o involuntario, de los encargados de llevar la defensa legal del caso por parte del sistema. Cuentan nuestros subagentes vestidos de mensajeros que aunque ya existe un laudo a favor de don Petar, el juicio aún no termina, puesto que no le han pagado la indemnización. Pero “el Ruso” Petrov sabe que la paciencia recompensa y lo sabe bien ya que una demanda que en 2010 le hubiera costado 60 mil pesos resolver al Simas, después de cuatro años la suma alcanza los cinco millones de pesillos. La demora en el pago de esta cantidad ha generado un ingreso acumulado por compensación de salarios caídos a razón de dos mil pesos por día, desde diciembre de 2012. Así que, más tarde que temprano, la sangrada empresa de aguas terminará por pagar más de un millón de pesillos extra al excontralor, quien seguramente ha de estar ya saboreando todo ese dinero. Mientras tanto, no se ve para cuándo el Simas eleve su nivel de eficiencia.

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Y ya que hablamos de dinero, nuestros subagentes disfrazados de limpiadores de vidrios del horno más grande de la ciudad, es decir, el Palacio Municipal, nos hacen llegar la especie de algo sumamente extraño que está ocurriendo en ese lugar. Resulta que los empleados de confianza del ayuntamiento han comenzado a entender lo que sintieron los maestros cuando vieron sus recibos con deducciones mayores a las acostumbradas por el concepto del Impuesto Sobre la Renta. Pero en el caso de los trabajadores municipales no se trata de una deducción de ese tipo, sino de un descuento del tres por ciento por una “cuota voluntaria” para colaborar a la causa del, adivina usted bien, Partido Revolucionario Institucional. El asunto es que dicha cuota tiene de voluntaria lo que nuestra democracia tiene de congruente. Para empezar, reportan nuestros infiltrados, ni siquiera les avisaron a los empleados que existía la mentada cuota y, por lo tanto, ignoraban la manera en la que se las iban a cobrar. Cuando se percataron de la deducción, acudieron al departamento de Recursos Humanos para preguntar si podían cancelar ese cobro y les dijeron, de manera muy amable, que claro que sí, cómo no, pero que tenían que hacer una carta en donde digan que no quieren pagar la cuota y que solicitan la devolución del dinero ya cobrado. Pero, de la misma forma amable, les advirtieron que no se asombraran cuando, a la hora del pago de sus aguinaldos, les llegara menos dinero de lo previsto. Así que a los empleados no les queda de otra que apoquinar para comprar el alimento del dinosaurio que ya se prepara para la próxima contienda electoral.

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A propósito de contiendas, grillas y reyertas, quienes siguen agarrados de la greña (es un decir) son los jefazos del PRI de Torreón, Francisco Dávila, y del PRI de Coahuila, David Aguillón. Las malas y venenosas lenguas dicen que estos personajes no se quieren nadita de nada y los piques entre ellos comienzan a generar inquietud entre algunos cuadros tricolores que creen que, dadas las circunstancias complicadas de cara a las elecciones para renovar el Congreso local, en vez de peleas lo que se requiere es unidad. Dicen que don Paco está enojado con don David porque su esposa, Cristina Gómez, síndica de mayoría del ayuntamiento de Torreón, no pudo saltar como chapulín, como ya hicieron otros regidores, en pos de una hamaca en el palacio legislativo y que, en cambio, la esposa del exalcalde de Torreón, Eduardo Olmos, Claudia Morales, sí fue llamada para tal encomienda. Las rabietas y amenazas de don Paco han provocado en la estructura estatal del partido una reacción que, dicen los que saben, tiene como objetivo quitarlo de la dirigencia municipal. Y como uno de los argumentos es que es un líder tricolor “espurio”, ya que, como usted sabe enterado lector, Dávila actualmente ocupa una hamaca en el Congreso local con el membrete del Partido Primero Coahuila y no del PRI. Este argumento no deja de causar gracia ya que fue la propia dirigencia estatal del partido de los dinos la que diseñó la estrategia de alianzas y candidaturas comunes en la pasada elección legislativa para lograr la sobrerrepresentación del tricolor en el poder legislativo local. Pero no crea usted que verá a ambos personajes discutir frente a frente y en público como hacen los panistas, ya que si algo hay que reconocer al priismo es su disciplina, aunque por dentro se arrojen pestes de todo tipo y se piquen los ojos, por lo que no sería extraño verlos tomarse la foto juntos pese a las rencillas. No obstante, de no resolverse este conflicto, podría generar fisuras en la ya de por sí desgastada maquinaria electoral de Torreón, a la cual el gobierno de Miguel Riquelme quiere engrasar a punta de tortibonos.

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