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Una vida destinada al teatro

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DIANA L. NÁPOLES Y

"El doctor está borracho. ¿Qué hacemos?", decían los asistentes alarmados. "Al doctor le decían el Pulques. Yo los escuché y me ofrecí a ayudar, les dije que era médico y que podía revisar al señor. Sin pedirme cédula profesional me dieron el maletín del Pulques y me senté frente a Cantinflas para revisarle la rodilla. Al escucharme hablar me preguntó: 'De qué parte de España eres?', 'No, soy mexicano', '¿Y por qué habla así?', entonces comencé a contarle mi historia", narra Gerardo Moscoso, director de la Compañía de teatro La Gaviota.

"¿Y qué anda haciendo aquí?", me preguntó. "Pues ando de extra". Después de un breve intercambio de palabras, Gerardo le explicó que aún no había podido convalidar, pues tenía poco tiempo de haber regresado de España. Mario Moreno le dio una tarjeta para que fuera al sindicato, y al día siguiente Moscoso consiguió su primer empleo como médico de rodaje.

Más tarde, por azares del destino, obtuvo un empleo como asistente de dirección en el montaje "La ópera de tres centavos" de Bertolt Brecht, dirigida por Martha Luna, tía de Diego Luna.

"Este fue mi primer contacto con el teatro", comenta. La directora se había enojado con un actor y le pidió a Gerardo que se probara el vestuario para que se quedara con el papel. "Me puse la ropa inmediatamente. Guillermina Bravo me montó las coreografías en 48 horas. Me tuvieron mucha paciencia y fueron muy generosos conmigo. Esa ópera fue mi debut, la presentamos en el Teatro Fru Fru".

Después, regresó a su trabajo como médico de rodaje, estando en alrededor de 200 películas entre mexicanas y extranjeras. Gerardo cuenta que no conseguía trabajo en ningún hospital público, porque no había hecho el internado rotatorio en México, ya que estudió medicina en España. "El único lugar donde encontré empleo fue en un hospital privado, donde comencé a ejercer como ginecólogo. Pronto me di cuenta de que no tenía nada que hacer ahí. Mi vocación era de servicio, no de hacer dinero. A los ocho meses me fui".

Después de este breve período, regresó a su empleo de médico de rodaje. En 1981, lo llamaron de Conacine, la empresa estatal que producía para los Estudios Churubusco, cuyo director era Benito Alazraki. A Gerardo le ofrecieron el puesto de director ejecutivo de la empresa. "Entonces dije: 'Este país no tiene parangón. Hay gente haciendo filas y a mí me ofrecen este trabajo, supongo que es una broma Don Benito', y me contestó que no".

En ese momento le ofrecieron 30 mil pesos por semana. Y dijo: "Con esto me voy a España. Yo traía clavadísima la idea de regresar", explica.

  LA PRIMERA PELÍCULA

Su primera producción fue "El color de nuestra piel", basada en una obra de Celestino Gorostiza, y dirigida por Alejandro Galindo. El director lagunero, menciona que se había dedicado durante esos últimos años a ver cine mexicano y sabía quién era Galindo. El presupuesto de la película fue de once millones de pesos con seis semanas de rodaje. "Yo la terminé en cinco semanas y con nueve millones de pesos. Entonces me vieron y dijeron: '¿Y éste de dónde salió?'", comenta.

Para Gerardo el haber sido médico de rodaje en tantos filmes representó una gran ventaja, ya que eso le permitió observar cómo se trabajaba en este ambiente.

"Me quedó fama de buen productor, pero nunca me gustó la producción". En la película Gerardo eligió parte del reparto, dentro del cual incluyó a la coahuilense Patricia Rivera. Después de esa producción, volvió a ser médico de rodaje, pero un mes después Alazraki lo llamó de nuevo. Le dijo que fuera a México, pero Moscoso ya tenía su boleto para regresar a España. Don Benito insistió. "Finalmente fui y me ofrecieron trabajar en una coproducción con Francia. Era una película del español Carlos Saura".

