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De libros y ausencias

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

En algunas ocasiones, tengo el privilegio de conocer algún proyecto literario antes de que vea la luz. Hoy hablaré de dos de esos proyectos que pronto alcanzarán la calle.

De algún otro, todavía tengo un comentario pendiente, como es el de mi amigo Manuel Torres, que hace poco publicó, y que narra la forma en que logró vencer algunas adicciones. Experiencia personal muy aleccionadora que nos deja un mensaje de que todo es posible en esta vida, cuando se tiene voluntad para hacer las cosas.

Esta semana salió ya editado otro libro de mi amigo Salvador Hernández Vélez, que es una recopilación de artículos sobre su pueblo natal: Viesca. Salvador fue recopilando a lo largo de los meses una serie de artículos que ahora da a conocer en forma ordenada en este volumen.

En él, narra muchas vivencias sobre su pueblo natal y el desierto de Coahuila. Tengo claro que el apego a la tierra natal es uno de los vínculos más fuertes que podemos tener y por eso en este libro, Salvador, habla de su tierra con tanto amor.

En esos artículos él narra vivencias infantiles y familiares, todas muy hermosas y aleccionadoras, porque cuando se escribe de la Tierra se hace con verdadera pasión, porque ahí están anclados los recuerdos más hermosos de una buena parte de nuestra vida.

Esos pueblos están habitados por personajes sorprendentes y muy sabios, que cuando los traemos de la memoria se engrandecen y muestran su lado aleccionador. La familia de Salvador es de esas familias que dan para escribir una novela completa del corte del realismo mágico.

El otro libro, que hoy quiero anunciar, es el que muy pronto verá la luz y consiste en la recopilación de las columnas periodísticas de "Nauyaca", escritas por mi entrañable amigo Antonio Irazoqui y de Juambelz.

Su hija Mónica, se dio a la tarea de hacer una recopilación de miles de columnas publicadas en las páginas de El Siglo de Torreón, a lo largo de varias décadas.

Esa columna fue referente obligado para los lectores cotidianos de El Siglo de Torreón. Era común que tomáramos la sección local del periódico y lo primero que leíamos era "Nauyaca", pues es una columna plagada de buen humor e ingenio y no debemos de olvidar que el ingenio es el relámpago de la inteligencia.

Si algo caracteriza a mi amigo Antonio es precisamente su sentido del humor y su facilidad para ironizar. Quienes lo conocemos bien, sabemos que nada escapa a ese humor con el que alegraba nuestros días.

Mónica, su hija, con un grande amor, se entregó a una tarea titánica, pues hubo de seleccionar las "mejores" columnas, pero resulta que todas son excelentes. Yo admiro y felicito a Mónica, por su entrega y amor filial con el que hizo este trabajo que esperamos pronto podamos tener en las manos, para volver a disfrutar del pensamiento y humor de nuestro querido Antonio.

No puedo cerrar estas líneas sin hacer referencia tres grandes ausencias, dos de ellas muy sentidas. A la de la cantante Sarita Montiel, a quien aprendí a admirar a través de mi madre, quien sentía una verdadera admiración por la cantante española nacionalizada mexicana. "El último cuplé", es en verdad inolvidable.

Igualmente están ahora las ausencias de dos muy buenos amigos: Gregorio Martínez, el primer doctor en agricultura, originario de Viesca y un gran ser humano. Sobre todo con un marcado sentido de la solidaridad, porque no había favor que se le pidiera que no hiciera lo que estaba en sus manos para satisfacerlo.

Goyito, como se le conocía, estudió agronomía en la Narro y fue maestro y doctor, en esas disciplinas agrícolas por la universidad de Wisconsin, de ahí que fuera en gran orgullo para su pueblo, del que nunca se despegó y al que amó profundamente.

La otra sentida ausencia es la de Melchor de los Santos, exrector de la Universidad Autónoma de Coahuila, cargo al que llegó después del movimiento de autonomía, en 1973, cuando tenía sólo 23 años de edad.

Melchor fue un rector excepcional y un excelente amigo. Ocupó los cargos de Diputado Federal y Senador; y podría decir que en un momento dado se llegó a perfilar para la gubernatura de nuestro estado. Pero perdió todo interés por la política a raíz del asesinato de su buen amigo Luis Donaldo Colosio.

Excelente economista, con una sólida formación académica y un acendrado sentido de la amistad. Se va a una edad temprana, si bien no era un jovencito, pero siento que aún tenía mucho que darnos.

Gregorio y Melchor, son de esos hombres que nunca deberían morir, pero que se marchan después de habernos dejado grandes lecciones de vida.

Descansen en paz, estos queridos amigos.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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