Los aromas evocan

A sus 14 años, Enrique Sanz Bascuñana -nativo de Barcelona, España- se percató de que estaba totalmente seducido por el olor que desprendía una de sus compañeritas de estudio, quien -paradójicamente- no le atraía en lo absoluto. A los 23, ya casado, con un hijo, y trabajando en una compañía ferroviaria de Caspe, Zaragoza, encontró, en uno de los andenes de la estación, un libro que, por descuido, dejó una de las pasajeras al abordar el tren. Intentó contactarla para devolverle su pertenencia, pero le fue imposible. De manera que no tuvo otra opción que quedarse con aquella obra. Se trataba de El perfume: historia de un asesino, la famosa novela del alemán Patrick Süskind.

"Esa lectura abrió para mí un universo que me resultó tan desconocido como apasionante", comenta Sanz para esta entrevista telefónica, especialista en aromaterapia holística. A sus 49 años, este especialista se define como "aromatólogo", particular adjetivo que alude a su pasión y especialización en la materia y a su aporte como fundador de la Asociación Española de Aromaterapia, exdirector del Laboratorio Apsara Vital y actual director de la Escuela Internacional de Aromaterapia de Barcelona, artesano, perfumista y cosmetólogo especializado en productos naturales, quien tiene, además, una licenciatura en Teología y un máster en Religión y Budismo. En esta oportunidad, el especialista ofrece a los lectores la esencia de su oficio.

Lo esencial

Aclara Sanz que la aromaterapia es un tratamiento al que se le llama natural, complementario o alternativo, según el país en el que se practique. Es una rama de la milenaria herbolaria o fitoterapia (ciencia del uso de las plantas medicinales). Consiste en la aplicación de un aceite esencial -de origen 100 por ciento vegetal- para atender diversas afecciones físicas o mentales. Comenta el entrevistado que el oficio tiene dos grandes filosofías de aplicación en el mundo: La Escuela Francesa, que es donde nace, y la Escuela Anglosajona, más conocida.

"La Francesa tiene un enfoque muy médico; el aceite esencial es empleado como un medicamento más, por tanto, el especialista lo receta para que el paciente lo ingiera o se lo aplique en la superficie o bien en el área interna de la piel (pone como ejemplo que en Francia existen óvulos vaginales de aceites esenciales). La Escuela Anglosajona es la más popular y se basa en la aplicación de aceites esenciales a través del masaje. Es más asequible, sencilla e implica un nivel de formación, que si bien es riguroso no exige el nivel 'médico' de la Escuela Francesa. A mí, particularmente, me gusta trabajar con una combinación de las dos vertientes".

Sólo es química

Si se coloca el término "aromaterapia" en el buscador de Google, puede encontrarse -ligada al concepto- una suerte de clasificación de los aceites esenciales de acuerdo con sus efectos sobre el organismo; "el ciprés para relajar", "la albahaca para equilibrar el organismo", o "el cilantro como afrodisíaco", por ejemplo. Para Sanz este tipo de especificaciones son, a veces, muy arbitrarias.

"Hay más de 300 tipos de aceites esenciales, indicar que hay uno fijo para una dolencia en particular supone que estamos tratando al paciente como el reflejo de un síntoma y no como una totalidad orgánica. Cada aceite es un producto de cosecha, proviene de plantas que requieren de unas horas determinadas de destilación dependiendo de su origen, lo cual hace que todos sean químicamente distintos. También hay que aclarar que no se trata de medicamentos, decir eso nos metería en un problema con la medicina general. En todo caso, soy ganado a la idea de explicar que los aceites esenciales pueden dividirse de acuerdo con sus propiedades terapéuticas. Puede tomarse prestado el lenguaje médico para explicar tales propiedades; de esta manera, podríamos catalogarlos como antisépticos, antiinflamatorios y antibióticos".

Huele bien

Menciona Sanz que una de las mejores aplicaciones de la aromaterapia es en tratamientos para erradicar el estrés y atender las infecciones digestivas y respiratorias. "Ya está más que dicho que el estrés es el mal de esta civilización y que se le considera el origen de muchas enfermedades. Acá entra en juego lo psicosomático (proceso psíquico que tiene influencia en lo orgánico). Si partimos de la idea de que la aromaterapia ataca el estrés, podemos reconocer entonces su acción sanadora en el individuo, sin necesidad de inscribirla en ninguna corriente 'nueva era' ni de decir que su efecto es 'mágico', sino partiendo de la idea de que genera un nivel mental saludable que puede propiciar como consecuencia un idóneo estado de salud. Por otro lado, la volatilidad de los aceites esenciales permite una rápida penetración de los mismos en el cuerpo y su acción solo ataca los gérmenes nocivos, no arrasa con los que benefician al organismo. Claro está que si el paciente no sustituye los malos hábitos de vida como fumar o ingerir grasa o licor en exceso, el tratamiento pierde su fuerza".

Perfume de diván

Hay aromas que, evidentemente, transportan la mente a memorias placenteras o traumáticas. En ese contexto trabaja lo que Sanz trae a colación como la psicoaromaterapia. "Se emplea la aromaterapia para atender procesos mentales", comenta. "En este tipo de tratamiento, el paciente entra a un consultorio como si asistiese a una sesión de psicoterapia. La diferencia es que se emplean los aceites esenciales que penetran en su subconsciente, para evocar episodios que fueron cerrados. El proceso es, obviamente, subjetivo, no hay fórmulas fijas; hay quien rechaza un aroma porque le recuerda un episodio desafortunado, mientras que, en otro individuo, ese mismo aroma puede estar asociado a un hecho sumamente placentero. El objetivo es trabajar procesos mentales a partir de esa reacción psicológica que provoca la esencia, siempre al ritmo que decida ir cada quien, sin forzar el asunto".