El Señor llamó a las frutas y les dijo que podían pedirle algún deseo.
Dijo la manzana:
-Házme más roja.
Pidió el durazno:
-Haz que mi piel sea más aterciopelada.
Solicitó la ciruela:
-Quiero ser más dulce.
Y la pera:
-Me gustaría que acentuaras mis redondeces.
La granada, mansa y humilde, le pidió:
-Cámbiame de nombre.
¡Hasta mañana!...