En su carrera de periodista, Luis Prados ha visto helicópteros Blackhawk volar los cielos de Bagdad y de Torreón. Ha visto soldados armados patrullar las calles de Kabul y Gómez Palacio. Y concluye que en la Comarca Lagunera el despliegue de fuerzas de seguridad es "una gigantesca coreografía del fracaso".
Esa es la impresión que el corresponsal en México del diario español El País se lleva de la respuesta de las autoridades a los grupos criminales en La Laguna, donde la violencia ha aumentado pese a constantes operativos de seguridad.
Prados califica a La Laguna como "el pariente pobre" de la violencia en México por la poca atención que ha recibido en comparación con otras zonas del país.
Desde su llegada a México desde hace más de un año, Prados ha publicado varios informes de la violencia en La Laguna, pero no había pisado la región hasta esta semana, cuando decidió hacer un reportaje que hoy se publica en las páginas del diario de habla hispana de mayor circulación.
El periodista español compartió con El Siglo de Torreón sus impresiones de la Comarca Lagunera.
¿Qué es lo que más te llamó la atención de estos días en La Laguna?
El abandono político de las autoridades federales y estatales en la Comarca. Es como el pariente pobre de la violencia en México. Es una sensación que he recogido.
¿En qué sentido?
Es una situación muy grave en que la sociedad está atrapada en una orgía de violencia desde hace años, pero ha tenido mucho menos cobertura mediática, se le ha prestado menos atención que otros focos rojos como Ciudad Juárez, Tamaulipas, Nuevo León. Aún siendo una zona industrial importante para la vida de México no está en primer plano.
El problema de la información en los medios nacionales es que dan el parte de guerra: ocho muertos tres decapitados, dos balaceras. Pero falta todo el contexto. Mi deseo de venir es ver ese contexto, que aquí hay más de un millón de personas viviendo en una situación insostenible.
Llevas más de un año en México. ¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste hablar de La Laguna?
La primera vez fue cuando tuvieron el atentado aquí en el periódico.
En noviembre de 2011. Y desde entonces La Laguna ha estado presente en la cobertura que hace El País de la violencia en México. ¿Qué fue lo que finalmente te hizo venir?
El querer entender qué está pasando en este sitio que consideraba que estaba siendo olvidado y lo he comprobado. Hay una desconexión entre el nivel de violencia y la poca influencia en la agenda nacional.
Platicaste con autoridades, activistas, periodistas. ¿Qué te llevas de la Comarca?
El sentimiento de la sociedad civil es de gente desalentada, que no ve el final del túnel, que no ve las cosas mejores en el corto plazo. Por parte de las autoridades, creo que hay gente que quiere hacer cosas, pero la descoordinación entre los niveles de gobierno mata a todos.
Tienen razón, tanto el alcalde de Torreón, como la alcaldesa de Gómez Palacio, que si no se tiene un punto de vista integral de la Comarca no se puede sacar a la población adelante. Como dice el alcalde (Eduardo) Olmos, los únicos que tienen perspectiva regional son los narcos y eso es terrible.
En esa descoordinación, tienen la fatalidad de ser dos estados, no sé cuántas policías diferentes, una falta de coordinación inconcebible desde mi punto de vista extranjero.
Esto produce la sensación que tengo del desastre de la violencia por parte de las autoridades es una gigantesca coreografía del fracaso. Helicópteros Blackhawks, patrullas de siete policías diferentes, esto, lo otro. Pero no pasa nada, es una coreografía sin resultados.
Como extranjero te puedes dar cuenta de varios absurdos que vivimos y no nos damos cuenta. ¿Te dio la impresión de que nos estamos acostumbrando?
Claro, pero eso ocurre en todas las situaciones donde la sociedad es rehén de la violencia. Ha pasado en otros lugares de Europa donde había terrorismo y la sociedad civil, ¿qué armas tiene, qué puede hacer?
Tiene que trabajar, tiene que ganarse la vida, llevar los niños al colegio. No se puede pedir que toda la sociedad esté formada por héroes. Es normal que pase esto.
¿Qué piensas de que en el mes y medio de Peña Nieto se sacó de la agenda el tema de la violencia?
Acabo de leer que Peña Nieto en su visita a Durango dijo que ha prometido resultados a mediano plazo. Creo que han pasado muy pocos días desde su toma de protesta como para no darle un voto de confianza.
Desde el punto de vista político ha hecho algo inteligente, que es ampliar el discurso, dejar de hablar de guerra. Ha cambiado el discurso, se replantean el problema, lo que falta es empezar a ver los resultados. Vamos a verlo.