Entonces, sabiendo que no tenía nada que perder, esa misma tarde se entrevistó con el director, quien al platicar con él, se dio cuenta de que estaba tratando con un novato, a lo cual replicó: "Esto no es serio, es la primera vez que voy a filmar un guión que no es el mío y me ponen a un improvisado". Gerardo le dijo que estaba de acuerdo con su opinión. "Me vio y dijo: 'Tampoco quiero quitarte el trabajo, pero me voy a traer a todo mi equipo de España, te dejo el libreto y regreso en febrero a ver qué tanto puedes adelantar'", sentenció.

Gerardo cuenta que se fue al comedor de los Churubusco a empezar a leer el guión, cuando se le acercó Martha Luna, y al contarle de su proyecto ella le dijo: "Esta cinta se puede hacer en San Luis Potosí, ahí hay todo para filmar en los años veinte".

Sin pensarlo dos veces, al día siguiente alquiló un carro y se fue con un amigo a San Luis. "Sin razonar, iba viendo, 'Si yo fuera el director de esta película, -ya había leído el guión dos veces- ¿dónde podría filmar esta escena?' e iba tomando fotografías de las locaciones donde creía que podían filmarse".

El día que llegó Saura, Gerardo llamó a las personas que creyó idóneas para trabajar a su lado. "Cuando entró Saura aparecieron unas amigas con los diseños de vestuario y le enseñé las fotografías. Después de ver todo, me dijo: 'Nos vamos a San Luis'. De los lugares que elegí, se quedó el 98 por ciento".

 EL CASTING

Después de esta película, Moscoso volvió como médico de rodaje. Antes de que la cinta donde estaba terminara de filmarse, le avisaron que había una audición para una obra, y fue a probar suerte al Teatro Lírico. Al llegar a la audición, preguntó si había algún papel para personas de su edad, y le dijeron que sólo había uno.

"Cuando pasé, sentí que había hecho el oso de mi vida, pero logré quedarme con el papel de Jacob, el quinto en importancia dentro de una obra con más de treinta actores. Fue mi primera escuela. Este año se cumplen tres décadas de que estrenamos 'José, el soñador'. Ahí me di cuenta de que eso era lo que me gustaba hacer.

Dentro de su faceta como actor, trabajó con Ludwik Margules, con quien hizo "Las adoraciones", "Don Juan" de Molière, entre otras obras. "Hacer teatro no es parar a un actor arriba del escenario y ponerlo a recitar un texto como locutor de radio. La gente no quiere ver a alguien representando a Hamlet, la gente quiere a Hamlet en el escenario. Eso es lo que aprendí, el método vivencial, corregido y aumentado", narra.

 PLANES FUTUROS Respecto de qué proyectos tiene planeados, Moscoso dice: "Me veo sacudiendo conciencias dormidas. Voy a seguir transmitiendo incomodidad e indignación ante las asimetrías sociales que percibo, porque el teatro es una herramienta que me permite buscar a través de la creación", concluye.

El retorno a casa

Después de varios años de haber trabajado con Margules, decidió regresar a Torreón y convertirse en director de una compañía regional. "En 2003, me llamaron para decirme que estábamos entre los mejores 18 montajes del país y que habíamos sido elegidos para la Muestra Nacional, con una obra de León Felipe".

"Trato de expresar cosas que den en el blanco. Denunciar, reflexionar a través de una puesta en escena que tenga un contenido ético y estético, que sea preciso, sencillo y auténtico". En la opinión de Gerardo, la crítica de teatro es necesaria, además de contar con otros puntos de referencia, pues considera que geográficamente estamos muy aislados para poder comparar el trabajo que se realiza con el de otras compañías.

Gerardo Moscoso

⇒ ¿Qué estás leyendo? "El buda de tu espejo", de Woody H.

⇒ ¿Qué sabes cocinar? Tortilla de patatas española.

⇒ ¿Cuál es tu pasatiempo? Ordenar mis libros, sacudir el polvo y saber dónde tengo lo que quiero encontrar en mi biblioteca. Convivir con mis 5 perros y mis 3 gatos.

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