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La Columna de Rosell

Rafael Rosell

Este país es un país de contrastes, pocos ricos y muchísimos pobres, gente trabajadora y cumplidora y de otro tipo que sólo nadan "de muertito" a donde los lleve la oportunidad de ganar dinero sin hacer algo productivo. En términos futbolísticos era en lo único donde siempre fuimos parejos, todas nuestras selecciones, mayores y menores, se alineaban con nuestro más popular lema que nos acompañó por décadas y décadas, "jugamos como nunca perdimos como siempre". Perdíamos en penaltis si o sí, recurríamos a lo de siempre, "si no hubiera pegado en el poste", "por qué no hizo cambios a tiempo", "¿Lara de central?", "¿por qué no metió a Hugo?", "¿por qué sacó a Ramoncito?", "¿el Conejo?", "¿el Bofo?", "¿el Guille?". ¡Lotería!.. perdón fue irresistible. En fin, décadas atrás no prestábamos mucha atención en los subs, por ahí se lograban meter a los cuartos pero como sus hermanos mayores suspiraban en los mundiales por el mentado quinto partido. Y de repente nadie lo vio venir (sólo los involucrados directamente) una generación de chavos trabajados mental y físicamente viajaron a tierras del maestro Vargas Llosa y le dieron cuerpo y forma a lo imposible, un campeonato mundial de futbol. ¿Se encontró un garbanzo que pesó una libra? Seguramente nos respondíamos todos haciendo alarde de nuestros verdaderos deportes nacionales, el pesimismo y la desconfianza. Chucho Ramírez y luego Raúl Gutiérrez, dos competentes futbolistas en sus tiempos demostraron contundentemente que no era necesario traer a técnicos de fuera, sobre todo argentinos, se decía que ellos tenían la fórmula. Pero Ramírez y Gutiérrez se convirtieron en dos entrenadores de juveniles de clase mundial. A partir del 2005 la Sub 17 de México se metió a la elite, junto con brasileños, argentinos y nigerianos y aquí no caben discusiones ni criterios ni especulaciones, los números avalan a los chavos y punto. En los últimos cinco mundiales, dos títulos, un octavos y ahora en el umbral de otra final.

Los Sub 23 con refuerzos parecía que los acompañaban en la cadena de éxitos obteniendo una de las gemas más deseadas por cualquier nación futbolera, la medalla de oro olímpica. Pero no, los mayorcitos se descarriaron y gacho, faltos de espíritu y agallas fueron empujados sin remedio por entrenadores obtusos y agachones (sin excepción alguna) al abismo del oprobio.Y aquí vamos con los contrastes, en este país de locos ahora hasta en nuestro futbol hay un contraste brutal entre unos y otros, antes tan uniformemente mediocres, ahora los chavitos marcan la diferencia, "no nos confundan" dicen, aquí sí hay alma y deseos. La actual Sub 17, que el martes le disputará a los argentinos el pase a la final, no se caracteriza por tener jugadores exquisitos como los de la generación del 2005 ó 2011, no, este equipo del "Potro" tiene chavos bravos como ellos solos, desde el minuto uno al noventa no dejan de pelear con uñas y dientes, dejan la piel en cada barrida, en cada salto, contra jóvenes que les llegan a sacar hasta treinta centímetros de estatura, no importa, los muchachos de Gutiérrez van llevando poco a poco a sus rivales al callejón sin salida, donde terminan vapuleándolos. ¿Y de presencia de espíritu? ¿Les parece poco levantarse de un 6-1 en su debut? Ninguno se arredra, ninguno desfallece, y como se dice en el yoga, lo importante es encontrar tu centro y equilibrarte, ahí aparece el lagunero Ulises Rivas Gilio, el referente en el medio campo, lejos de la trinchera, en la zona del campo donde es "aconsejable" soltar uno que otro mandoble y el capitán no da signos de debilidad sino todo lo contrario. Sigan así chavos, a ver si inspiran a los submentales de la mayor.

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