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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Enorme desconcierto han causado las recientes declaraciones del jefazo de Torreón, Miguel Riquelme, sobre la situación en la que ha encontrado a la ciudad, o lo que queda de ella. Esta semana, don Miguel dijo que la realidad del municipio “es más grave de lo que imaginaba”. ¡Chanfle! ¡Recórcholis! ¡Cáspita! Los ciudadanos incrédulos no tardaron en levantar la voz para preguntar: “¿y el diagnóstico, apá?” Ése que decía tener el jefazo desde antes de sentarse en la silla. “¿Y los recorridos de campaña, apá?” Esos que decía don Miguel que hizo exhaustivamente y que le habían permitido conocer de primera mano las penurias del sufrido pueblo torreonense.Pero también se han dejado escuchar cuestionamientos respecto al papel de otros personajes de la flamante administración.

Viene de la uno...

Uno de ellos es Miguel Mery, primer cobrador -perdón, regidor-, quien no sólo anduvo en campaña con su patrón, sino que fue secretario del Ayuntamiento y, por lo tanto, debería estar muy enterado de todo lo que dejaron de hacer o hicieron mal los funcionarios de la pasada administración. A lo mejor él también va a decir: “hicimos la chamba peor de lo que imaginaba”. El “gran descubrimiento” de don Miguel esta semana quizá sea la mejor explicación del porqué decidió reciclar a tanto funcionario del gobierno de Eduardo Olmos: no estaba enterado de lo que hicieron.

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Y ya que hablamos del jefazo Riquelme, se dice de él que no ha podido olvidarse de sus orígenes. Pues resulta que nuestros subagentes disfrazados de picos y palas le detectaron ya algunas mañas político-electorales con eso de las pavimentaciones que, detrás del objetivo retórico de mejorar la vida de los ciudadanos, traen un mensaje con miras a las próximas elecciones. Uno de los sectores en donde más asfalto se aplanará es en Nueva California y San Felipe, populosas colonias del distrito IX, en donde el PAN tiene el mayor número de suspirantes a esa hamaca del Congreso. Por lo visto, a don Miguel no se le olvida su pasado de operador político y sus acciones de gobierno traen una jiribilla electoral. “La cabra siempre tira al monte”, dice el refrán.

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En el sistema de aguas de Torreón, muchos andan con cara de pasmo. Primero a todos los empleados de confianza les aplicaron un bajón de sueldo. Luego, sin decir “agua va”, el gerente general, Xavier Herrera, nombró como “coordinador” de la Gerencia General -una especie de adjunto o agregado- a Néstor Pérez Velásquez. Y ¿quién es este tal Néstor?, se preguntará usted. Nuestros subagentes nos informan que este desconocido personaje fue nada más y nada menos que la mano derecha de Mario Cepeda Villarreal cuando fue contralor del Simas. Don Néstor estaba encargado de ver, supervisar y distribuir (así le dicen) los trabajos que se hacían en la empresa en cuanto a pavimentos. O sea que él decidía, entre otras cosillas, a quién rentarle la maquinaria y a quién cobrarle comisiones, entre otras travesurillas. Extrañamente, el flamante “coordinador” es ahora de las confianzas del gerente y prácticamente su asesor. ¿Será que la mano de don Mario se resiste a soltar la caja chica del ayuntamiento?

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Dicen por ahí que “para tener la lengua larga hay que tener la cola corta”. Y este refrán le queda como anillo al dedo al jefazo de Seguridad Pública de Coahuila, Ricardo Aguirre Cuéllar, quien hace unos días aseguró que el recién nombrado director de Tránsito de Torreón, Guillermo Flores Sánchez, no podía asumir el cargo porque había reprobado los exámenes de control y confianza, dicen que por falta de “aptitudes” físicas. Resulta que don Ricardo está enfrascado en una batalla con el Instituto Federal de Acceso a la Información por -¡oh, sorpresa!- los resultados de sus propios exámenes de control y confianza. El Instituto ordenó a la Procuraduría de la República que proporcionara la información sobre si el funcionario estatal pasó o no dichas pruebas, pero don Ricardo promovió un amparo para evitar que se hiciera público si es apto o no para ocupar su puesto. Ya el IFAI le dijo a la Procuraduría que, con la pena, pero deben darse a conocer esos datos. Los malpensados ya se cuestionan ¿por qué estarán tan guardaditos esos expedientes secretos “X” en un cajón? ¿Qué oculta celosamente el funcionario? ¿Qué tan larga será la cola del jefazo Aguirre?

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Cuentan que en el PRI coahuilense están harto preocupados ya que este año es electoral y hay mucho descontento por el incremento de impuestos. Nuestros subagentes disfrazados de acarreadores nos informan que esta fue la razón por la que se decidió que la elección de suspirantes a hamacas en el Congreso local fuera por el método de consulta abierta, con el fin de medir cómo andan los bonos del partido tricolor entre los no militantes. Otra estrategia motivada por el alicaído ánimo priista es la de hacer alianzas políticas con seis de los 14 partidos del extenso espectro “democrático” coahuilense (no se ría, eso de democrático en realidad se la creen). Respecto a los precandidatos se dice que la mayoría serán secretarios, por aquello de la proyección que tienen, aunque sea mala, ¿qué más da en estos momentos? Es el caso de José María Fraustro, que ya dejó la Secretaría de Educación para ir en pos de su hamaca. En su lugar se quedará Jesús Ochoa, quien estaba enredado -perdón, encargado- de las finanzas estatales, las cuales ahora serán responsabilidad de Ismael Ramos, aquel de quien dijo alguna vez el autoexiliado Humberto Moreira que debió ser el encargado del tenebroso SATEC, en lugar de Javier Villarreal, alias “El Invisible”, quien sigue gozándola como prófugo de la justicia. También comienza a barajarse ya la salida de Francisco Saracho, secretario de Infraestructura, para apuntarse en la lista de suspirantes. Respecto a su sucesor, la especie que empieza a cobrar fuerza en la consentida urbe de adobe es que, aunque usted no lo crea, será Eduardo Olmos, exjefazo de Torreón, quien ya fue secretario de Obras Públicas y de Desarrollo Regional con Moreira I. ¿Será este el hueso con el que premie Moreira II a don Lalo por su cuestionable gestión como alcalde?

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A propósito del enojo por los impuestos, los maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación andan que echan chispas por el aumento al ISR que entró en vigor este año. Los profes de la sección 5 de la capital de la provincia coahuilense se reunieron en días pasados con sus líderes, quienes trataban de controlarlos y explicarles que el aumento no era en realidad un aumento, sino un proceso de alquimia fiscal. Pero los profes no se tragaron el cuento y dijeron, encanijados, que “se habían equivocado al votar por Peña Nieto”. ¡Sopas! Luego, integrantes de las tres secciones de Coahuila se reunieron con el jefazo de jefes, Rubén Moreira, para hablar sobre el tema, pero los maestros salieron peor de enojados, porque el patrón usó la máxima del expreciso Vicente Fox: “¿y yo por qué?”, al comentarles que es una ley federal en la cual nada puede hacer. Los maestros comenzaron a renegar y a decir que en campaña siempre les prometen todo el apoyo, pero a la hora de la hora los dejan la buena de Dios.

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