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Un divo del futbol

GILBERTO SERNA

Vayamos al ejido La Partida. Él es un joven con piernas de oro, convertido en ídolo de futbol gracias a su intuición natural para golpear el balón. Nos hace gritar de júbilo en un espontáneo alarido cada vez que anota goles. Nació para eso, para mandar con gran tino la pelota hasta el fondo de las redes. Es una verdadera estrella del balompié, el muchacho que empezó a jugar en canchas de tierra, con dos piedras delimitando lo que era el dintel de una improvisada portería. Junto a la chiquillada de su barrio jugaba una cascarita imaginando que era un estadio abarrotado de gente. En realidad no era otra cosa que una polvorienta calle, perdida en ese gran panal de ejidos que es la Comarca Lagunera. Era un sueño, pero ¿por qué no?, algún día jugaría en una cancha verdadera. Demostraría a propios y extraños que tiene madera para codearse con jugadores consagrados no sólo de su patria sino también de otras latitudes. Verlo jugar es un deleite por su picardía, su talento y su versatilidad. Lo mismo hace goles con los pies que con la testa. Y por si fuera poco, goza de ese don divino de la sencillez.

La armó en grande en pasado campeonato de liga cuando perdía su equipo el Santos en juego por la corona a escasos minutos del final en que los hinchas empezaban a abandonar sus asientos y salir del estadio previendo que la ventaja de dos goles que llevaban los contrarios eran suficientes para estimar que todo estaba perdido, pues consideraron casi imposible remontar tal marcador, (quizá los aficionados recordaban lo que dijo Augusto en su lecho de muerte: acta est fabula. En el teatro antiguo se anunciaba así el final de la representación. Los sainetes españoles suelen terminar con estos versos u otros análogos: Aquí concluye el sainete, perdonad sus muchas faltas). Vucetich y su equipo de rayados ya arañaba la victoria sintiendo suyo el trofeo de campeón. No contaban con que la destreza de Oribe lograría realizar lo increíble: dos anotaciones de ensueño, una detrás de otra que hizo desbordar la algarabía en las tribunas, con algo que parecía un milagro desatando la emoción en los aficionados.

¿Cuáles eran los pensamientos de un niño de once años?, la pobreza lo atenazaba, pero él era dichoso, lo que al final de cuentas es la verdadera felicidad, cuando no piensas que el mundo pueda ser diferente a lo que te rodea. Los ahuehuetes que cual centinelas majestuosos se levantaban a las orillas del río Nazas cuyas ramas le servían de trampolines para aventarse sin medir el peligro que encerraban sus turbulentas aguas. Ya entonces se ocupaba en parchar las ponchaduras que así fue como se hizo amigo de las de gajos y éstas le correspondieron tomando el rumbo que éste les daba chutando con la parte interior del pie o con el empeine. (Chutar, patear la pelota en el futbol soccer; Alfonso Reyes, Anecdotario). Ese es el secreto de Oribe Peralta, las pelotas hacen lo que él quiere sin rezongarle. Trae consigo en sus pies la magia de Edson Arantes do Nascimento, (que jugó en el Santos) y a su vez, el hechizo de Diego Armando Maradona al que en el Boca Junior se le pegaban los balones a los zapatos. Su biografía lo dice todo: la familia Peralta Morones nació sin dinero, pero les sobraba ternura y amor.

Está en ciudad Lerdo, en la apacible y risueña Ciudad Jardín, el centro de estudios de futbol conocido como el Cesifut, Centro de Sinergia Futbolística. El que sin lugar a dudas es el centro de detección y formación de talentos más importante, no sólo de México, sino de América Latina. Las instalaciones con que cuenta Cesifut son verdaderamente impresionantes. Ahí se está haciendo un buen trabajo, no sólo para formar jugadores sino para formar personas de buenos principios gracias a la dirección del ingeniero Salvador Necochea, un visionario del futbol quien se ha preocupado por los jóvenes laguneros. Ahí, en ese centro se forjó Oribe Peralta como futbolista, aunque el temple y la garra los traía consigo desde su nacimiento. Debemos coincidir en que Oribe es un garbanzo de a libra que merece ser distinguido como un ejemplo de juventud. En fin, estos difíciles días en que los jóvenes atraviesan situaciones adversas que bien puede conducirlos a perderse en caminos indeseables, brilla con luz propia la conducta ejemplar de Oribe, a quien no nos cansaríamos de aplaudir como un divo del balompié, pero más que eso como una buena persona.

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