Jean Cusset, ateo con excepción de cuando escucha música de Bach, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y declaró:
-Creemos que somos dueños de las cosas que tenemos, pero en verdad ellas nos poseen. Somos sus cuidadores; debemos limpiarlas, protegerlas. Estamos a su servicio.
Dio Cusset un nuevo sorbo a su martini y prosiguió:
-No hemos de apegarnos tanto a nuestras cosas. Después de todo al final de la vida no nos llevaremos nada. Jamás he visto un cortejo fúnebre en el que atrás de la carroza vaya un camión de mudanzas.
Así dijo Jean Cusset, y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...