Cultura

Las Palabras Tienen la Palabra

La edad del hombre maduro

Juan Recaredo

Cuando el hombre rebasa la barrera de los 60 años es cuando puede ser propiamente llamado un hombre maduro y es entonces cuando se le presenta la urgente necesidad de aprender a decir que no.

“Fuimos criados con la creencia de que debíamos ser los mejores en todo –dice el periodista colombiano Samuel Arango- mejores estudiantes, mejores esposos, mejores profesionales, mejores padres, etc.”

“Ha llegado la hora de decir NO en muchas ocasiones, de mandar al diablo los compromisos y las obligaciones”. Así es. Ya no debe preocuparnos las responsabilidades que nos llenaban la cabeza de angustia. Ya nos ganamos el derecho a estar solos si así nos place, a disfrutar conversaciones trascendentes o intrascendentes con amigos que no nos van a juzgar, ni a criticar aunque tengamos opiniones muy diferentes.

Ahora puedo discutir de política aunque no sepa de política ni papa, principalmente porque mi interlocutor está tan ignorante al respecto como yo, o quizá peor y no pasa nada. Yo ya no tengo por qué seguir horarios. Tengo mi sillón y mi televisor y le puedo cambiar al control remoto 50 veces por minuto y nadie se va a a enojar por eso.

“Nosotros demostramos que las responsabilidades fueron bien atendidas por nosotros – dice Arango- que hicimos lo mejor posible, que dejamos huella, que somos buenas personas.”

“Lo que nos queda de vida es para nosotros, para disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a nosotros mismos. Por eso vamos a hacer lo que nos da la gana. Viajar, tomar café con amigos o amigas, conversar con todo el que nos encontremos.”

La palabra clave ahora es desaprender. No sé si este verbo existe en el diccionario, pero es fácil entenderlo. Para nosotros ha llegado la hora de desaprender: ir dejando de lado lo que aprendimos. Hace muchos años aprendimos a ser mejores en todo. Ahora tenemos que encontrar el camino para desaprenderlo.

Nosotros ya fuimos lo que fuimos. Ahora vivimos para nosotros mismos. Tenemos que dejar las responsabilidades en manos de los hijos, que ellos se preocupen por el futuro del mundo, por los vaivenes de la economía, por lo relajado de las costumbres actuales. Nosotros ya estamos más allá del bien y del mal. Lo que nos queda es vida para nosotros, para irnos al café sin tener que dar cuentas a nadie

“Ahora somos libres de ataduras, de prejuicios, de creencias. Somos libres y no le tenemos miedo a la vida… ni a la muerte”.

Este es el premio por haber cumplido.

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es [email protected]

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PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Juan Aurelio Carriza: ¿Cuál es el origen de la palabra yuki (hielo raspado con sabor)?

RESPUESTA:

Fue una marca registrada que al difundirse en algunas regiones se convirtió en genérica.

Me voy con esta reflexión: se demuestra tener carácter cuando se sabe dominar el carácter propio. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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