No puedo sino ser suspicaz y remontarme a tiempos que no terminaron nada bien, cuando la prensa internacional, especialmente los medios de comunicación norteamericanos, comienzan a ser demasiado displicentes y elogiosos respecto a nuestro país, y con el actuar del gobierno en turno.
Llámenlo superstición o inercias de la historia que se repiten, pero cuando los americanos, ya sea en sendos editoriales o en programas y mesas de opinión, hablan del "milagro mexicano" o el "momento de México", -milagro que nunca he visto- entonces llegó el tiempo de casi echarse a correr. Hasta parece que nos salan, ¿o no?
Y es que tras la aprobación de la Reforma Energética, el diario The Washington Post, uno de los rotativos más influyentes y respetados del orbe, dedicó su editorial del martes a elogiar a Enrique Peña Nieto y a su gobierno, así como a los partidos, por el afán reformista que se ha venido gestando desde el inicio de la administración priista.
Sin menoscabo de los logros del Presidente Peña y de la clase política, que son varios, y a tan prestigioso medio que vio mejores tiempos y se convertiría en referente obligado del buen periodismo de investigación durante el escándalo "Watergate", el Post olvidó mencionar en su columna, que la parálisis legislativa y la ausencia de reformas largamente postergadas, es precisamente culpa de un partido, el PRI, que hizo todo lo posible por bloquearlas y ahora las impulsa sabiendo del beneficio político a corto y largo plazo.
"Por ahora Peña Nieto y su coalición pueden saborear un histórico quiebre que ubicó a México para restaurar su lugar entre los principales productores de petróleo, atraer miles de millones en inversión y modernizar su economía", apunta el diario, y peca de elogioso con buenos augurios que en la práctica, si se llegaran a ver, tomarán mucho tiempo aún.
Porque no dudamos y aquí aplaudo que Pemex y sus procesos se modernicen gracias a una reforma urgente y necesaria, pero, vaticinar paraísos e indulgencias históricas que transformarán a México es francamente exagerar, así que vámonos con tiento.
Sin recato a la hora de los elogios, The Washington Post subraya que "Peña Nieto logró un gran compromiso político con los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), conocido como "Pacto por México", al amparo del cual el Congreso aprobó reformas en los sectores educativo, fiscal, laboral, hacendario y de telecomunicaciones".
Curioso que The Post ignore también que el "Pacto por México", al que tanto elogia como si se tratase del Pacto de la Moncloa español u otro proyecto de grandes miras, no es sino moneda de cambio entre partidos que un día sí y al otro también, los firmantes amenazan con abandonar cuando sus intereses, se ven afectados. Tampoco menciona The Washington Post que muchas de las reformas aprobadas en las cámaras, o quedaron acéfalas, o son mediocres y van en detrimento de millones de mexicanos. Ahí la reforma política, que no hace sino ignorar la voz ciudadana y darle más poder a los políticos, o la fiscal y hacendaria, que tendrán graves repercusiones sobre las clases medias, no amplían la base recaudatoria y castigan al contribuyente cautivo. Eso, también, lo olvida el Post.
Desde que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia, la prensa norteamericana ha dedicado innumerables espacios, columnas, portadas de revista y mesas de análisis, a hablar del "milagro mexicano" y el momento que, según ellos, vive México. Casualmente, de este lado de la frontera, no entendemos a qué se refieren.
Remontándome a tiempos no tan lejanos, recuerdo una edición de la revista Town and Country de comienzos de los ochenta, que hablaba de una nueva generación de mexicanos y de una administración "pujante y valiente", la de José López Portillo, que legaría a sus hijos y nietos, la administración de la abundancia a partir de una economía petrolizada. Competiríamos con las grandes potencias del planeta, vaticinaba la revista. Luego, pasó lo que pasó.
Y lo mismo ocurrió en tiempos de Carlos Salinas, a quienes los medios gringos tildaban de "gran demócrata y reformador que con la puesta en marcha del TLCAN", salvaría de la ignominia a cuarenta millones de pobres. Lo elogiaron sin pudor durante cinco años hasta que claro, Chiapas y los sucesos de aquel fatídico 1994, echarían nuestros sueños de gloria por la borda.
Y así, con cada gobierno que se inaugura en México, los norteamericanos y su prensa hablan de un nuevo momento y de un nuevo milagro que yo, en treinta y cinco años de vida, nomás he visto llegar. No cabe duda que desde allá, a la distancia, las cosas se ven muy bonitas…y diferentes.
Twitter @patoloquasto
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