Como todos ya todos sabemos uno de los jugadores más importantes de futbol ganador de la medalla de oro se llama Oribe Peralta y es propiedad (hablando en términos de futbol) de los campeones del futbol mexicano guerreros del Santos Laguna.
También es conocido por usted mi estimado lector que esta columna tiende a escribir principalmente sobre aspectos psicológicos y no futbolísticos que para eso existen en La Laguna expertos y no tan expertos, hasta incluso algunos aficionados que con dos caguamas en el estómago se sienten capaces de poner una alineación idónea, cuando en su casa no pueden ni cambiar un foco del baño.
El tema que me gustaría abordar, o como dicen ahora los chicos nice, los issues, es el aspecto psicológico y cultural del jugador. Sabemos que el número 24 del Santos Laguna es oriundo de La Partida, muchos pensarán que algunos de nosotros hemos ido a ese lugar sobre todo cuando nos corren del empleo, o nuestra esposa se enoja y tiende a partirnos algo cercano a la progenitora. Pero La Partida es un lugar cercano a la ciudad de Torreón, que no estaba o figuraba en el mapa hasta que este gran jugador la incluyó en la cartografía lagunera y más aún de la República Mexicana.
Pero es aquí donde viene la cuestión importante, parece que en la Ciudad de México donde se supone se sabe o se conoce más de futbol, se abocan más horas o minutos a hablar del Chicharito o de los cambios que hace el Piojo Herrera o si el Cruz Azul por fin ganará un campeonato, o además si el León es una fiera como lo pintan.
Pareciera que hubiera un poco de favoritismo hacia ciertos jugadores o equipos en los que el negocio del dinero dentro del futbol redituaría más, es decir, si el Chícharo o el América o algunos jugadores del Chivas su promotor gana más dinero, sería un negocio redondo, incluso tomando en cuenta las características físicas, que si éste es güerito, que si éste está bonito, o aquel promociona los productos de nutrición de Vergara.
Me parece como lagunero y en primer lugar como ser humano que trabaja día a día con las emociones, no dejar de lado los atributos muy encomiables de Oribe, es sencillo, comprometido, buen compañero, competitivo, y capaz de brindar a los mexicanos, sobre todo a los jóvenes y niños un modelo de identificación sano y congruente como la niñez de nuestro país, no solamente necesita, sino que le urge.
Hablar de que el parecido físico de Peralta con Brad Pitt es lo importante es menospreciar las características internas del ser humano que son las valiosas, privilegiando modelos norteamericanos u occidentales que centran el valor de una persona en su estatura, color de piel, origen e incluso su capacidad para ser fotogénicos. ¡Qué lastima! Parece, desde mi humilde punto de vista que habría que valorar la mentalidad entre otras cosas de este ser humano, que le preguntan al final del partido semifinal contra Japón si se había cumplido el objetivo con asegurar la medalla de palta, a lo que él contesto: "Venimos por la medalla de oro" ¡Eso! Así se habla, y no sólo lo dijo cuando se estaba en la final del torneo olímpico, sino además en la final anterior en la que el Santos con 10 hombres la mayor parte de los dos juegos, él aseguraba que la intención era ganar el campeonato.
Espero no sonar como el comentarista de televisión que se quiere casar con el jugador, pero sí quiero hacer una atenta invitación a los jóvenes principalmente de nuestro país que vean que sí se puede, con un poco de valor, entusiasmo y sobre todo compromiso y capacidad se pueden lograr los objetivos, y que no se necesita ser guapo, rubio de ojos azules para conquistar los sueños que en un individuo se puedan gestar, ya que los verdaderos sueños y objetivos duraderos y que hacen un mejor ser humano, son los que se producen desde el interior y no desde lo que los comerciales de televisión necesitan.
¿No lo cree?
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