'Sentí muy feo de decirle a mi compañera de vida y a mis niñas que me tenía que ir, las dejé llorando ”. RAFAEL ÁLVAREZ, Migrante de El Salvador
Rafael, Enrique y Fidel se encuentran de momento en una etapa de descanso, en unos días deberán prepararse para abordar otra vez el tren que llaman "La Bestia", su objetivo es alcanzar el sueño americano.
La hora del almuerzo en el Centro para Migrantes "Un Paso a la Esperanza" de Torreón ya terminó, luego de lavar los platos y acomodar sus lugares se sientan en un círculo para narrar la forma en la que salieron de sus países para convertirse en migrantes.
"Yo tengo dos hijas que dejé en El Salvador, me vine por motivos de pobreza, no me alcanzaba el dinero y no había para comer... se gana poco, trabajaba en un mercado y no sacaba más de diez dólares al día", asegura Rafael Álvarez, quien tiene 44 años.
El mismo Rafael indica que será la segunda vez que trate de quedarse a trabajar en los Estados Unidos, en 2005 logró cruzar y conseguir un empleo por sólo unos meses, pero la tristeza de dejar atrás a su pareja y sus hijas lo hicieron regresar.
Sin embargo, al arribar a El Salvador encontró una situación económica todavía más complicada para su familia, fue así que tomó la determinación de partir por segunda vez a bordo del tren "La Bestia".
"No me quedó otra opción, sentí muy feo de decirle a mi compañera de vida y a mis niñas que me tenía que ir, las dejé llorando cuando agarré camino y hasta se me colgaban... pero no hay de otra, yo sí creo en el sueño americano".
'TODO LO HAGO POR MI FAMILIA'
Luego de casi una semana de viaje fue como llegó a la ciudad de Torreón, bajó del ferrocarril para recuperar sus fuerzas y comer un poco antes de reanudar su viaje, antes había escuchado del centro para migrantes "Un Paso a la Esperanza" y decidió pedir ayuda.
Al igual que a los otros migrantes, a Rafael se le proporcionaron ropa, zapatos, baño, comida caliente y un lugar donde dormir, pero a pesar de estas ayudas pronto será tiempo de partir.
"Con la ayuda de Dios lo vamos a lograr, todo lo hago por mi familia".
Justo al lado de Rafael Álvarez se encuentra Enrique Sánchez, un hombre de 37 años que hace dos meses dejó Honduras por la falta de oportunidades y la "extrema inseguridad" que se vive en su país.
Antes de contar su historia Enrique apunta con sus dedos varias cicatrices largas en su cara.
"La delincuencia está tremenda, estas marcas que tengo me las dejaron unos tipos cuando era comerciante y me golpearon, también me dieron cuatro tiros en las piernas... Es demasiado".
Enrique Sánchez decidió salir de Honduras, debido a que su negocio de toda la vida ya sólo le representaba pérdidas, además de las amenazas y extorsiones del crimen.
SE CANSAN DE LA PRECARIA SITUACIÓN
Con muy poco dinero en la bolsa decidió subirse al tren y buscar un empleo en la Unión Americana, pero al igual que Rafael, quiso hacer una pausa para recargar fuerzas y continuar con su viaje de varias horas.
"Me han dicho que todavía faltan como cuatro días para llegar a Estados Unidos, por eso me vine a este lugar".
De El Salvador también proviene el señor Fidel Vázquez, a sus cincuenta años no pudo aguantar más las condiciones de vida que tenía y optó por irse en "La Bestia".
En su hogar deja a tres hijos e inclusive a dos nietos, a quienes quiere demostrar que nunca es tarde para cumplir los sueños.
"Hay que enseñarle a los más chicos a que hay que salir adelante siempre, vivir pobre y con hambre no es vida... yo lo hago por mejorar, si pudiera me quedaba en San Salvador, pero las cosas no son fáciles".
