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Pasará su primera Navidad en libertad

Feliz. Deyadira llama hija a su hermana Frida. Desde que estaba en prisión iba por ella todos los fines de semana para llevarla a pasear.

Feliz. Deyadira llama hija a su hermana Frida. Desde que estaba en prisión iba por ella todos los fines de semana para llevarla a pasear.

AGENCIAS

Frida nació en prisión y ésta será su primera Navidad fuera del Reclusorio Femenil de Santa Martha Acatitla. Por su edad ya no puede permanecer con su madre en las instalaciones de este penal, donde María Victoria, de 46 años, cumple una sentencia de 20 años. Ambas dormían juntas en zonas destinadas para madres e hijas, en los dormitorios B, H y G de la zona 1.

La separación entre madre e hija ocurrió el 27 de agosto pasado, día en que Frida cumplió seis años de edad.

Fue en 2012 cuando el entonces presidente Felipe Calderón expidió el decreto que avala el derecho de las madres reclusas a mantener a sus hijos en condiciones de dignidad y seguridad hasta los seis años de edad.

Aquellos menores que no cuenten con un hogar podrán ser canalizados a casas de asistencia social o a fundaciones, y serán llevados periódicamente al reclusorio para que convivan con sus madres.

En agosto pasado, entre globos, piñatas y un gran pastel, María Victoria intentó estar fuerte para el momento de la separación. "Despertar sin ella va a ser muy difícil; Frida me daba fortaleza y era un aliciente muy grande para mí en este lugar. Vivía por ella, organizaba mi día en su función e intentaba ser la mejor portera del equipo de futbol por ella", dice su madre mientras reparte los recuerdos que hizo para conmemorar el cumpleaños de su séptima hija. "Que no se crea que por estar aquí no soy un buen ejemplo para ella", dice.

Al salir del penal, Frida lleva puesto un vestido rosa; "es de princesa", comenta. Corona en la cabeza, en sus hombros una mochila con sus útiles y dos bolsas, una con su ropa y otra con los regalos que acaba de recibir. Va de la mano de Deyadira, a quien también le dice mamá.

"Por fortuna, los niños pequeños no incorporan la sensación de encierro como los adultos, y es importante que salgan a tiempo del penal, es decir, a temprana edad, para que no se ubiquen como los castigados, ni se adapten a los códigos carcelarios", refiere Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim).

Deyadira, de 31 años, esposa de Iván y una de las hijas de María Victoria, es quien comenzó a hacerse cargo de su hermana menor desde que cumplió cuatro años. "Iba por ella cada fin de semana al reclusorio y salíamos con mi esposo y con mis tres hijos; la llevábamos a casa para que fuera acostumbrándose a nuestro hogar". Hoy, Deyadira es la tutora legal de Frida y le dice hija.

Frida tiene tres "hermanos", que en realidad son sus sobrinos: Dafne, de 13 años; Jazmín, de 10, e Iván, de ocho. A todos les dice hermanos.

Hoy duerme en el cuarto de Dafne y Jazmín, y acuden a la misma escuela. "Extraña a su mamá, pero en sus momentos de llanto y ciertos berrinches, que aún son frecuentes, jamás ha dicho que quiere regresar a vivir al penal", comenta Deyadira.

 UN AMBIENTE NUEVO

Para el Día de Reyes, Frida pidió ropa y, junto, acude a un centro comercial. La pequeña se acerca y corre hacia los aparadores para ver todo lo que le gusta al pasar. Todo le asombra, se quiere trepar a cuanto juego encuentra. Pasa un tren, lo señala, quiere una paleta de fresa, pregunta por todo, descubriendo un mundo que le fue ajeno por varios años.

Frida se acerca al Santaclós del centro comercial, le toca las barbas blancas y le pregunta:

-¿De dónde traes los regalos para todos?

-De mi gran fábrica de juguetes del Polo Norte -le responde.

-Mhhh. A ver... ¿qué te pedí, Santa? -lo cuestiona inquieta.

"La adaptación no ha sido fácil, al principio todo lo medía con dinero. Reclamaba que no le diéramos suficiente para ir a la tienda o a la escuela, y solía mentir. Pero mi esposo y yo nos hemos asesorado con el sicólogo de la escuela para que su adaptación a nuestra familia, y viceversa, sea mejor", comenta Deyadira, a quien le han recomendado manejarse en la escuela y ante la sociedad como la mamá de Frida, sin dar mayores explicaciones.

Hoy, Frida continúa con sus estudios. Asistió al Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) en Santa Martha Acatitla desde los 40 días de nacida, que es el centro educativo para los hijos lactantes, maternales y preescolares que están en prisión; opera con dinero de fundaciones y con recursos del gobierno capitalino.

Son 108 los infantes que viven en Santa Martha Acatitla con sus madres, 90 de ellos asisten al Cendi, de 9:00 a 14:00 horas. Por las tardes, madres e hijos no tienen una zona confinada para ellos, sino que los niños conviven con toda la población interna del penal.

Jessica Mayde Salazar, directora del centro penitenciario, comenta que desde recién nacidos a los niños se les estimula en cuestiones sicomotrices, y más adelante en lectoescritura, manejo de valores y de límites. "El Cendi cuenta con una sicóloga que va preparando a la mamá y al hijo para el día en que tengan que separarse", explica.

 EXPERTOS PIDEN MEJORES CONDICIONES

Para Elena Azaola Garrido, especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) de México, el decreto emitido por el expresidente Felipe Calderón fue desafortunado, toda vez que "los penales para mujeres no cuentan con instalaciones adecuadas para el sano desarrollo de los infantes, que quedan expuestos a cualquier amotinamiento, pleito, violación o abuso que puede poner en riesgo la vida de sus hijos.

"Junto a este decreto debieron especificarse las condiciones para que los niños permanecieran con sus madres, entre ellas que contaran con instalaciones adecuadas y presupuestos que garantizaran el cumplimiento de sus derechos a la salud, a la alimentación y educación, y no es así", dice.

Expone que "el contacto con la madre deberá siempre auspiciarse bajo cualquier circunstancia, pero lo ideal sería que los niños habitaran en instalaciones anexas a los penales, en una especie de internado o de guardería, de manera que tuvieran contacto con sus madres cierto tiempo, pero también pudieran estar en contacto con la comunidad y no estuvieran plenamente en el encierro, como hoy ocurre".

En España han construido pequeñas casas donde las mujeres que están cumpliendo una sentencia habitan con sus hijos, e inclusive los pueden llevar a la escuela.

En México, los penales de Guadalajara, Sonora y Monterrey presentan graves problemas de hacinamiento, mala alimentación e insalubridad, que no garantizan los derechos fundamentales de los niños, ni están en condiciones para albergarlos", comenta la experta.

David Ordaz Hernández, criminólogo e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), refiere que toda mujer tiene el derecho de educar a su hijo bajo toda circunstancia, pero coincide con Azaola Garrido en que los menores deben pasar un mayor tiempo fuera de las instalaciones, pues estando "internos" pierden muchas capacidades y su socialización se ve reducida por el encierro.

No obstante, reconocer que "vivir únicamente en prisión durante la primera etapa de la infancia es, en muchas ocasiones, la única solución para los hijos de las internas, pues las mujeres en prisión muchas veces no cuentan con el apoyo de la familia y difícilmente los padres se hacen cargo de sus hijos", concluye.

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