Llega el viajero a Zacatecas, joyel de maravillas, y se hospeda en el Mesón de Jobito, uno de los más bellos alojamientos que en México se pueden encontrar.
Va a la pequeña tienda del hotel, llena de artesanías y arte, y mira ahí una pequeña imagen de la Virgen. El peregrino se conmueve al verla. María aparece con las señas de su embarazo, tan divino, tan humano. Tiene una mano sobre el corazón y la otra sobre el vientre, custodia que guarda al Hijo que pronto nacerá. La imagen muestra su nombre en la peana: se llama Nuestra Señora de la Dulce Espera.
Ahora la Madre está en la casa de quien, sin merecerlo, es igualmente su hijo. El viajero la mira, y sabe en su corazón que la Señora lo está esperando también a él.
¡Hasta mañana!...
