Origen raro tienen las palabras.
Tomemos por ejemplo el caso de la palabra "ipsi", que sirve para nombrar un pez que se cría en el lago Titicaca.
Originalmente se llamaba "ispi", voz aimara, pero por una metátesis o transposición de letras quedó en "ipsi".
Lo mismo sucedió con el vocablo "murciélago": deberíamos decir "murciégalo", pues en su origen significa ratón ciego. Su Majestad el uso, sin embargo, terminó por imponer el cambio.
El buen Dios hizo a los murciélagos para que los ratones puedan tener ángeles. Quizá aquel pececillo le pidió al Señor que le cambiara el nombre: "ipsi" se oye mejor que "ispi". Y ya se sabe que el Señor ama a sus criaturas. Les da ángeles y música.
¡Hasta mañana!...