Tu visita coincide con la transmisión que hizo Carlos Loret de su noticiero, que se enfocó en la violencia de La Laguna. ¿Qué impacto crees que tiene este tipo de atención en los tomadores de decisiones para que cambien la forma en que abordan el problema de La Laguna?
Esperas que alguien se lo tome en serio. Yo creo que poniendo el foco sobre la Comarca las autoridades federales y estatales vean que hay un problema que no se puede ocultar, olvidar. Hay un problema muy serio y la Comarca se ha convertido en la zona más peligrosa del país. Y lo que esperas es que se actúe.
¿La Laguna es para Peña lo que Juárez fue para Calderón?
Podría convertirse en eso. No me atrevo a decirlo.
¿Cómo lees el impacto de las redes sociales? Han tomado papel protagónico ante la ausencia de mensajes oficiales.
Tiene un pro y un contra. Un pro porque a veces son salvavidas ciudadano de advertencia del peligro. Para los periodistas es muy útil saber por dónde van los tiros. Pero el contra es que es una generación de rumores inverificables que genera un estado de pánico.
De la realidad comprobada a lo que se va leyendo en Twitter hay una diferencia grandísima. El otro día en Twitter había un carro con cadáveres dentro, tres balaceras. Horas después lo único cierto es que había un muerto.
¿Qué tipo de historias te llevas?
Creo que los dos alcaldes (de Torreón y Gómez Palacio) tienen un relato. Luchan con medios escasos contra un problema que los rebasa. Creo que la alcaldesa de Gómez Palacio ha sido abandonada a su suerte.
Creo que hay un relato en los cerros del poniente, todas esas viviendas miserables patrulladas por el Blackhawk que parece que estás en Gaza.
Hay un relato en las víctimas, en los jóvenes. Que la mayoría de los muertos en esta guerra son adolescentes pobres. Me gustaría contar cuál es la infantería de esta pinche guerra, que son chavitos de 14 años.
Y luego la prensa, los reporteros en la línea del frente, donde a veces no se sabe quién es el enemigo.
Ver el reportaje de El País sobre la lagunaEL PAÍS
La guerra interna del narcotráfico ensangrienta el norte de México
Luis Prados, Torreón
Extractos del reportaje
"Código Rojo en el Norte de México". La versión electrónica está en www.elpais.es
LA GUERRA
Nadie estaba preparado para una ola de violencia que ha alterado las rutinas de los vecinos -apenas existe vida nocturna, no se toca el claxon, no se mira a los vehículos de los lados…- y hasta el lenguaje de los niños -"anoche hubo un descuarti cerca de mi casa"-.
La Comarca Lagunera se siente abandonada por las autoridades estatales y federales, atrapada en una guerra que, lejos del supuesto glamour mafioso de novelas y películas, libran con horrenda saña centenares de adolescentes pobres.
PAISAJE
Desde los cerros de Poniente se domina la ciudad. En sus pendientes, en un desierto de basura, chatarra y escombros, brota un laberinto de chabolas, santuario de miseria y desolación. "Aquí no se empezó a entrar de noche hasta que llegó el Ejército. Nos costó conocer su geografía", dice el teniente (Adelaido Flores).
Un intimidante helicóptero Blackhawk sobrevuela los cerros. Falta una hora para poder decir que ha trascurrido un día sin una sola muerte violenta. La tregua más larga en Torreón desde 2007 fue entre el 1 y el 9 de noviembre de 2010, nueve días seguidos sin un código rojo.
LA MUERTE
El Hospital Universitario es el destino final de los heridos y muertos del crimen organizado. La morgue del hospital tiene capacidad para seis cuerpos, pero hay días, como dice su director, que parece "zona de guerra". "Hemos llegado a tener 20 cadáveres y los tenemos que dejar en el piso. Si alguno llega descompuesto, el mal olor se extiende por el hospital y hasta por las cuadras vecinas", dice el director, Enrique Serna.
La funeraria Flores no queda lejos. Trabaja las 24 horas. Sus seis empleados recogen los cadáveres con que la violencia riega las calles. "Vamos con miedo, solos en la madrugada, sin protección. Muchas veces están desmembrados o sólo se encuentran las puras cabezas. A algunos les ponen un palo en la espalda y alambre alrededor del cuello y les hacen un torniquete. Ya he visto todo lo que se le puede hacer a un cuerpo humano", dice uno de ellos.
"Armar el rompecabezas", coser los cuerpos para que estén presentables para la familia puede llevar más de cuatro horas de trabajo, aunque empieza a ponerse de moda la incineración. Ya no hay velatorios públicos. Suponen demasiado riesgo.
Entrevista. Luis Prados, periodista español del diario El País, visitó las instalaciones de El Siglo de Torreón en donde compartió sus impresiones del problema de la inseguridad en la región.
