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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Astasio llegó a su casa y sorprendió a su esposa en magreo con un toroso mocetón. (El verbo "magrear" es equivalente del ya desusado "pichonear", y significa sobar, manosear lascivamente a alguien). Colgó don Astasio del perchero su bufanda, su saco y su sombrero, y luego se dirigió al chifonier donde guardaba una libreta en la cual anotaba palabras expiativas para decirlas a su mujer en tales ocasiones. Fue hacia ella y le espetó: "¡Magalla!". La señora no suspendió su cachondeo. Le preguntó al marido: "Dime qué quiere decir esa palabra, para saber si debo ofenderme o no". Le informó don Astasio: "El término 'magalla' sirve para designar a una prostituta. Se emplea en Honduras". "No nos metamos en ellas -replicó doña Facilisa, que tal es el nombre de la fornicaria-. Como ves, no se ha consumado el trance erótico, de modo que sólo a medias tienes derecho a reclamar. Si quieres tener completo ese derecho regresa en unos 10 minutos, cuando seguramente habremos terminado ya el foreplay o acción preparatoria". En ese punto intervino el mozalbete: "Creo que lo terminaremos antes -dijo-. A mí ya me anda". "Le ruego, joven, que guarde silencio -amonestó don Astasio al imprudente joven-. Estos momentos no son los indicados para especular acerca de la mayor o menor duración de algo". "También yo te pido que calles, muchacho -adunó doña Facilisa-. Facta, non verba. Hechos, no palabras". El mancebo se apenó, y prometió ya no abrir la boca sino para lo absolutamente necesario. "Entonces -dijo don Astasio-, con permiso". Y así diciendo se retiró del cuarto. Nada como la discreción, flor de las más preciadas entre las que exornan el grato pensil de la cortesía y la civilidad... En tratándose de la compraventa de votos yo creo en la compra, pero no en la venta. No dudo que haya quien compre votos. Se pueden conseguir utilizando varios medios: a través de tarjetas, como ha hecho el PRI; ofreciendo oportunos conciertos en el Zócalo con estrellas mundiales -Justin Bieber, Paul McCartney-, a la manera de Marcelo Ebrard; otorgando pensiones de éstas y de las otras, o permitiendo que el ambulantaje invadiera el centro histórico de la Ciudad de México, según hizo López Obrador. Nada hacen los políticos que no sea para llegar al poder o mantenerse en él, y a fin de lograr eso deben allegarse sufragios en una u otra forma. La existencia de la compra de votos es asunto fuera de discusión. De lo que no estoy seguro es de la venta. AMLO mismo me hizo dudar de la eficacia electoral de la compraventa de sufragios cuando recomendó a sus seguidores que aceptaran dádivas de los otros partidos a cambio de su voto, pero que a la hora de votar votaran -je je- por él. Dicho de otra manera, el tabasqueño aconsejaba a sus seguidores incurrir en dos inmoralidades: primero aceptar el pago de su voto, y luego no entregar la mercancía. ¿Votaron según lo convenido aquellos que aceptaron los regalos ofrecidos por el PRI, o los recibieron y luego votaron por el López Obrador, según sus instrucciones? Imposible saberlo. De ahí que resulte inane el argumento de la compra de votos como alegato para demandar la invalidez de la elección presidencial. Hay una expresión popular de mucha hondura, referida al que en algún momento llega a estar en absoluta soledad, sin otra presencia que la de sí mismo y su conciencia. Esa expresión es: "Solo y su alma". Pues bien: así, solo y su alma, está tras la mampara el ciudadano en el momento de emitir su voto. Nadie sabe por quién votó. Creo que ni siquiera Diosito, pues el Señor es persona muy ocupada para andar en estas cosas, y seguramente no le interesa ser observador electoral. ¿Cómo probar entonces que en verdad un elector vendió su voto, o que 19 millones lo vendieron? Tengo la certidumbre de que cuando López Obrador está solo y su alma reconoce la imposibilidad de probar sus argumentaciones. A pesar de eso insiste en que se declare inválida la elección. Está en su derecho, y ciertamente es encomiable que hasta ahora haya llevado su impugnación por los cauces legales. De AMLO, sin embargo, se puede esperar todo. Y no lo digo yo: lo dicen sus pasadas acciones. Si el fallo definitivo de la autoridad electoral le es desfavorable, y aun así se mantiene en el pacifismo y apego a la legalidad que ha proclamado, López Obrador podrá servir a la causa de la izquierda aprovechando el liderazgo que ha adquirido. De otra manera nuevamente se hará daño a sí mismo, hará daño a la izquierda, y -lo más grave de todo- dañará al País... FIN.

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