"¡Cómo quisiera una Iglesia
Pobre y para los pobres!"
Papa Francisco
Algunos grupos políticos han señalado al nuevo Papa Francisco como un hombre conservador e incluso retrógrado. Lo acusan de colaborar con la dictadura argentina de los años setenta. La propia presidenta Cristina Fernández dijo en 2010 que con el rechazo del entonces arzobispo al matrimonio entre homosexuales se pretendía llevar a la sociedad a "tiempos medievales y de la Inquisición".
Lo curioso es que la gente de las "villas miseria" de Buenos Aires, a las que Jorge Mario Bergoglio acudía con frecuencia cuando era arzobispo, tiene una visión diferente. Las anécdotas describen a un sacerdote humilde y cercano personalmente a los pobres. Los propios habitantes de esos paupérrimos barrios bonaerenses le han puesto ya el mote de "papa villero".
Bergoglio se opuso a la teología de la liberación por las mismas razones por las que ahora dice: "Si no proclamamos a Jesús nos convertiremos en una ONG piadosa". Pero su cercanía personal a los pobres ha sido sincera y sostenida a lo largo de su vida. El cardenal que tomaba el colectivo para visitar a monjas y amigos en las villas miseria de Barracas es hoy un papa con capacidad de cambiar muchas cosas en la Iglesia.
Una parte de la izquierda se ha distanciado del júbilo general en Argentina y ha cuestionado al nuevo papa. Horacio Verbitsky --periodista de Página 12, un periódico cercano a la familia Kirchner en el poder, y autor del libro El silencio que acusa a Bergoglio de haber colaborado con la dictadura-- ha calificado la designación del nuevo pontífice como "una vergüenza para Sudamérica y Argentina". Otros no están de acuerdo. Adolfo Pérez Esquivel, ganador del Premio Nobel de la Paz, y una de las voces más valientes y coherentes contra la dictadura, ha dicho: "Hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no."
Jorge Mario no sólo fue un arzobispo villero sino que utilizó muchas veces la tribuna de la arquidiócesis para cuestionar el capitalismo y el consumismo. También criticó a los gobernantes populistas y de ahí surgieron sus diferencias con Néstor y Cristina Kirchner. Bergoglio respaldó, por ejemplo, a los productores del campo que en 2008 se opusieron a la Resolución 125 de Cristina que buscaba imponer un impuesto confiscatorio a las exportaciones agrícolas. Pese a las diferencias, la presidenta argentina ha sido ahora cautelosa en sus reacciones a la elección del papa y ha anunciado que asistirá a la misa inaugural del 19 de marzo.
En unos diálogos con el rabino Abraham Skorka, director del Seminario Rabínico Latinoamericano, ahora publicados bajo el título Sobre el cielo y la tierra, Bergoglio señaló: "El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al capitalismo salvaje." Y añadió: "A veces pregunto al que confiesa si da limosna a los mendigos. Cuando me dicen que sí, sigo preguntando: '¿Y mira a los ojos al que le da limosna, le toca la mano?' Y ahí empiezan a enredarse, porque muchos le tiran la moneda y voltean la cabeza."
La gran pregunta es si el papa Francisco cambiará algunas de las prácticas de la Iglesia Católica, una institución rica desde hace siglos, que la alejan de los pobres. Queda claro el rechazo del papa al comunismo, la teología de la liberación y los intentos por convertir a la Iglesia en una ONG; pero Francisco ha mostrado hasta ahora un mayor acercamiento personal a los pobres de lo que es normal entre los prelados. ¿Serán sus actos públicos más cercanos a los pobres o con el tiempo se acostumbrará a la distancia que impone el papamóvil y las medidas de seguridad? Lo más importante, sin embargo, es si avanzará en el sueño de construir una Iglesia pobre y para los pobres.
CEREMONIA Y MISA
La ceremonia por el aniversario de la expropiación petrolera fue adelantada al 17 de marzo para permitir al presidente Peña Nieto viajar al Vaticano a la misa inaugural del pontificado el 19 de marzo. No deja de ser paradójico.
Twitter: @sergiosarmient4
