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Guerra de Egos

Entre el egoísmo y el egocentrismo

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Por: Cristina García

"Primero yo, después yo y al final yo" o "si no me beneficia a mí, no quiero" son frases ególatras y egoístas. Por mucho tiempo hemos calificado de ególatras a las personas que se ensimisman, que solo piensan en ellos y se auto halagan o solo ven sus aspectos positivos. Tan parecido es al egoísmo que se ha llegado a confundir, ya que este busca a toda costa el beneficio personal, sin importar los demás, sin embargo, son aspectos diferentes que no necesariamente son negativos o positivos. En entrevista con la psicóloga Anna Karen Morales Soto, explica las diferencias y cómo encontrar un equilibrio que impacte positivamente en la cotidianidad.

El ego

Desde una postura psicológica, específicamente del psicoanálisis y Sigmund Freud, se puede hablar del ego en términos del yo, desde la teoría de la estructura del hombre que se divide entre el ego (yo), súper ego (súper yo) y el ello.

La psicóloga Anna Morales explica que “el ego es aquello que permite el balance entre los impulsos y deseos del ello, es decir, toda esta parte que no respeta las normas, que simplemente se deja llevar sin temer a las consecuencias, contra el súper ego que son todas aquellas reglas, posturas, educación o de modo coloquial llamado consciencia social. El ego somos nosotros en equilibrio, de todo aquello que deseamos y todo aquello que para la sociedad o nosotros mismos pensamos que debemos de ser”.

Ni bueno ni malo

“Dentro de esta misma línea del psicoanálisis, el ego como tal no es bueno, ni malo, somos nosotros. A una persona se le considera buena o mala según las normas que se dictan en nuestra sociedad; aunque no existe una norma absoluta que lo dictamine, se puede identificar hacía que postura se enfoca, mediante los aprendizajes que la persona ha tenido a lo largo de su vida, como decir, si ha vivido en un ambiente delictivo donde no se imponen las normas sociales, se considerarán las acciones delictuosas como normales, es decir, que la persona es “buena” o “mala” en base al contexto y postura con que se observa”, señaló la psicóloga.

El ego puede llegar a influir positiva o negativamente en las personas para llevarlos a actuar de cierta manera, funcionando como una motivación o una limitante de acuerdo a como se auto perciba la persona. El ego presenta límites inferiores y superiores de acuerdo a cómo actúe en la persona, sin embargo, la psicóloga aclaró que “el límite del ego difiere de cada persona, de su capacidad de discriminación y diferenciación, estas características se rigen en base a sus aprendizajes y conceptos del “bien” y el “mal” por lo que el límite del ego es flexible para cada uno de nosotros.

Buscando el equilibrio

Al tratar de pertenecer a una sociedad bajo esquemas aceptados, el ego influye de manera que te permita ser parte de, independientemente de los deseos que se tengan o genera una auto exclusión al no permitir sentirse parte de la sociedad por lo que es necesario crear un equilibrio entre los límites inferiores y superiores del ego. Anna Morales explica que “el equilibrio se obtiene en el momento en que uno toma sus decisiones sin dejarse llevar por sus deseos, ni dejarse manipular por el 'deber ser' que se inculca en la sociedad. Describir un ego alto o bajo, sin duda no es una tarea fácil, sin embargo, se puede considerar que es bajo cuando la persona no toma las decisiones por sí mismo y por el contrario se deja influenciar por el decir de los demás, dejando de lado lo que en verdad quiere, piensa y necesita. Para descubrirlo se debe llevar a cabo una íntima reflexión a profundidad sobre el cómo se han tomado las decisiones y a qué camino te han llevado estas: si te encuentras satisfecho con el resultado y si aún el día de hoy volverías a hacerlo; si la respuesta es afirmativa probablemente el ego es más alto de lo que se imagina, pues se encuentra en un estado de satisfacción personal que permite apreciar los errores y aciertos con entereza”.

Ególatras

“El egocéntrico hace de su persona el centro de atención. El egocentrismo es el punto máximo al que llega el ego, cuando se considera a sí mismo más importante o superior a su entorno, es una forma de ser, el creer que puede hacer todo mejor que los demás. El límite extraordinario del egocentrismo es la soberbia, se llega a este extremo cuando se es incapaz de situarse en una perspectiva distinta a la suya, considerando que ésta es la única opinión y/o postura que merece ser tomada en cuenta, despreciando así a su entorno”.

