Mi madre no es moderna y le gusta ver películas mexicanas viejas en la tele, pero se emocionó con la nueva del 007 y fue al estreno de Skyfall.
“Ay, es que las de James Bond sí me gustan (me confesó) aunque el actor nuevo ese no, yopreferíaal otro, aRoger Moore o al guapo, ¿cómo se llama, Laura? (Le grita a mi hermana), ¡ese! Pierce Brosnan. Pero esta es entretenida y salen unos paisajes preciosos (en lo que se fijan las madres). Y el ‘malo’ también está muy bien, hasta eso”.
Yo, que cada día me parezco más a mi madre, también moría por verla, sobre todo porque el villano es Javier Bardem y yo, simplemente, lo amo. Según yo, que soy la peor crítica de cine, según algunos lectores de esta columna, es el mejor actor de todos. Tiene un carisma que te mueres, no es el clásico guapo de siempre, es inteligente, camaleónico y alivianado.
Así que madre e hija estábamos en el cine a la misma hora. Bueno con las dos horas de diferencia entre su ciudad y el DF, pero unidas por el sentimiento hacia Bardem y por la tecnología (operada por mis hermanas que ayudaban a mensajearnos para comentar la cinta). Así es la vida, ¿no? Nunca sabes por dónde se van a estrechar los lazos. La autora de mis días es muy simpática y se toma muy en serio todo lo que le digo. El otro día le pregunté: “¿te gustaría que volviera a casarme?”. Y contestó que depende con quién. Entonces cuando le dije que con Javier Bardem (jajaja), me soltó con su tono de ‘regaño’ de madre: “ay sí, ¿y dónde lo vas a conocer, o qué?”.
Lo que mi progenitora no sabe es que no quiero conocer al español nunca. Never. Jamáis. Mai. Nie. Porque ¿y si nos caemos mal?, ¿si me mal mira? ¿si no es un hombre increíble? ¡A mí se me cae la ilusión al suelo y no la levantamos!
Pero es un hombre que me domina cinematográficamente hablando y me arrastro a donde él mande (ay qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte).
Por ejemplo, en Skyfall me volví malísima y quise matar a todos en la pantalla, hasta los que salieron en los ‘cortos’. En Sin Lugar Para los Débiles, ¡peor! (una de mis favoritas). Luego con Vicky Cristina Barcelona hasta me puse a analizar los pros y contras de los tríos. Lo vi en Mar Adentro y me entraron ganas de tener un amigo moribundo a quien ayudar a morir y también aprendí a escribir con el palito. Lo experta que me hice en el manejo de las sillas de ruedas con Carne Trémula o cuando me morí en Antes que Anochezca. Javier dijo “nos vamos a morir” y yo, que le creo todo, ya le quería organizar funeral en Gayosso y todo. Es lo que pasa cuando un actor es tan bueno y tú estás medio loca.
Y así con Los Fantasmas de Goya, Los Lunes al Sol, Comer, Rezar, Amar, Biutiful. aunque en esta última lo que se me antojaba era aventar cosas de lo mala que era. Como verán, si Bardem me dice “ven”, lo dejo todo y me voy al cine. A ver si con lo anterior se me quita un poco la fama de insensible. Tengo mi corazoncito, deveras.Aunque, claro, veo a otro como Daniel Craig y no me calienta ni el sol. Uy, lo insípido que es.
Por cierto, cada día es más cómodo ir al cine. ¿Se han fijado? Compras tus boletos por teléfono, la variedad de comidas va en aumento, los asientos son cada vez más confortables (¡para la persona y para el refresco! Ja).Aunque por poco se me hace tarde para ver al soso de Craig porque me tocó enfrente de la fila un señor que tardó 20 minutos en escoger sus asientos. Oye, ni que te fueras a quedar a vivir ahí. No te preguntaron si querías morir en un avionazo o ahogado. Sólo tenías que escoger entre la fila “C” y la “D”. ¡Decídete hombre!.
