EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Verdades y Rumores

El Agente 007

La supercomputadora Pony, a la que no asustan las tabletas, laptops ni los celulares inteligentes más avanzados que se regalan por toneladas en estas fechas, se quita el traje de duende de Papá Noel y tira el cascabel para vestir la toga y coger el mallete. Luego de dar un golpe a la mesa para sacudirse el empalagoso espíritu de la Navidad, comienza, como cada año, a soltar a diestra y siniestra juicios y calificaciones a las gestiones de los principales funcionarios de la región de las lagunas secas y de las provincias internas de Coahuila y Durango. En esta ocasión, la Pony decidió iniciar su recorrido por el estado de Miguel Ramos Arizpe e Ignacio Zaragoza, quienes seguramente se revuelcan en sus respectivas tumbas debido a las maravillas y portentos que se observan en esta bella tierra de mezquites y nopales. Sin más preámbulo, comencemos “a toda m” por atender a lo que la invencible Pony, máquina de mil batallas, opina de la labor del gobierno de Rubén Moreira en este cabalístico 2013, año segundo de quien prometió traer un sinfín de “másmejores” (note usted el fino léxico coahuilteco) al vigoroso estado productor de autos, sarapes y deudas.

Al entrar a la gran urbe de adobe, capital de la cálida provincia, para explorar los avances en los temas que don Rubén ha marcado como prioridad para su administración -ante la falta de dinero-, se percibe de entrada una mejora en el espeluznante asunto de la seguridad… en comparación, claro está, con el desastre que fue Coahuila en 2012 en este tópico. Aunque la mano del segundo Moreira que gobierna esta noble y esforzada entidad se ha empeñado por mantenerse firme, lo cual se ha traducido en detenciones importantes de capos y malandrines y en una disminución en el número de asesinatos, las cosas no están todavía como para echar las campanas al vuelo, o decir, en su defecto, que estamos “a toda madre”, como llegó a pregonar el mandatario en la Perla de la Laguna.

Por otra parte, don Rubén parece no atinar aún a la fórmula precisa de su corte, disculpe usted, gabinete, puesto que en el año que agoniza se vieron todavía varios enroques en dependencias vitales. Tal es el caso de Armando Luna, quien de ser el ombudsman coahuilense pasó a convertirse en el estratega de la política interna de la entidad, en sustitución de Heriberto Fuentes, quien recibió un pequeño pero jugoso hueso en una delegación federal. Otro que se fue, mejor dicho “lo fueron”, es Miguel Riquelme, quien se desempeñaba como secretario de redes clientelares, es decir, Desarrollo Social, posición del tablero que dejó para moverse a la casilla de la candidatura de la alcaldía de Torreón, que ganó por margen estrecho, gracias a los partidos apéndices del tricolor.

Si con el registro del concepto “Desarrollo Social”, la Pony comienza a sufrir fallas en uno de sus transistores, cuando detecta la palabra “deuda” el malestar se vuelve generalizado. Luego de mucho esfuerzo por mantenerse encendida y no ser absorbida por el hoyo negro de las finanzas de Coahuila, la Pony se percata de que, si bien el gobierno de Moreira II ha achicado (en la jerga náutica: sacado parte del agua del barco) y ha tapado algunos de los agujeros que abrió la tripulación de Moreira I, lo que le ha valido una mejora en las notas de las calificadoras internacionales, en el tema de las investigaciones para llevar a juicio a los responsables de semejante estropicio y aclarar el destino (de que lo tuvo, lo tuvo, pero vaya usted a saber a dónde y a quién) de por lo menos la mitad de los 36 mil millones de pesillos que se pidieron fiados, ha habido avances imperceptibles, con todo y la presión de las autoridades de Estados Unidos, en donde parece haber más interés en resolver el entuerto que en esta preciosa provincia desfalcada.

Aunque don Rubén ha intentado, con propaganda y mediáticos decires, marcar una distancia con la administración (si podemos llamarla así) de su hermano Humberto, hasta ahora su margen de maniobra sigue siendo limitado. Y es que ante la falta de dinero -pues en esta provincia se consumen más recursos en pagar la deuda que en inversión pública-, al actual mandatario no le ha quedado de otra que inaugurar todas las obras pendientes del sexenio anterior. Ya varios se cuestionan cuál es el legado que la otra cara de los Moreira pretende heredar a su sucesor y la respuesta que se comienza a esbozar, con malicia, es la de hacer en 12 años lo que debió hacerse en seis.

