La máquina de escribir facilitó el trabajo de oficina e impulsó la correspondencia en cadena. INGIMAGE
Hace algunas décadas, imaginar el trabajo de oficina sin ellas resultaría prácticamente imposible, además, su desarrollo sirvió también para que se produjeran otros inventos, además de facilitar la escritura y la correspondencia en cadena.
Se trata de la máquina de escribir, una herramienta que más de medio centenar de inventores intentaron desarrollar desde el siglo XVII, pero que evolucionó hasta recién el siglo XX.
Aunque se tiene registro de una patente de 1714 de una máquina para transcribir e imprimir cartas, fue el conocido como “címbalo escribiente” de Giuseppe Ravizza de 1837 el que se considera como el primer proyecto cercano a la herramienta mencionada.
Posteriormente, en 1865 y 1866, aparecieron los proyectos de Malling Hansen y Peter Mitterhorfer, respectivamente; aunque el más innovador surgió en 1874.
En ese año, apareció la máquina de escribir Remington, la primera en contar con el llamado teclado QWERTY, diseñado por el tipógrafo norteamericano Lathan Scholes, quien vendió los derechos a la fábrica, que las adaptó, las hizo de menor tamaño y de una utilización menos compleja.
A partir de ese mismo año, cabe mencionar también, se empezaron a producir las máquinas de forma industrial y con diseños cada vez más prácticos que permitieron su popularidad ya entrando el siglo XX.
Tan sólo en el primer año de su producción, vale saber, fueron construidas mil máquinas Remington, que facilitaron considerablemente el trabajo de oficina.
^AC