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Una intervención norteamericana en La Laguna: Lew Wallace en 1867 (SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)

Durante su estancia en Coahuila y en los alrededores de la Comarca Lagunera,Wallace disfrutó de la generosa hospitalidad del liberal generalb Andrés Viesca, quien fungía como Gobernador del Estado. (Colección particular)

Durante su estancia en Coahuila y en los alrededores de la Comarca Lagunera,Wallace disfrutó de la generosa hospitalidad del liberal generalb Andrés Viesca, quien fungía como Gobernador del Estado. (Colección particular)

ENRIQUE SADA SANDOVAL

Una vez en la capital del país del norte fueron recibidos primero por el Secretario de Relaciones William H. Seward y luego por el Presidente Johnson. Como resultado de dichas conferencias y dados los antecedentes el General Ulyses Grant extendía su carta de recomendación a nombre de Caravajal como "General del ejército liberal de México y Gobernador del Estado de Tamaulipas" con fecha del 16 de junio de 1865 para el General Philip Sheridan, encargado de enviar armas, municiones, dinero y soldados norteamericanos a México. El precio a pagar por la generosa ayuda quedaría estimado en 50 millones de pesos a cambio de los estados de Tamaulipas y San Luís, más la construcción de una vía de ferrocarril doble que partiría de Matamoros hasta el puerto de Mazatlán con la inmediata ocupación de dichos estados remitida "solo a colonos blancos" según remarcaba excluyente el Tratado Carvajal-Corlies en octubre de 1865. Como punto intermedio de acopio de armas,hombres y municiones, quedaba el Estado de Coahuila siendo Andrés Viesca el encargado militar para estos efectos. Seguramente durante estos movimientos constantes fue que Wallace entró contacto personal con Viesca y trabó si no amistad al menos si la confianza suficiente, como veremos posteriormente. Durante su estancia itinerante en el estado de Coahuila,hospedado seguramente en la misma casa ubicada en la acera sur de la de Calle Martín Torres en donde Viesca hospedara a su amigo Valentín Gómez Farías(en tránsito para recibir órdenes respecto a Texas en la Logia Anfictiónica de Nueva Orleáns) en 1835, el novelista con casaca llegó a manifestar lontananza por sus viejos compañeros de armas que le acompañaron cuando debutó como invasor por primera vez. Ahora, veinte años después volvía a repetir el mismo oficio pero con mayores expectativas que en aquella ocasión y la posibilidad de ejercer un papel protagónico en este nuevo drama puesto que ahora tendría la opción de permanecer en México como dueño de aquellos parajes que lo mismo podían remitirle a las llanuras fértiles de Parras y Arteaga que al inmenso desierto que se extendía desde la antigua Laguna hasta Chihuahua, como el mismo relataría en un revista.

Sin embargo, los sueños de Wallace empezarían a verse truncados irónicamente en la misma medida que el apoyo norteamericano se iba extendiendo en favor de los republicanos a lo largo del país. En carta fechada desde el Paso el 1 de abril de 1866, Juárez felicitaba al General Viesca por la batalla de Santa Isabel en Parras, pero lamentaba mucho que no se hubiera concretado el negocio de la "hipoteca" de territorio nacional con los estados de Tamaulipas y San Luís Potosí ante los Estados Unidos: "Los correos hagan corrida por el camino que usó Negrete. El préstamo de Estados Unidos, da ya pocas esperanzas, sin embargo de las ilusiones de Carvajal, que cada ocho días me dice que todo va bien". Lo anterior constituía un duro golpe para la facción liberal debido a que era la segunda ocasión en que trataban de vender infructuosamente los territorios mencionados tal y como se proponía inicialmente desde el Tratado Carvajal-Woodhouse con la West Virginia Mining Company por 30 millones de pesos en aquella primera ocasión. En este caso al parecer tanto Carvajal como Wallace estaban involucrados no solo en la venta de estos dos Estados para seguir recibiendo el apoyo militar de la Casa Blanca sino también como negocio personal puesto que llegaron a imprimir bonos en inglés para norteamericanos, respaldados en las extensas regiones que comprenden dichas provincias junto con sus minas,afluentes y demás recursos. Sin embargo, la rivalidad entre Matías Romero como enviado oficial en Washington con Carvajal empezó a minar la influencia del segundo en tanto el primero iba ganando mayor reconocimiento,una vez que la firma de dicho tratado fue desechada por instancias del mismo Seward. La razón era muy simple: el Secretario de Estado preveía lo oneroso que sería la ocupación de estos territorios o de la totalidad de México en términos económicos y militares, además de lo desagradable que sería incorporar como nuevos ciudadanos de la Unión Americana a los mexicanos a quienes consideraba "raza mezclada" y "menos que salvajes".

