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Jacobo Zarzar Gidi

POR AMOR A LA VIDA

Hace cuatro años, los españoles -Antonio Crespo y Blanca Ferrero, esperaban su séptimo hijo. A los tres meses de embarazo los médicos diagnosticaron que la criatura -una niña- sufría graves malformaciones cerebrales y que por lo tanto era necesario abortarla. A pesar de que se le auguraba a la madre un parto complicado, ella quiso que naciera. Los médicos insistieron afirmando: "que no tenía formados los huesos del cráneo y que por lo tanto 'el producto' era incompatible con la vida". El cirujano que atendió a la madre en los alumbramientos anteriores, ahora se negaba rotundamente a asistirla, -diciendo-: "Lo podemos eliminar, ¿por qué lo quieres tener?".

Según la legislación actual de España, se autoriza el aborto en este caso concreto. Pero, la madre afirmó: "Si por cualquiera de mis hijos lucharía, con más razón por esta niña que viene a la vida con problemas". Su madre quería que la vieran como a un ser humano, no como un desecho. "Si puedo, quiero verla" -añadió. Cuando nació, un sacerdote que esperaba fuera del quirófano la condujo de inmediato a la capilla del sanatorio para bautizarla y confirmarla. Pesaba dos kilos. La madre de la pequeña había dicho: "No quiero que la vean como a un estorbo, ella es un ser humano, que merece cariño y respeto". Cuando las enfermeras se la llevaron para que la conociera, durante breves minutos la tomó entre sus brazos, le hizo sentir todo el amor que guardaba en su corazón para ella, y le dijo: "Hija mía, ¡qué guapa eres!".

Debido a que la pareja admiró y quiso mucho a Juan Pablo II, la bautizaron con el nombre de Carola (Cuando el Santo Padre vivía, en una reunión con jóvenes, él preguntó a una adolescente: ¿Cómo se llamaba? Ella contestó: "Me llamo Carola", y él le dijo: "Te llamas como yo").

La pequeña sólo vivió unos cuantos minutos. Los hijos de la pareja nunca habían visitado un cementerio, pero todos ellos suplicaron a sus progenitores que les permitieran despedir a su hermanita. Y así lo hicieron, con serenidad y paz, acompañados de su padre. Cada uno de ellos le dio un beso en la frente a la niñita, y la despidieron con una sentida oración. Gracias a su fe, ellos están convencidos de que la volverán a ver algún día en la Vida Eterna. ¡No tienen la menor duda!

Durante estos años que han transcurrido, Carola es para la pareja de católicos comprometidos, una hija más. Al principio, la mamá cayó en una gran depresión preguntándose una y otra vez: ¿Por qué yo, Señor?, hasta el día en que la más pequeña de las hijas -con lágrimas en los ojos le dijo: "Mamá, ¿cuándo vas a dejar de llorar?". En esos momentos se dio cuenta que mientras más huía del sufrimiento, más sufría, y que debía reaccionar por el amor que también merecía el resto de su familia. El dolor de perder a un hijo jamás desaparece, pero sí podemos sacarle provecho espiritual ofreciéndoselo a Dios Nuestro Señor para que ayude a otras personas que en estos momentos están sufriendo más que nosotros.

En Los Ángeles, California, el actor y productor mexicano Eduardo Verástegui acude periódicamente a una de las clínicas donde legalmente practican abortos en esta ciudad, para tratar de disuadir a las personas interesadas en interrumpir su embarazo. El productor de la película "Bella", se unió a las docenas de activistas "pro-vida" que tratan de conseguir el mismo objetivo en este lugar y dar apoyo con "La Fundación Manto de Guadalupe". Verástegui trata de llamar la atención de las mujeres que llegan a las clínicas, pero la mayoría lo ignoran. En ocasiones, hasta recibe amenazas de muerte de los acompañantes de las pacientes que las dejaron embarazadas y que lo único que desean es "acabar con el problema", pero ni siquiera eso lo desanima para continuar con su apostolado; al contrario, lo impulsa a seguir trabajando con mayor entusiasmo para salvar de la muerte a los más desprotegidos de este mundo. La vida de esos niños es sagrada, le pertenece a Dios, y por eso no podemos atentar contra ella.

Cierto día, Verástegui habló con una joven guatemalteca llamada Karen que se bajó de un taxi para deshacerse de la criatura que llevaba en el vientre. Le ofreció una mano amiga y logró desviarla de su ruta que es la puerta que conduce a una clínica de aborto. Sin levantar la mirada, Karen acepta un poco desconcertada. Sube a la camioneta del actor y ve el video titulado "Dura realidad", que ofrece estadísticas sobre el aborto entre los hispanos de los Estados Unidos. Durante largos minutos Karen toma conciencia de lo que iba a hacer, y al bajar del vehículo anuncia con lágrimas en los ojos: "¡No voy a abortar!". Esas palabras iluminan los rostros de un grupo de activistas que esperaban y rezaban para escucharlas, y al unísono gritan: "¡Gracias a Dios!". "Esto es un milagro del Señor. Te admiro. Estoy muy orgulloso de ti, Karen, porque yo te puedo decir 40 mil cosas, pero la decisión final la tomaste tú", -le dice Verástegui a Karen-, quien parece volver a la vida. La confundida joven guatemalteca cuenta que no sabía qué hacer ni a quién recurrir antes de encontrarse con los activistas sociales. "Ahora estoy feliz. Gracias a Dios hoy me encontré con esta gente buena que me ayudó a pensar y valorar la vida. De verdad ahora soy otra". "Me siento mucho mejor, sé que enfrentaré a mi madre a quien no le quería decir de mi embarazo, pero eso tiene remedio. ¡Voy a tener a mi hijo… lo voy a tener!".

"Te prometo que nunca estarás sola, que en 'La Fundación Manto de Guadalupe' siempre encontrarás una mano amiga" -le expresa el actor. Y añade: "Dios no desampara a la gente, dale las gracias a Él, porque Él es quien me mueve a mí a estar aquí, Él es quien nos inspira a todos nosotros". Verástegui comentó que no hay un apostolado más grande, más bonito y más noble para él, que ser la voz de aquéllos que no se pueden defender. Verástegui sabe que el aborto es un crimen, y por lo tanto se une a todos esos valientes soldados que tratan de hablar con las mujeres, muchas de ellas jovencitas, que llegan a esa calle para abortar. "En esas clínicas abortivas no les dicen muchas cosas, como por ejemplo, que después de tener un aborto, aparece el síndrome post-aborto, y muchas de ellas intentan suicidarse".

Eduardo Verástegui acaba de anunciar que abrirá una clínica "pro-vida" en la misma avenida en la que ahora se encuentran nueve clínicas de aborto. Todos tenemos una misión, lo importante es descubrirla a tiempo y llevarla a cabo lo más pronto posible.

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