Yo creo en los milagros.
Los grandes milagros, debo decirlo, me ponen a dudar un poco. Eso de que se abran las aguas del mar, o se
detenga el Sol, o que al toque de una trompeta bélica se derrumbe la muralla que defiende a una ciudad, todo eso lo tomo con reservas.
Sin ninguna reserva, en cambio, creo en los milagros que ni siquiera sabemos ver como milagros. La salida
del sol... El aire que respiro... Las estrellas que brillan en el cielo y no caen sobre mí... En esos milagros creo.
Y creo, sobre todo, en ese milagro que es el pan de cada día.
Para reconocer tan gran prodigio hoy brillará en mi casa la luz de una pequeña vela.
Es mi manera de agradecer el mayor de todos los milagros: el que se llama vida.
¡Hasta mañana!...