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Los floreros

SERGIO AGUAYO

¿Cuáles son los límites que tienen el periodismo y el análisis independiente? Con esa pregunta reviso el conflicto de Joaquín Vargas de MVS con el gobierno de Felipe Calderón.

El 15 de agosto Vargas explicó en rueda de prensa que el gobierno federal deseaba quitarle a MVS la concesión de banda ancha para seguir beneficiando a Televisa. En una parte de la narrativa, sacó las tripas del escandaloso despido, en febrero de 2011, de Carmen Aristegui de MVS. En esa fecha Carmen preguntó al aire sobre "un supuesto problema de alcoholismo del presidente Felipe Calderón". Vargas reveló que había recibido una llamada de Alejandra Sota, coordinadora de Comunicación Social de la Presidencia de la República, "quien me exigió una disculpa pública por parte de la periodista". Para no molestarla, el texto que la periodista debía leer fue redactado en Los Pinos.

Carmen se negó y reivindicó la legitimidad de la pregunta; MVS optó por despedirla, pero ante la fortísima reacción de la opinión pública los Vargas reconsideraron su acción. MVS y Carmen empezaron a negociar el regreso y, según Vargas, el entonces secretario Javier Lozano le dijo: "si recontratas a la periodista, a tu proyecto se lo lleva la chingada". Pese a la amenaza, los Vargas reinstalaron a Carmen y su equipo de colaboradores.

Este relato enfureció a Los Pinos y el mismo 15 de agosto respondió con un iracundo comunicado negando "categóricamente cualquier participación en la salida de Carmen Aristegui de MVS" y acusando a Vargas de "calumniar, difamar, tergiversar y engañar, con el simple objetivo de alcanzar sus metas económicas". Por su parte, Lozano lanzó un comentario ponzoñoso: MVS reclutó a Aristegui para hacer contrapeso a Televisa, y utilizarla como "moneda de cambio".

Bajo el autoritarismo de épocas pasadas había límites y los veteranos aconsejaban a los recién llegados que había tres zonas vedadas a la crítica: el señor Presidente, las fuerzas armadas y la Virgen de Guadalupe. En los otros temas cada quien tenía que averiguar las fronteras. En la actualidad la opinión navega entre los intereses y sensibilidades de gobernantes, empresarios y delincuentes.

Es un terreno resbaladizo que se transforma en tiempo, espacio y circunstancias. Cada medio establece sus criterios y hay una tensión que puede ser creativa o destructiva. En el lapso que llevo en el programa de Carmen en MVS (participo en la Mesa Política de los lunes) he gozado a plenitud mi libertad de expresión. Sin embargo, sé que las radiodifusoras son concesiones otorgadas por el gobierno y eso las hace vulnerables, lo cual permite que los colaboradores quedemos en una posición igual a la de un florero, cuyo lugar depende del choque de intereses entre empresas y gobierno.

Con la evidencia pública disponible comparto la explicación dada por Joaquín Vargas: los panistas en Los Pinos se han comportado como vasallos de Televisa, y fuentes bien informadas me confirman que las 20 horas semanales del programa que conduce Carmen Aristegui frecuentemente irritan al gobierno federal y a Televisa, que cada que puede la descalifica o la ignora. Es sintomático que en el actual conflicto entre los Vargas y la presidencia los noticieros de la televisora hayan guardado silencio sobre el tema del noticiero de MVS.

Desde una perspectiva más amplia suscribo la interpretación dada por Jorge Zepeda Patterson en su texto publicado en El Universal el 19 de agosto: el ataque contra MVS es un "favor del presidente saliente al presidente entrante. Para Enrique Peña Nieto habría sido muy caro en términos políticos quitarle a Vargas su concesión porque habría sido visto como un operador de Televisa. Calderón le ofrece este regalo al final de su administración como parte de una estrategia para galvanizar su seguridad jurídica y política en el siguiente sexenio".

Estamos ante un caso paradigmático de las crecientes limitaciones que enfrenta en todo el país la libertad de expresión. Uno esperaría que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se hubiera interesado de oficio en el caso para dar una opinión dada su condición de organismo público encargado de tutelar derechos. Su indiferente silencio es otro síntoma de la indefensión del periodismo independiente ante los embates de funcionarios, empresarios o criminales.

Hay indicios de que el gobierno de Peña Nieto intentará modular lo que el público debe escuchar o leer. Esa rama del priismo lo ha hecho en el Estado de México, Veracruz y otros estados y es legítimo anticipar que buscarán hacerlo en caso de que sea ratificada la victoria de Peña Nieto.

La independencia sobrevive gracias al respaldo de aquellos sectores de la sociedad que consideran útil escuchar voces con información y puntos de vista alternativos. Cuando ese respaldo falla es más fácil el despido de las voces incómodas. Si este texto fuera una fábula, la moraleja sería: las voces independientes existen y persisten cuando la sociedad así lo decide.

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Colaboró Paulina Arriaga Carrasco

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