El té es ahora una bebida tradicional en varios países. (ARCHIVO)
Hemos hablado ya en entregas de esta sección anteriores de inventos que surgieron accidentalmente mientras se diseñaba algún otro aparato o incluso durante alguna investigación completamente diferente, pero el producto presentado aquí fue prácticamente un regalo de la naturaleza hacia el hombre.
Fue en el año 2 mil 500 antes de Cristo, en la actual China, cuando, según se cuenta, el emperador Shen Nung ordenó hervir el agua para consumo humano como medida de higiene y, en una ocasión, unas hojas de té silvestre cayeron en la olla con agua hirviendo.
Al probar la bebida que había surgido, los presentes quedaron sorprendidos por su sabor y frescura, aceptándola inmediatamente para su consumo frecuente.
Ya siendo popular en China, el té llegó a la India, donde en el siglo XVI fue probado por los portugueses, a quienes se les responsabiliza de llevarlo a Europa.
Hacia el siglo XVII, ya conociéndose en dicho continente, los holandeses iniciaron su importación con fines comerciales y, una vez adoptado en Inglaterra, este país llegó a ser su principal comerciante mundial.
Finalmente, es necesario mencionar que su consumo se vio impulsado por el invento del "saquito de té", el cual surgió recién en el siglo XX.
^AC
