26 años dedicados al teatro

Para algunos la juventud es una época de inicios, tal fue el caso del director y actor lagunero Alejandro Alvarado, un hombre que a los 17 años, realizó su primer montaje escénico con un grupo del Conalep de Gómez Palacio, donde él estudiaba. "Llegué tarde. Tenía 17 años cuando unos maestros fueron al salón para invitarnos a formar un grupo de teatro, sentí curiosidad. Acudimos a la cita y desde ese momento me atrapó el teatro", comenta.

Alejandro recuerda que cuando se reunieron, su amigo Antonio Hernández y él, empezaron a escribir una obra de teatro llamada "Juventud incomprendida". "No sabíamos nada de dramaturgia". La obra hablaba sobre la drogadicción, que en aquellos años era un tema muy "de moda". "Hicimos la obra para transmitir un mensaje, y tuvimos éxito en las escuelas donde la presentamos".

El actual director del grupo de teatro "Umbrales" del Centro Cultural José R. Mijares, narra cómo desde el inicio, antes de adquirir conocimientos acerca de las artes escénicas, sintió un gran interés por la dirección. "Para mí la dirección y la actuación siempre van de la mano, nunca las pude separar. No obstante, en la dirección obtengo mayores satisfacciones porque estoy a cargo de un grupo numeroso de personas".

Por ese tiempo, la obra "Juventud incomprendida" llegó a oídos de Sonia Salum, una de las promotoras culturales más importantes de La Laguna durante los años noventa. Ella tenía a su cargo el proyecto del "Teatráiler", que era una especie de teatro ambulante o móvil, hecho con un tráiler, que al abrir su caja lateral quedaba transformado en un escenario.

"Adentro de la caja había una maquinaria teatral impresionante; equipo de iluminación, vestuario, camerinos. Sonia nos invitó a participar en este programa itinerante que se presentaba en colonias y ejidos de la región. Para ese momento ya habíamos montado otra obra, 'Maldito vicio', un melodrama en el que exponíamos el problema del alcoholismo".

Alejandro cuenta que cuando Sonia los arropó en el Teatro Isauro Martínez, le pidió al profesor Rogelio Luévano que dirigiera a los estudiantes, y ahí empezó todo. "Llevo más de 26 años haciendo teatro. He tenido a mi cargo a varios grupos de adolescentes, niños y adultos en mis talleres".

El también actor, reconoce haber trabajado en el montaje de más de treinta obras. Asimismo, Alejandro ha realizado otros proyectos en Gómez Palacio. "Desde 2002, tengo a mi cargo el proyecto 'El carro de comedias', que forma parte de las actividades que desarrolla el Instituto Municipal de la Juventud".

Este carro se presenta en diferentes colonias de Gómez Palacio, llevando mensajes sobre riesgo ambiental y problemas juveniles a través de sociodramas. "Buscamos llevar un mensaje de reflexión a nuestro público, además de la experiencia estética de presenciar una obra de teatro".

 LA FACETA DE MAESTRO

A lo largo de su trayectoria, Alejandro dice que nunca se imaginó que impartiría clases. "En 2002, comencé a dar un taller en el Icocult, que se ubicaba en la casona de la calle Juárez y Colón, que ahora es una galería de arte. Mi primer taller fue un grupo de diez jóvenes que se inscribieron a un curso de verano. De ahí en adelante hice varios montajes con personas que se acercaban por primera vez al teatro. Siempre me han interesado los jóvenes que están empezando".

De la misma forma, el director comenta que ha recibido capacitadción en diferentes ciudades del país, para después compartir sus conocimientos con las personas que quieren hacer teatro. A pesar de que La Laguna no cuenta con una escuela de artes escénicas, en la UA de C se imparte el diplomado en teatro. "Todavía no tenemos una facultad de artes escénicas. Juan Carlos Martínez y Gerardo Moscoso han estado pugnando para que pueda crearse, si este proyecto logra concretarse, las nuevas generaciones podrán licenciarse aquí mismo".

 SUS INFLUENCIAS

Directores como Raúl Quintanilla y Jorge Celaya, un dramaturgo sonorense que estuvo impartiendo talleres de dirección de 2004 a 2009 en Torreón, han dejado su huella en los trabajos de Alejandro. "Un director nunca deja de aprender. Siempre que termino de montar una obra me siento inconforme, porque creo que eso ya se vio. Sin embargo, busco ser auténtico. No se trata de hallar el hilo negro, sino de sentirse bien con lo que uno está haciendo. Es lo más valioso".

Gerardo Moscoso ha sido otro de sus grandes maestros. Alejandro participó en sus producciones como asistente de dirección por cerca de dos años. "En aquel tiempo estuvimos dando funciones en el Teatro del Centro Cultural Helénico, en la Ciudad de México, presentando "Los perros" de Elena Garro y otras obras como "Ligazón" y "La rosa de papel", de Ramón del Valle Inclán, las cuales forman parte del repertorio de la compañía "La Gaviota". "Con él aprendí que el proceso actoral implica una disciplina, una ideología y una congruencia que yo mismo he tratado de inculcar en mis alumnos, porque estoy convencido de que el teatro debe servir para hacernos mejores personas".

En su experiencia como docente ha comprobado que gracias al teatro las personas aprenden a comprender a sus semejantes, porque para que un actor pueda representar a su personaje debe comprenderlo. "Cuando haces teatro empiezas a ser más tolerante y a liberarte de muchos prejuicios".

Asimismo, explica que el teatro obliga a las personas a leer, a escuchar música de todo tipo y a estudiar la psicología de los personajes, ya que las relaciones humanas se convierten en parte del trabajo del actor. "He visto obras de teatro de las que he salido diciendo: 'Por eso me gusta este arte'. Son trabajos que me han impactado, no por su producción, sino por la contundencia de su exposición y tratamiento".

 TEATRO LAGUNERO

Alejandro relata que la mayoría de las personas que se acercan a su taller llega con inquietud y curiosidad. El grupo que él dirige está integrado por 25 alumnos. "Hay gente que piensa que el teatro es un trampolín para llegar a Televisa, y lo primero que hago es quitarles esa quimera de la cabeza".

También comenta que hay quienes lo ven como una forma de expresión, porque en su casa no pueden hacer lo que representan en escena. "Uno ya se encarga de ir moldeándolos y hacerles ver que el teatro también es estético".

Alejandro explica que el teatro es algo onírico, un sueño. "Los personajes, como fantasmas, aparecen cada noche y hacen el mismo ritual, eso hace que el teatro sea metafísico. De alguna manera, en el teatro jugamos a vivir en un tiempo diferente, como entrar a una máquina del tiempo".

Finalmente, el director del grupo "Umbrales", dice que un umbral es el paso a otra dimensión. "Yo pienso que cada actor es un umbral que muestra una ventana hacia otra realidad. Por eso mi grupo se llama así", menciona el actor y director de teatro lagunero.