En lo político-electoral, don Rubén sufrió otro descalabro en 2013, al perder su partido las elecciones en las principales ciudades del estado, salvo Torreón, convertido ahora en principal bastión del priismo coahuilense y en la -a ver si ahora sí- región consentida de “papá gober”. El mensaje de 2012, cuando Moreira II perdió tres diputaciones y las senadurías de mayoría, se confirmó en este año que está por concluir: a la maquinaria tricolor le falta la grasa que abundó en el sexenio anterior. Por todo lo visto y dicho hasta ahora, el jefazo de la orgullosa provincia coahuilteca obtiene de la Pony un pase de panzazo de SIETE, idéntico al del año pasado, pero con la advertencia de que, si no se pone las pilas con hechos y no con palabras, puede empezar a empeorar.

En los albores de 2013, Armando Luna tomó las riendas de la Secretaría de Gobierno y, ya entrado el año, quedó como principal responsable de la seguridad pública, al degradarse esta secretaría a la calidad de comisión incorporada al despacho del funcionario que la Pony se alista a calificar. Para ello, coloca en un platillo de su balanza virtual los avances que se han tenido en apaciguar las turbulentas aguas que venían desde el violento 2012, y en el otro, el rezago que aún se tiene en el proceso de depuración de policías y en la mejora del sistema penitenciario de Coahuila, que es uno de los peorcitos del país. Así, la Pony le asigna a don Armando un desabrido SIETE, con el apunte de que, si no se va por una curul en el Congreso local, como ya andan diciendo por ahí, lo podría mejorar en 2014. Pero con tanto cambio en la corte de don Rubén, ya no se sabe.

Otra de las figuras clave con el segundo Moreira, es la del procurador de Justicia, Homero Ramos, el cual, este sí, ya duró en el cargo. Lo primero a notar es que 2013 fue un año mucho más tranquilo para don Homero que el anterior. No obstante, se esperaría que con ello el procurador les apretara las tuercas a sus muchachos para que abatieran el rezago que hay en la consignación de averiguaciones previas, para que mostraran avances en el escabroso asunto de la deuda y para que investigaran los casos de secuestro y robo violento que siguen asolando a la ya de por sí golpeada tierra coahuilense. Por lo tanto, la Pony, ciertamente dubitativa, le otorga un amargo SEIS Y MEDIO, a penas medio punto más que el año pasado, pero con la anotación al calce de que, sin tanta bronca, pudo haber hecho más.

A estas alturas, algunos cables de la Pony ya empiezan a emanar un olor a hule quemado, pero sigue su recorrido a toda velocidad para llegar a la Secretaría de Finanzas, que encabeza Jesús Ochoa -otro que ha durado. Graves temblores y estridentes sonidos emanan de nuestra querida computadora cuando se da cuenta que los adeudos con proveedores y contratistas siguen igual que hace un año, lo que suma negativos a la calificación de don Chuy. Por otro lado, el malabarista de los dineros del estado tampoco se ha querido asomar al cochinero del llamado “humbertazo” para explicarle al sufrido pueblo de una vez por toda qué fue lo que pasó, y se ha concentrado en realizar todo tipo de suertes para mejorar la calificación crediticia, pagar el servicio de la deuda y explicar, casi de forma críptica, por qué crece cada año la nómina y el gasto burocrático, con todo y los anuncios, con matraca y corneta, de los planes de austeridad. Por este acumulado de curiosidades irresueltas y aunque sus malabarismos apantallen a más de un ingenuo, la Pony le arroja, no sin dificultades, un pavoroso SEIS.

Como ya apuntábamos unos párrafos arriba, al secretario de Infraestructura, Francisco Saracho, más que generar y desarrollar nuevos proyectos, le ha tocado la complicada (uy, sí) tarea de terminar lo que no se terminó cuando debió haberse terminado (así o más claro). La Presidencia Municipal de Torreón y el Sistema Vial Alianza son sólo dos ejemplos de lo dicho. Pero también están las que no tienen para cuándo concluir, como lo es la antigua carretera a San Pedro, a la que le faltan señales y luminarias, o la entrada a la Ciudad Industrial. Y como en realidad este gobierno no tiene dinero para planear obras que mínimo motiven una miradita de reojo, pero tampoco se ve que haya mucho ingenio en la secretaría de don Francisco, la Pony le cuelga en el cuello un espantoso CUATRO.

Cuando la Pony se acerca a la Secretaría de Desarrollo Económico, comienza a invadirle un sentimiento de nostalgia porque esa dependencia es encabezada por uno de los pocos laguneros que tiene en su corte don Rubén. Dispuesta a otorgarle en automático un ocho por el buen desempeño económico que mantiene Coahuila comparado con los demás estados de la República, de pronto aguza su cinescopio y se percata de que, una vez más, la mayor rebanada del pastel sabor inversión y con betún de empleo se quedó en la Región Sureste, y que sólo unas cuantas migajas cayeron en Torreón, por lo que la Pony le quita un punto para dejarlo en un insípido SIETE, con la airada advertencia de que pudieron ser dos puntos menos, por el hecho de ser paisano y no demostrar un verdadero interés de contribuir a la causa lagunera… aunque ya se habla de su mudanza al Congreso local.

