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PARADIGMAS DEL AGUA

¿ESTIAJE NORMAL O SEQUÍA EXTREMA?

RAÚL CUÉLLAR CHÁVEZ

Se ha mencionado en los medios de comunicación que se anticipa un año seco, como la continuación de un período prolongado de sequía en el norte del país, comparando las lluvias registradas de enero a marzo del 2013 con los registros históricos promedio, sin embargo, para una valoración confiable, debemos esperar a que pase el período de estiaje (noviembre-mayo) y para entonces contar con la información climatológica apropiada para una mejor predicción de las lluvias esperadas para este año.

Se conoce como período de estiaje a la época de lluvias mínimas o nulas en la cuenca del río Nazas, que se presenta normalmente en la región año con año, salvo algunas lluvias escasas de invierno-primavera (7 meses), que se diferencia considerablemente de la temporada de lluvias que ocurre en el verano-otoño (5 meses) en forma muy variable.

Los registros históricos de precipitación pluvial en la cuenca así lo demuestran. Las lluvias en la cuenca y en la Comarca Lagunera dependen de la humedad que llega de los océanos cuando ocurre la temporada de ciclones, principalmente en el Pacífico y con menor frecuencia en el Golfo de México.

Por lo tanto, la disponibilidad de agua en la región depende de los fenómenos meteorológicos que aportan lluvias en forma aleatoria a la meseta central del norte del país. Con un solo huracán se pueden llenar las presas de la cuenca del río Nazas cuando llega a impactar las costas entre Nayarit y Sinaloa.

También se ha mencionado que muchas pequeñas comunidades rurales sufren del abasto de agua por el período de sequía extrema, por lo que se les suministra agua en carros-tanque (pipas), sin embargo, el problema de suministro de agua para beber en estas localidades es permanente al no contar con sistemas formales de abastecimiento, por lo que esta situación se presenta, tanto en períodos de sequía, como de lluvias. Es importante reconocer que cuando ocurren las sequías, adicionalmente tienen problemas de disponibilidad de agua para sus parcelas y ganado de subsistencia.

Para la agricultura de riego en la región, lo importante es la disponibilidad de agua en las presas, por lo que los escurrimientos que año con año recargan estos reservorios se aprovechan en los ciclos agrícolas subsecuentes.

Es de destacar que en 2008 y 2010 se tuvieron escurrimientos extraordinarios en la cuenca del río Nazas, lo que permitió contar con las presas llenas en esos años y a su vez establecer importantes ciclos agrícolas, con volúmenes superiores a los normales desde 2008 hasta 2012, a pesar de la fuerte sequía que se presentó en 2011, cuando las lluvias y las aportaciones a las presas fueron mínimas, sin embargo, el distrito de riego contó ese año con un volumen mayor al promedio con 1,100 Mm3 para sembrar 71,964 has.

Si bien, en el 2012 continuó la sequía, aunque no fue tan severa, el ciclo de riego del Distrito fue superior a lo normal, gracias al almacenaje que se tenía en las presas en 2011. En el 2013 se redujo el almacenamiento en las presas, lo que está restringiendo los cultivos en la región durante el ciclo agrícola, con su consiguiente impacto en las actividades económicas de la región.

¿Cómo podemos enfrentar en nuestra región la variabilidad impredecible de las lluvias?

La primera opción más razonable es reducir el consumo mediante una cultura del cuidado del agua en todos los ámbitos, particularmente en la agricultura como principal usuario del recurso.

Otra opción que se ha planteado es incrementar la disponibilidad de agua en la región, proponiendo la importación de este recurso de otras cuencas, o bien, induciendo la lluvia mediante métodos artificiales, cuya factibilidad práctica en ambos casos requiere ser evaluada.

Al respecto, desde hace muchos años se ha planteado la idea de trasvasar agua de la vertiente del Pacífico a la cuenca del río Nazas, con un alto grado de complejidad legal y de enorme costo de inversión y operación. También se han propuesto el bombardeo de nubes con núcleos de cloruro de calcio o las antenas de ionización con cargas eléctricas que inducen la lluvia cuando existe humedad suficiente en el ambiente, cuyos resultados con ambas tecnologías se encuentran todavía en proceso de validación.

Por lo tanto, la alternativa más racional es hacer un uso eficiente del agua en nuestros hábitos cotidianos, para eliminar la vulnerabilidad cuando se presenten limitaciones en la disponibilidad de agua durante los períodos de sequía, como ha sucedido en el pasado y continuará ocurriendo en el futuro cuando se presenten períodos de lluvias escasas en la cuenca.

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