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Siempre en nuestra memoria

JÓVENES COLUMNISTAS

ALAN DAVID BARRAZA
"La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz". Nelson Mandela

De las listas jerárquicas y rankings sin exagerar o temor a errar, el personaje del que más se ha hablado este último semestre y se hablará en un futuro indeterminado, es uno de los que mejor posicionado está. Los logros, el dramatismo vivencial, la secularidad de los actos, la revolución bajo estela de patente y el impacto mediático son la razón, por ello no es redundancia rememorarlo una vez más y a la posteridad, Nelson Mandela fue un hombre del que hablaremos con gusto durante siempre, de la misma forma en que es imposible olvidar a sujetos de la talla de Gandhi y Ernesto Guevara. A diferencia de la discordia que reviste la pérdida de otro emblema como Chávez con respecto al sudafricano no existe lugar a contrastes y lograr eso en este resquicio histórico es realmente notable.

Podríamos hablar y compararlo en cuanto a tamaño y relevancia con figuras de la envergadura de John Lennon, Charles Chaplin, Albert Einstein y el propio Hitler. Pero ello sólo serviría para notar el grado e impacto de su vida para la humanidad en todos sus aspectos, y si dentro de esa analogía no importase lo nocivo o benéfico de su intervención, por ello no es adecuado parangonarlo con íconos. Pues, Mandela por lo que reviste a la forma y recubre su biografía destaca en relación al resto y ello por diversas razones. Primordialmente por hacer cambio desde la esfera política y bajo patrones de poder público, segundo por el ejemplo de tenacidad y rectitud ante la adversidad más espesa posible y finalmente en tercero por la congruencia entre ideal y concreción material a niveles puros e incólumes que pocas veces se observan, hasta este punto pareciera un homónimo respecto al libertador hindú, lo que pondera aun así a Nelson es que el logro sustancial de éste tuvo proporciones de patente universal sobre la igualdad racial mientras que aquél sólo institucionaliza el pacifismo como medio de paz para un pueblo, la comparación aun así es injusta, pero pareciera necesaria para colocar en proporción estimativa lo que el mundo pierde y más aún extrañará.

La búsqueda de la igualdad entre seres humanos ha existido desde la revolución del pensamiento y la retoma de ideas clásicas dignas de pensadores milenarios. Desde los ilustrados y la revolución de las ciencias, en todo fenómeno social la convicción de ver necesaria la igualdad y equidad pública han estado vigentes, sin embargo en la mayoría de los casos poco realizables, en el ámbito racial la lucha fue la más cruenta pues a su contrapartida el sistema de segregación era el más enraizado. Por ello, su búsqueda mediante la lucha bajo la trinchera de segregación y la persistencia en razonar como blasón de justicia, desde la postura de menesteroso y objeto de discriminación resultaría lógicamente imposible de conseguir o quien lo lograse pareciera que es de una naturaleza ajena a la nuestra. He ahí el encomio de cómo lo consiguió, pues fue resistencia pura a casi todo como: 27 años en prisión, matanzas, ultrajes, escarnios y boicoteos, todo bajo la firme determinación de desaparecer las secuelas de una humanidad clasificadora, marginal y dividida como siempre ha sido, si no fuera poco le añadimos que el mismo Estado sudafricano utilizaba el racismo como sistema y bajo el Apartheid lo institucionalizaban como vía de desarrollo y cumplimiento de fines nacionales, por increíble que parezca a ello se enfrentó el que ahora reputo de héroe.

Toda esta diatriba inspira a parafrasear a otro incansable luchador de la misma causa bajo el mismo estandarte, Martin Luther King Jr. en 1963 en su discurso I have a dream: "No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan sólo para blancos. No podemos estar satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una persona negra en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente".

O en la historia de Melvin B. Tolson, un profesor de la universidad de "Wiley College Texas, que junto a su grupo de debates compuesto por estudiantes de color llevó a vencer a los campeones universitarios nacionales en el 36, signo de motivación y respiro para un entorno de opresión magnánimo en el que vivieron.

Y los ejemplos son múltiples, por ello en el caso de Mandela, el erigirse presidente en 1994 y bajo el único argumento de resistencia pacífica y tolerancia formar junto a su antónimo blanco De Klerk una democracia auténtica guiada en la senda de igualdad y justicia, lo elevan a la constelación más alta de la lucha social y lo encuadran como ejemplo ideal de perseverancia e ideal. Momento éste para recordarlo, pero así mismo para de esa memoria concentrar los esfuerzos globales en la búsqueda de lo más sagrado del ser civilizado: reconocernos en lo que es propio, iguales por naturaleza.

@alanbarrasa

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