Otro lagunero en la corte de Moreira es Rodrigo Fuentes, quien entró muy temprano en este año a relevar a Miguel Riquelme en la labor de amarrar las redes de clientes tricolores en la Secretaría de Desarrollo Social. Pero a don Rigo le pasa un poco como a don Francisco, es decir, que no cuenta con muchos billetes para repartir. Ya muy lejos de los tiempos de bonanza y derroche del profe Moreira, donde había para todos, lo poquito que hay ahora sólo sirve para la pantalla cuando es época de elecciones. Pero, obviamente, la grasa es insuficiente, y por eso ya les anda a los priistas que en dos años no han podido repetir el clásico “carro completo” en las elecciones. Además, el secretario Fuentes ya no le ha dado continuidad al asunto de la transparencia de los padrones de beneficiarios (¿será porque ya no hay?), los cuales, en muchos casos se empalman con programas federales y municipales. Debido a lo anterior, la Pony, arrojando aceite de despensa caduca, le otorga un aterrador CUATRO.

****************************************************

De la grilla del Palacio Rosa, la Pony apunta sus radares a la Perla de la Laguna para darle una repasadita al último año de la administración del alcalde (sí, todavía lo es, aunque usted no lo crea) Eduardo Olmos. Lo primero que conmociona a la tenaz computadora y la pone a temblar son los baches, las calles oscuras, las fincas semiderruidas y la decadencia del Centro Histórico, lo cual la hace cuestionarse si no está experimentando un dèjá vu cibernético de hace cuatro años, cuando don Lalo todavía prometía que iba a rescatar Torreón. Pero luego vio el Bosque Urbano al fin terminado (bueno, eso dicen), la Plaza Mayor y la Presidencia Municipal casi lista para ser ocupada, y a algunos policías patrullando las calles, y se convenció de que sí estaba en 2013.

Pero las ausencias del alcalde en este año fueron más prolongadas; por momentos no se sabía quién estaba al frente del barco. Debido a lo anterior, la falta de liderazgo en su equipo se agudizó, y los pleitos entre funcionarios no cesaron, al igual que las broncas financieras y los problemas derivados de ellas. Ni en el último año de gobierno, cuando ya no tenía mucho qué perder, don Lalo se atrevió a poner orden en su gabinete y prefirió seguir gobernando a la sombrita que le daban los arbustos del gobernador.

En el lamentable (vaya que lo fue) tema de la seguridad, Castro no apostó mucho en 2013. Optó por conformarse con la etiqueta del “alcalde que limpió la Policía de Torreón”, que se le colgó desde 2010, y ya no avanzar en construir una corporación más eficiente y servicial para la ciudadanía, en el supuesto caso de que una cosa así sea posible; al menos el intento se hubiera agradecido. También se hubiera agradecido que don Lalo hubiera sido menos desentendido del siempre agrio asunto del fomento económico, en donde, nuevamente, se tuvieron resultados paupérrimos en este año.

A lo anterior hay que agregar que el jefazo torreonense se pasó por el arco del triunfo la exigencia de la Auditoría Superior del Estado de destituir a su tesorero (¡olé!) y que nunca cumplió su promesa de despedir a la nutrida fuerza aérea y así bajarle al gasto de nómina. Llegado este punto, la Pony, soltando chispas y suplicando que termine el martirio, escupe con estertores un horripilante DOS, sobre todo porque ve que en sus últimos 12 meses, don Lalo y su gente decidieron nadar de muertito. Pero, con todo, la Pony le desea al edil suerte en lo que sea que vaya a hacer una vez que deje el cargo.

La responsabilidad de la Secretaría del Ayuntamiento la compartieron este año Miguel Mery y Gerardo Márquez, que para el caso fue más o menos lo mismo, pues nunca se dio el manotazo en la mesa que se requería para que los funcionarios de primer nivel y sus subordinados se pusieran a hacer la chamba que no habían hecho en los años anteriores. Lo curioso de esto es que don Miguel, una vez que dejó el cargo para contender como primer regidor en la planilla de su tocayo Riquelme, comenzó a proponer una serie de planes y proyectos que bien desde su anterior encomienda pudo llevar a cabo pero, misteriosamente, no lo hizo. Ahora aparece como uno de los artífices de las grandes transformaciones (es un decir) que ha anunciado el próximo alcalde de Torreón. Por esta dualidad casi esquizofrénica, la Pony le estampa en la frente a don Miguel un estigmático CINCO y MEDIO, y a su sucesor, don Gerardo, un tosco TRES, por ni siquiera intentar mejorar un poquito las cosas.

