A diferencia de lo que se ha creído popularmente, un paciente sometido a la hipnosis no se deja caer en manos del terapeuta –o del maestro, en las versiones mágicas de esta práctica– sino que es totalmente consciente de la información que está manejando. INGIMAGE
La memoria es uno de los grandes misterios de la psicología, por lo que no cesan los intentos por acercarse a ella. Algunos profesionales aseguran que la mente humana es capaz de almacenar todos los recuerdos de su vida, aunque damos prioridad a unos sobre otros y establecemos una determinada jerarquía. Con ella, sea desde la perspectiva emocional o cognitiva, podemos acceder a todo lo que tenemos en la mente y usarlo para aprender o tomar decisiones a partir de las experiencias que recordamos.
En el caso de que todo recuerdo exista en el desván de nuestra memoria, muchos especialistas creen que es posible recuperar cualquier información almacenada. Estos momentos a veces se colocan en la punta de nuestra lengua, es decir, sabemos que podemos recordarlos pero no sabemos dónde. En otros casos, no somos conscientes de los objetos que guardamos en la cabeza y somos capaces de olvidar grandes temporadas que pueden abarcar años.
Es en estos últimos casos sobre los que trabaja una de las ramas de la hipnoterapia, que también tiene usos terapéuticos relacionados con determinadas fobias o enfermedades. En el caso de la memoria, los que creen en los efectos de la hipnosis consideran que cuando un sujeto entra en un estado de trance, gracias a una relajación total del cuerpo que consigue un profesional, un sujeto es capaz de llevar a cabo comportamientos que normalmente no practicaría, lo que implicaría conectar con partes de la mente ocultas en la vida cotidiana.
Para los terapeutas que trabajan a partir de la hipnosis, esta es una manera de comunicarse con un paciente por otras vías que las tradicionales, pero es una manera de conectar con unas vivencias que un paciente puede estar bloqueando inconscientemente. La hipnosis consigue que el paciente disminuya su control y mecanismos de defensa sobre determinados pasajes de su pasado, en este caso, pero también de sus miedos o de sus opiniones en caso de otro tipo de terapias. El terapeuta consigue por lo tanto comunicarse con un paciente totalmente conectado y volcado sobre sí mismo aunque con capacidad para controlar lo que cuentan.
A diferencia de lo que se ha creído popularmente, un paciente sometido a la hipnosis no se deja caer en manos del terapeuta –o del maestro, en las versiones mágicas de esta práctica– sino que es totalmente consciente de la información que está manejando. Lo que sí sucede es que al relajarse y desinhibirse consigue también abrir sus pensamientos sin sentirse apesadumbrado por ello, lo que supone la diferencia fundamental con otras terapias en las que el paciente se encuentra 100% consciente.