Si el veterano del Primer Regimiento de Voluntarios de Indiana abrazaba para si solo la idea de cosechar nuevos laureles en territorio mexicano, dicho anhelo se vio radicalmente revertido como posibilidad al momento en que no pudiendo Grant ni Sheridan tomar la jefatura directa de las fuerzas intervencionistas en México(su labor era más necesaria para asegurar los envíos de hombres y municiones desde el interior de su país hasta la aduana de Matamoros) asumiera esta posición nada menos que el General William Sherman, quien a la postre se encargaría de suplir y entrenar al General Mariano Escobedo desde Monterrey hasta la toma del Convento de las Capuchinas en Querétaro. Y así, en el mismo sentido que Wallace quedaba supeditado a Sherman, Viesca quedaba desprovisto también del libre manejo de sus fuerzas ante Escobedo,pese a sus quejas elevadas ante Juárez.

Para finales de Mayo la estrella de Carvajal se había apagado y Wallace recibió órdenes de su gobierno para ponerse a disposición de Matías Romero a la brevedad posible. Entre tanto, el autor de Ben Hur se confortaba recorriendo los alrededores de Monterrey, Saltillo,Parras y demás sitios ya disfrutando del sabor del mezcal recién destilado o los dulces vinos de tradición peninsular que en ambos casos sustituían perfectamente la falta de whiskey a la que sus connacionales aún no se adaptaban del todo. Disfrutando de la cortesía que le brindara el General Viesca, fungiéndo en pleno como Gobernador de Coahuila en 1867, el militar escritor siguió viendo en buena medida como el fruto de sus esfuerzos y el de su gobierno alcanzaban su culmen cuando el 15 de mayo, tras resistir el asedio de artilleros norteamericanos, la plaza de Querétaro fue entregada a traición mediante el soborno extendido por Escobedo al imperialista Miguel López. El sueño imperial mexicano había terminado, y como trofeo el discípulo de Sherman recibió la espada de Maximiliano I en tanto un soldado norteamericano tomaría para sí como trofeo personal nada menos que el miralejos del infortunado Emperador. La noticia habría sabido a gloria para el veterano militar-escritor de no haber recibido el día anterior una muy mala noticia:la absoluta negativa por parte de Matías Romero para pagarle siquiera los 100 mil pesos en oro que Juárez y Carvajal le habían prometido dos años atrás.

Poco después del asesinato de Maximiliano en el Cerro de las Campanas, Wallace siguió intentando tensar la cuerda por ambos extremos, es decir, por el lado del régimen republicano tanto como por el de su propio gobierno,sin quedarle más opción que el emprender la retirada a su país no sin antes seguir gozando de las atenciones generosas del Gobernador Viesca, quien le equipó lo suficiente con una buena comitiva y protección para que en octubre de ese mismo año atravesara el enorme tramo que hay desde la Comarca Lagunera hasta Chihuahua, hospedándose en las ruinas de lo que en su momento fuera la antigua y próspera Hacienda de Hornos,propiedad arrebatada al difunto imperialista Leonardo Zuloaga, y protagonizando incluso una épica cacería de búfalos en las inmediaciones de la Laguna del Mayrán. Una vez reinstalado en su país junto con sus familiares, Wallace continuó insistiendo ante el gobierno republicano respecto al adeudo de los 100 mil pesos oro prometidos, mismos que al menos hasta el 4 de Mayo de 1868 seguían siendo una cuestión en disputa.

Siete años después de sus incursiones pro juaristas en México, el veterano de dos intervenciones mencionaba a sus compañeros veteranos de la primera invasión sobre lo apetecible que había sido siempre para ellos ese territorio tan extenso como lleno de variedad y de riqueza en tanto se refería a los mexicanos como "grasientos" (greasers) citándoles un ejemplo a sus nacionales. No era para menos: la intervención de Wallace,al igual que la de Sherman, Sheridan, Grant y otros tantos por orden de la Casa Blanca en favor de la facción republicana entre 1865 y 1867 no era por empatía a una causa, ni siquiera a las mismas instituciones, sino en el mismo espíritu que la invasión de 1847 y la intervención de Anton Lizardo en 1859: en contra de cualquier intento de grandeza y autonomía en México que supusiera un freno a la expansión de su país.

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De regreso a su país en 1867Wallace protagonizó una épica cacería de búfalos en laComarcaLagunera cercade la antigua Haciendade Hornos.
De regreso a su país en 1867Wallace protagonizó una épica cacería de búfalos en laComarcaLagunera cercade la antigua Haciendade Hornos.
Tocaría al General William Sherman en vez de a Wallace, como jefe intervencionista, dirigir y preparar a Mariano Escobedo desde Nuevo León hasta la toma de Querétaro.
Tocaría al General William Sherman en vez de a Wallace, como jefe intervencionista, dirigir y preparar a Mariano Escobedo desde Nuevo León hasta la toma de Querétaro.

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