Uno de los personajes más problemáticos no sólo del año, sino de toda la administración fue, sin duda, el tesorero Pablo Chávez Rossique, a quien es difícil evaluar sin su compadre el contralor Lauro Villarreal. Y es que este tremendo tándem no se cansó de hacer de las suyas y de cuidarse las dos espaldas. Los retrasos en el cumplimiento de los compromisos financieros, ya proverbiales en esta administración, continuaron en 2013. Las deudas, las amenazas de los acreedores, la retención discrecional de los recursos y otras bellezas, marcaron nuevamente la pulcra figura de don Rossique, quien gracias a su amigo Lauro, en gran medida, logró sobrevivir el cuatrienio y a los reclamos del Congreso local y la Auditoría para que se fuera (¿a poco creyó, amable lector, que se iba a ir?) Aunque la Pony le reconoce al tesorero su buen gusto en el vestir, le reprocha su orgullo excesivo (por no decir soberbia) y el sinnúmero de líos en que metió a su patrón y a la ciudad. Va, por eso, un escandaloso DOS. Y un DOS también para don Lauro, quien anunció investigaciones y auditorías que nadie sabe en qué quedaron. Singular par éste.

Al frente de la Dirección de Seguridad Pública, Adelaido Flores no mostró un rostro diferente de la corporación en 2013. Montado en el logro de la Operación Laguna (ponga usted música de Misión Imposible), el teniente Flores se dedicó más a ponderar (por no decir presumir) la disminución de los homicidios dolosos y, ante los constantes reclamos por el incremento en los robos y asaltos, a dar consejos a los ciudadanos sobre cómo autoprotegerse. Bonita cosa. Pero la Pony tiene registradas en su disco duro todas las vicisitudes por las que atravesó don Adelaido en años anteriores, los numerosos ataques a patrullas y las dolorosas bajas. Así mismo cree que, usando las palabras de las autoridades, pasada la emergencia, bien pudo enfocarse a reorientar a sus muchachos -algunos todavía traviesos- a la prevención del delito. Por todo esto, nuestra supercomputadora, temblando como metralleta, le otorga un parco SEIS, con una anotación de que al teniente le faltó el último empujón para el SIETE.

Quien reapareció en 2013 luego de una larga ausencia fue el director de Obras Públicas, Miguel Algara. Muy orgulloso de su trabajo (no se ría), don Miguel entregó por fin el Bosque Urbano, única obra de relevancia concebida, planeada, ejecutada y, ¡al fin!, terminada por el ayuntamiento actual. Porque, hay que recordar, ni el estacionamiento subterráneo ni la Plaza Mayor fueron proyectos de esta administración, sino endosos -o imposiciones del gusto de don Humberto, si lo prefiere usted-, que amablemente hizo el gobierno del estado al gobierno municipal. Entonces, la Pony, hurga en sus archivos adjuntos y encuentra los innumerables problemas que tuvo el tan traído y llevado Bosque Urbano, que parece todo menos bosque, y se dice a sí misma: “una obra (¿una?)… la terminaron (¡bravo!)… pero no bien (¡malo!)”, para luego asestar un tremendo cuatro. Pero la computadora, ya echando humo negro, descubre un documento en donde aparecen las travesuras de don Miguel, quien, según las malas lenguas, es muy aficionado al deporte de la dádiva a su propio bolsillo, sobre todo con los contratistas acreedores que esperan desde hace un buen rato que les paguen. Por lo tanto, el cuatro cae estrepitosamente hasta el DOS.

Cuando entra en los terrenos del Fomento Económico, la Pony se da cuenta que está en serios aprietos, y eso es debido a qué no sabe qué calificar, pues la dirección que encabezó don Fernando Félix nunca tuvo presupuesto, por lo que se ignora qué hizo (”¡cobrar!”, gritan por ahí) además de… sí, eso. Así que con gran desconcierto, la Pony asesta un redondo CERO, más dirigido a la dependencia que al personaje, quien sale perjudicado de rebote.