La psicóloga señaló que “se es egocentrista cuando se pierde el contacto con la realidad, cuando el ser, solo puede amarse a sí mismo y se considera demasiado bueno para ser apreciado por los demás. El equilibrio se encuentra en el punto cercano a los dos extremos de superioridad e inferioridad, ni se es uno, ni se es otro, simplemente somos; el aceptar que a veces seremos suficientes para tomar una decisión o enfrentar nuestros problemas, y que en cambio en otras situaciones necesitaremos la ayuda de los otros, como nuestra red de apoyo”.

El egoísmo

¿Qué hay de diferencia entre el egoísmo y la egolatría? Ambos se tratan de pensar únicamente en sí mismos por lo que causan confusión en las definiciones. La psicóloga explica que “el egoísmo es el punto en que la persona decide no hacer nada que de una u otra forma no lo beneficie a él, es anteponer el interés personal al bien común, por decirlo de alguna manera, es una parte natural del hombre, que no debe de verse de forma negativa como normalmente se hace, es simplemente el amor que se tiene a sí mismo la persona y su búsqueda implacable de verse recompensado por lo que se considera que es y merece”.

Dentro del egoísmo sí se puede considerar 'bueno’ o ‘malo’ ya que se manifiesta en actitudes.

El egoísmo se vuelve malo cuando la persona considera que todos los demás se rigen por el mismo principio, es decir, que en ningún momento se hace algo desinteresadamente, que por el contrario siempre se busca obtener algo a cambio: por lo que conlleva a la persona a una serie de actitudes y acciones que no solo lo perjudican a sí mismo sino también a su ambiente, al no preocuparse de las repercusiones que tienen sus decisiones.

El egoísmo bueno es también considerado el “egoísmo altruista” es aquella mentalidad de las personas que mantienen acerca de su estado y su entorno, es decir, consideran que quien primero debe avanzar es uno mismo para poder después ayudar a los demás; la persona está siendo en primer momento egoísta al pensar en su desarrollo pero altruista al pensar en el beneficio que ocasionaría a los demás. Una cosa es saber que podemos hacer las cosas pues contamos con capacidades para alcanzar aquello que nos proponemos; y otra muy diferente hacer de todo para poder alcanzar el objetivo, sin interesarse por lo que hagan los demás y como las acciones perjudican al medio, pensando que solo puede actuar para sí mismo y su propio beneficio. El límite del egoísmo se alcanza cuando se daña el entorno del individuo.

Ni mucho ni poco

Al igual que en la búsqueda del equilibrio en el ego, el equilibrio en el egoísmo se encuentra en la introspección de la persona; todos somos egoístas por naturaleza, es una parte de nosotros mismos, es amarnos y aceptarnos por como somos y por lo mismo son nuestros deseos de superación y mejora. Se es muy egoísta cuando se busca solo el beneficio propio, se es nada egoísta cuando se es conformista; el equilibrio se encuentra entre la búsqueda de la mejora continua y la aceptación de la realidad.

Problemas de egos

La introspección es esencial para poder evaluar los egos, nadie puede conocerte mejor que tú mismo. Incluso cuando se va al psicólogo, nuestro el único papel que se desempeña como profesional es el apoyo al paciente de manera objetiva para aquellos problemas que se presentan en la vida cotidiana. Tú como persona cuentas con todas y cada una de las herramientas para poder hacer frente a las diferentes situaciones y/o dificultades que se te presentan en la vida, la cuestión es, creer en nosotros mismos. El ego es fuerte pues siempre busca encontrar el mejor balance entre el súper ego y el ello. La mayoría de las personas dedican su vida a cambiar, a tratar de actualizar su concepto en lo que deben de ser, sin comprender que en realidad es tratar de actualizarse a sí mismo como personas.

“Somos personas en constante cambio, que atraviesan diferentes situaciones y mientras para algunas contaremos con ventajas, para otras necesitaremos de la ayuda de lo demás”, concluyó la psicóloga.

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