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Psicólogo - Psicoterapeuta Manuel Francisco Cervantes Mijares

Cada vez se vuelve más común saber de gente que acude a consulta psicológica. No obstante, todavía hay quienes escuchan hablar de Psicología y de inmediato relacionan esta palabra con la locura. Cambiar esa errada visión puede traernos grandes beneficios.

Por décadas, hemos sido testigos o quizá partícipes de escenas como la siguiente: una persona comenta que se siente deprimido o fuera de sí, alguien le sugiere pedir ayuda a un psicólogo y el individuo exclama con tono ofendido: “¿Un psicólogo? ¡Ni que estuviera loco!”.

Creer que la Psicología fue creada para atender locos es una percepción equivocada que afortunadamente empieza a quedar atrás, pero aún hace falta difundir más información al respecto. Conocer lo que esta parte de la Filosofía puede hacer por nosotros, nos permitirá replantearnos la posibilidad de buscar orientación psicológica siempre que la necesitemos, en lugar de dejarla descartada o como último recurso, y en su lugar conservar un malestar que sin duda perjudicará nuestra vida.

LO QUE REALMENTE ES

Muchos creen que el trabajo del psicólogo no es más que dar consejos basados en el sentido común. Sin embargo, como ciencia la Psicología utiliza métodos sistematizados para observar, describir, predecir y explicar el comportamiento. Y esos métodos no son casuales ni producto del sentido común. Por el contrario, son generados por un riguroso proceso que mantiene la producción del conocimiento nuevo para la evolución de los grupos humanos y de la tecnología.

La Psicología se encarga de estudiar la conducta humana y también los procesos mentales, difíciles de definir debido a que no se pueden observar en su totalidad; nos referimos por ejemplo a los pensamientos, los sentimientos y la motivación que orienta nuestros actos, todo lo cual se experimenta en forma privada e individual.

Dicho de otro modo, esta ciencia intenta dar respuesta a preguntas que la gente se ha hecho durante todas las épocas de la Historia, y lo va haciendo con evidencias generadas en trabajos de investigación. Algunas de esas interrogantes son: ¿cómo aprendemos? ¿Qué es la memoria y cómo funciona? ¿Tenemos control consciente sobre nuestro comportamiento o a este lo determinan factores inconscientes? ¿Por qué hay sujetos que tienen éxito y otros no? ¿Qué nos hace ser inteligentes? ¿Los sueños tienen sentido, vale la pena tratar de entenderlos? ¿A qué se debe que algunos niños imiten la conducta de sus padres y otros tiendan a ser diferentes? ¿Somos capaces de aprender a ser felices y/o más optimistas? ¿Cómo podemos desarrollar un estilo de vida más sano? ¿Las personas pueden cambiar?

SIEMPRE AYUDA, A VECES URGE

La Psicología es una ciencia joven, tiene alrededor de 150 años; pese a esa juventud, sus contribuciones han sido muy importantes para entender nuestra naturaleza y ayudar a superar los problemas inherentes a ella.

Quien la ejerce es el psicólogo, un profesionista experto en la conducta humana, que ha aprendido la metodología que lo faculta para apoyar los procesos de cambio a nivel intrapersonal e interpersonal.

En dado momento, todos llegamos a sentir el impulso de acudir a alguien que nos aconseje para comprender mejor lo que sucede en nuestras vidas, ya sea a partir de un evento específico o simplemente porque sentimos la intención de tener más claros nuestros objetivos. En cualquiera de esos casos, un psicólogo puede brindarnos orientación.

Por otra parte, existen situaciones específicas en las que consultar al psicólogo es recomendable. Entre ellas, las siguientes:

-Si tenemos una persistente sensación de tristeza, apatía y/o vacío, acompañada de la idea de que la vida no vale nada.

-Cuando todo se percibe como negativo, amenazante, o se tienen sentimientos de incomprensión, de soledad.

-Si experimentamos reacciones impulsivas y/o pérdida de nuestro control emocional, de manera que ello afecta algún área de nuestra vida.

-Si asumimos que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.

-Si tenemos adicción al tabaco, al alcohol, a las apuestas, a las compras, a las drogas psicotrópicas, al sexo.

-Si vivimos obsesionados con la posibilidad de padecer enfermedades graves o contagiarnos de ellas.

-Cuando los niveles de estrés que experimentamos se manifiestan con síntomas permanentes de tipo físico, como cefaleas, ansiedad, dolores de espalda, cuello, colitis, fatiga, insomnio, hostilidad.

-Cuando sentimos resentimientos que no hemos podido procesar y éstos afectan nuestra calidad de vida.

-Cuando a raíz de la pérdida de un ser querido enfrentamos un duelo no elaborado, acompañado de manifestaciones depresivas.

-Si en algún momento hemos sufrido abuso sexual, emocional y/o físico.

-Cuando atravesamos por conflictos familiares y/o de pareja que nos abruman o nos hacen sentir incapaces de resolverlos.

-Cuando vivimos un rompimiento con alguien muy cercano, por ejemplo tratándose de un divorcio o del fin de un noviazgo duradero.

-Cuando experimentamos alguna dificultad que nos impide llevar una vida sexual satisfactoria.

Todas estas situaciones, y muchas más, requieren definitivamente del auxilio profesional que nos puede brindar la Psicología. Es preciso que comprendamos que se trata de condiciones que el sentido común y la voluntad propia no curarán de forma automática, se necesita de una metodología y de un entrenamiento adecuado para resolver estos problemas.

Es fundamental tener presente asimismo que lo ideal es no esperar a sentirnos muy mal para buscar ayuda. Ante cualquiera de los ejemplos mencionados, es deseable que la atención sea lo más inmediata posible, pues sólo así se evitará que dichas condiciones se conviertan en situaciones crónicas y más difíciles de atender.

DESECHE LOS PREJUICIOS

En nuestro país existen numerosos psicólogos con formación académica y ética, capaces de guiarnos en la superación de conflictos. Es importante que si usted va a consultar a un especialista, se cerciore de que éste cuenta con la certificación y el entrenamiento necesarios en la materia.

Solicitar los servicios de un profesional de la Psicología nunca significará que el paciente está loco o es débil por no poder controlarse, ni que cada vez que desee salir de sus dificultades va a depender de otro. Todas estas ideas son mitos que en lugar de ayudar perjudican más a quien podría beneficiarse de los recursos que la Psicología ofrece. Desechémoslos y más aún, evitemos repetirlos.

No hace falta esperar a que alguien más nos diga que necesitamos ir a un psicólogo. Veámoslo de esta manera: si nos duele una muela acudimos al dentista, si tenemos problemas de tipo respiratorio buscamos a un otorrinolaringólogo; para cada malestar del cuerpo pedimos apoyo a un especialista. ¿Por qué entonces no hacerlo cuando lo que está en juego es nuestra salud mental, y por lo tanto nuestra integridad personal, laboral y familiar?

www.prodehum.edu.mx

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