Al llegar a la Dirección de Desarrollo Social, la Pony se cuestiona si en realidad alguien ocupó el cargo cuando lo dejó vacante Shamir Fernández en enero de este año para ir a roer un huesito federal. Después de una ardua labor de búsqueda en su memoria RAM encuentra el nombre del profe Mario Cepeda, de quien muy poco se supo en 2013 (para bien, dirían las más avezados) salvo algunos actos de anuncios de programas previos a las campañas y, en la segunda mitad del año, quejándose, como casi todos, de la tacañería de la Tesorería. Como para la Pony es un misterio el beneficio que pudieron obtener los torreonenses más amolados con la gestión de don Mario -más allá de la clientela del PRI, obvio-, le estampa a este personaje en la chamarra un triste DOS.

Respecto al Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento, la Pony lanza una frase lapidaria: “el capitán abandonó el barco cuando éste se estaba hundiendo”, refiriéndose, claro está, a Jesús Campos, exgerente general, quien además de hacer muy poco, escondió durante tres años una caliente auditoría que explicaba, en parte, el desastre en el que se encuentra el principal monopolio de la ciudad. Por los números rojos que dejó y las constantes fallas en el servicio y, peor aún, por no haber tenido el coraje de renunciar antes y salvaguardar el prestigio que había construido como banquero, nuestra computadora dice que no puede tener clemencia y avienta un severo DOS en forma de brocal de alcantarilla robada.

Con una tos de la que salen cables y resistencias, la Pony, cual espartano frente al Imperio Persa, se dispone a dar una revisada a los municipios satélites de Torreón. En Matamoros se percata de que en el año que se despide la situación no cambió para el alcalde Guillermo del Real respecto al trato con el gobernador Moreira, quien prefirió voltear siempre hacia otros municipios. Si bien don Memo contuvo la tentación de contratar más créditos -como lo hicieron turbiamente sus antecesores- y mantuvo en general unas finanzas decentes (la decencia financiera es un activo escaso en estas tierras), lo que le falló al jefazo de la vecina ciudad metropolitana fue el oficio político hacia dentro y hacia afuera. Nomás no pudo hacer que su equipo (si se le puede llamar así) jalara hacia el lado de la ciudadanía. Además, si bien hizo algunas obras, estas fueron menores; y ya casi para cerrar comprometió las participaciones federales de las próximas administraciones con la autorización del convenio para comprar electricidad a una empresa de energía solar (cosa que también hizo Torreón, dicho sea de paso; así que otro punto, bueno o malo, el tiempo dirá, para don Lalo). Sobre la seguridad, poco hay positivo qué decir, ya que actualmente Matamoros no cuenta con Policía debido a que, como estaba llena de traviesos, tuvo que ser depurada. En fin, con todo esto, la Pony, atarantada, concede a Del Real un vergonzoso CINCO.

Cristóbal Marrufo, capitán del buque Francisco I. Madero, intentó llevar por aguas tranquilas el último año de su administración, pero parece que se le pasó la mano y las aguas tranquilas se enturbiaron. Numerosos problemas de colectores caídos y consecuentes fugas de aguas negras sufrió la ciudad maderense en 2013. Y lo peor es que don Cristóbal no pudo armar una estrategia eficiente de remediación. Además de las techumbres y alguno que otro arreglo de plaza, no se vio obra de impacto para la población. Como puntos positivos, el alcalde Marrufo se puso “águila” con programas federales y logró bajar recursos, su Cabildo generó algunos reglamentos y no anidó problemas financieros. La Pony, a punto del desmayo por el olor de los colectores caídos, le pega en la frente a don Cristóbal un nada presumible CINCO.

Al llegar a San Pedro, último itinerario de este primer recorrido, nuestra supercomputadora, ya exhausta, nota que, por más trabajo que presume el alcalde Jorge Abdala, las cosas no han cambiado mucho en la cuna (una de tantas) de la Revolución. Si bien en 2013 hubo apoyos para productores del campo, se arreglaron algunos caminos y las finanzas no desataron escándalos (abundantes en estas tierras norteñas), a la administración de don Jorge le faltó audacia para bajar recursos, fortalecer el marco institucional (así dicen los políticos) con reglamentos y mejorar el cobro del servicio de agua para bajarle a la abultada cartera vencida. Además, dicen los que saben, que los muchachos de la Policía son medio traviesos o que les gusta hacerse de la vista gorda. Para cerrar su ardua jornada, la Pony le dispara a don Jorge un raquítico CINCO.

Una vez concluida la primera parte de su misión y con la satisfacción que sólo da el deber cumplido, la supercomputadora Pony se coloca en estado de hibernación hasta recuperar las fuerzas para emprender de nuevo el viaje de auscultación y seguir emitiendo sus juicios pesados como párpados en madrugada invernal, ahora en la siempre exótica tierra de los alacranes, o sea, nuestro bello Chiapas norteño.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 946258

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx