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1958: Muere el Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez

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Convencido de que “la poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”, el español Juan Ramón Jiménez consideraba que el poeta no era un filósofo sino un clarividente, que sabía bien que el “color del mundo es mayor que el sentimiento del hombre”.

A 55 años de su aniversario luctuoso, Jiménez es recordado por su obra consolidada, pero también por la inédita que acaba de ser objeto de un encuentro, en Jerez, España, donde especialistas en el tema intercambiaron puntos de vista al respecto.

En estas conferencias participaron la Academia San Dionisio de Jerez y la Universidad norteamericana de Villanova, además se montó la exposición “Juan Ramón Jiménez. Aquel chopo de luz”, con fotografías, textos y manuscritos del autor de “Platero y yo”.

Jiménez nació el 25 de diciembre de 1881 en Moguer, España; durante su adolescencia entró en contacto con la literatura de Bécquer, hecho que lo atrajo a la poesía.

De acuerdo con sus biógrafos, estudió Derecho en la Universidad de Sevilla, carrera que abandonó, contraviniendo los deseos de sus padres, para seguir con su vocación literaria.

En 1900, se trasladó a Madrid, donde entró en contacto con los grandes poetas modernistas y publicó sus dos primeros libros “Nínfeas” y “Almas de violeta”, cuyos títulos fueron propuestos por los poetas Francisco Villaespesa (1877-1936) y Rubén Darío (1867-1916).

Tras sufrir de neurosis depresiva, regresó a Moguer donde su familia lo internó en un sanatorio francés para enfermos mentales, a esta etapa corresponden sus obras “Rimas” (1902), “Arias tristes” (1903) y “Jardines lejanos” (1904).

Entre 1905 y 1912 el poeta residió en su pueblo natal entregado a la lectura y admirando la vida campesina en Andalucía, en este periodo escribió obras como “Elegías” (1908-1910), “Olvidanzas” (1909), “La soledad sonora” (1911), “Poemas mágicos y dolientes” (1911), “Melancolía” (1912).

En 1911 conoció a Zenobia Camprubí Aymar, con quien contrajo nupcias en 1916, a ella dedicó el libro “Diario de poeta y mar”, donde el mar se convierte en uno de sus más importantes símbolos poéticos.

En 1916 escribió el libro en prosa “Platero y yo”, que se convirtió en uno de sus textos más célebres.

Los conocedores de su obra dividen ésta en dos grandes etapas: la poesía sensitiva (1898-1915) marcada por la influencia de Bécquer el Simbolismo y el Modernismo, y la intelectual (1916-1936) donde descubre el mar como motivo trascendente.

En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, se exilió en Estados Unidos, Cuba y posteriormente en Puerto Rico, a esta época corresponden sus libros “La estación total” (1946), “Romances de Coral Gables” (1948) y “Animal de fondo” (1949).

En 1956, cita una enciclopedia en línea, la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde había vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabajaba como profesor en la Universidad.

Tres días después murió su esposa en San Juan y él jamás se recuperó de esa pérdida. Permaneció en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, aceptó el premio en su nombre.

Dos años después, el 29 de mayo de 1958, Juan Ramón Jiménez falleció, en la misma clínica en la que falleció su esposa. Sus restos fueron trasladados a España.

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