Pasión por la danza clásica

Hay vocaciones que se descubren a edades tempranas. Edgar Madrid es un bailarín lagunero de danza clásica, que inició sus primeras clases a los catorce años en la Casa de la Cultura de Lerdo. "Entré porque mis primas estaban en el taller de danza folclórica. Me gustaba verlas bailar en la plaza, en el parque, y entonces decidí inscribirme en el grupo de danza moderna, aunque aquello era más relajo que otra cosa".

El ahora licenciado en danza clásica, explica que estuvo bailando ahí cerca de un año, después de lo cual una maestra lo llevó a la Academia de Danza Fernando Valdez, donde ella tomaba clases. "El director de la escuela, que es Javo Banda, decidió invitarme a tomar clases en esta escuela".

Edgar comenta que en ese momento él todavía no contaba con una disciplina formal. Recuerda que el primer día llegó a la clase con gorra y lentes. Entonces, mientras se acomodaba en la barra, el director se le acercó y le dijo: "¿Quieres aprender a bailar?, entonces tienes que aprender a ser disciplinado, te me quitas esa gorra y esos lentes". El bailarín dice que tenía quince años cuando eso ocurrió. "Ese fue mi primer día y mi primer regaño".

SUS PRIMERAS CLASES DE BALLET

Al principio, la disciplina que eligió fue el jazz. Después, su maestro le explicó que tenía que comenzar a tomar también clases de ballet para perfeccionar su técnica. "Confieso que yo no quería usar mallitas, y entré a clases de ballet más a fuerza que de ganas. Mi primera maestra fue Claudia Castillo, y los sábados tomaba clase con Fabiola Valdez".

Durante 2003, Edgar tuvo la oportunidad de tomar un curso de la Escuela Rusa de Ballet Clásico en Monterrey, donde conoció a una gran cantidad de maestros y alumnos que hacían ballet. "Ese fue mi primer acercamiento con profesores profesionales de danza".

El bailarín narra que el domingo fue su última clase del taller, que era impartida por una metodóloga cubana, Mariana Martínez. "Terminando la clase me preguntó qué estudiaba. Le dije que era de Torreón y me preguntó si me gustaría estudiar danza clásica. Como ya llevaba un año practicando esta disciplina, le dije que sí".

En ese momento, a Edgar le pareció que había sido un simple comentario, pero se sorprendió mucho cuando Mariana le dijo que lo esperaba al día siguiente en la Escuela Superior de Música y Danza, donde tendría una entrevista con el coordinador del área de danza, para realizar una clase prueba a ver si se quedaba.

"En ese momento se me bajó la presión de la emoción yo creo, y empecé a buscar la forma de quedarme en Monterrey una noche más, porque ya no traía un quinto partido por la mitad. Sin embargo, al final, una amiga me consiguió una noche en casa de sus tíos y pude quedarme".

Al día siguiente, cuando Edgar entró a la escuela, dice que sintió como si ingresara a otro mundo. "Entré a un edifico viejo, grande, en estado de remodelación. Al fondo, se escuchaba música de piano, era una atmósfera distinta; pasillos largos, violines, salones enormes con chicas en tutú y hombres en mallas".

El bailarín realizó la clase prueba y al terminar le notificaron que sí se quedaba, pero que lo necesitaban inmediatamente, porque la temporada de "El Cascanueces" del Ballet de Monterrey iniciaría el próximo mes y él se integraría al cuerpo de baile de la compañía.

Sin embargo, Edgar no podía quedarse todavía, ya que en diciembre tendría una presentación en el festival anual del maestro Javo, y él bailaría en Torreón. "Entonces, me dijeron que me esperaban en enero. Y así fue como entré a la escuela".

SU INGRESO A LA ESMDM Después, Edgar regresó a Torreón, "no me había caído el veinte hasta un día antes de regresar a Monterrey". La escuela tiene un plan especial para varones de cuatro años. Por su parte, Edgar estudió durante seis años, debido a que tuvo que darse de baja por un tiempo. "Regresé por cuestiones familiares y fue cuando empecé a dar mis primeras clases de ballet aquí".

Al mismo tiempo que enseñaba danza clásica, siguió entrenándose con una maestra rusa que vino a impartir un curso en la región. "Me metí unas friegas muy buenas, ellos están acostumbrados a otra disciplina, a hacer todo perfecto. Digamos que ella me enseñó mucho en cuanto a disciplina, aunque también en técnica".

El bailarín recuerda que, en la Escuela de Monterrey, él manejaba una técnica cubana, y al conocer la técnica rusa, aprendió una nueva metodología y terminología. "Ella fue muy dura conmigo, ha sido una de las pocas maestras que me han hecho llorar".

Después de este breve período, Edgar regresó a la escuela en Monterrey, pero tuvo que volver a empezar desde primer año, porque el plan de estudios acababa de cambiar. "Cuando yo entré la primera vez, era ejecutante en danza clásica, y cuando regresé en 2007, cambió a licenciatura en danza clásica. El INBA metió otro plan y tuve que volver a empezar".

El artista explica que lejos de afectarlo, le ayudó muchísimo, porque el ballet es una disciplina que no perdona, "siempre tienes que estar en constante entrenamiento".

SU ESTANCIA EN CUBA

En 2009, participó en el Festival de Danza Córdoba en Veracruz, donde presentaron una coreografía con el tema del día de la Independencia, creada por la maestra Rosario Murillo.

"Fue una mezcla de norteño con 'dance' y hip hop, era una coreografía que hacía referencia a la mexicanidad". Con ella, ganaron el pase a la Ciudad de Nueva York, para participar en el Youth America Grand Prix, uno de los concursos de ballet más importantes en el mundo. "Nos fue muy bien, sacamos segundo lugar, en una competencia de más de cien coreografías. Nos ganaron los franceses".

En octubre de 2010, la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey y Conarte, le otorgaron una beca para ir a estudiar a Cuba. "Allá conocí a muchísimos bailarines cubanos, incluso tuve la oportunidad de ser ensayado por el maestro Fernando Alonso, que murió en 2013".

El artista dice que sus padres siempre lo han apoyado en todo lo que ha emprendido. Cuando decidió dejar la universidad -porque estaba estudiando diseño gráfico en UANE- surgió una discusión en su casa, porque tendría que dejar la carrera para ser bailarín.

"Mi papá me dijo: 'Si te quieres ir, vete, yo te apoyo, te pago la estancia y la escuela, pero eso sí, no me vas a dejar dos carreras, entonces, si decides volver a estudiar otra cosa, te la vas a pagar tú'. Ése fue mi ultimátum".

DANZA EN LA REGIóN

Según la experiencia de Edgar, "falta un poco más de garra, de querer hacer más. Hay mucho talento, pero se necesita que las escuelas regionales también monten un repertorio clásico", dice.