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A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Hace algunos meses un buen amigo tuvo el privilegio de viajar a Brasil. Es un privilegio por varias razones, desde luego se trata de un país fascinante que tiene en su territorio ni más ni menos que al pulmón más grande del planeta: la amazonia. Pero también tendríamos que considerar una razón práctica inevitable, el costo de un viaje a cualquier parte del mencionado país es simple y llanamente prohibitivo. De manera que si se viaja por motivos de trabajo y nos pagan los pasajes y los viáticos pues es un verdadero privilegio.

Mi amigo estuvo trabajando en una ciudad llamada Curitiba, la cual es la capital del estado de Paraná, al sur del Brasil. Se trata de una ciudad con gran desarrollo industrial y con una población de aproximadamente dos millones de habitantes. A su regreso venía gratamente impresionado de lo que alcanzó a ver durante sus paseos cortos, "en todos lados se separaba la basura y existía una gran superficie en el centro de la ciudad en donde no podían circular automóviles, había muchísimas áreas verdes intercaladas entre bellísimos edificios, el aire era limpio y la mayor parte de las calles tenían árboles alineados a los lados de la misma, era verdaderamente desestresante caminar por estas calles".

Efectivamente, Curitiba es un ejemplo que representa a una de las ciudades más habitables y sostenibles ambientalmente del mundo. Es considerada como una ciudad-modelo, que se conoce como la capital ecológica del Brasil. Las innovadoras soluciones aplicadas desde 1963 en el planeamiento de la ciudad, evitaron el crecimiento y desparramamiento urbano. Por otro lado, se enfocó a ordenar y privilegiar el transporte público en lugar del automóvil, logrando lo que para muchos es el mejor sistema de autobuses del mundo. De acuerdo con algunos datos consultados, cada día se transporta por toda la ciudad, sobre carriles rápidos para los autobuses, a aproximadamente un 70 % de los dos millones de personas. Además, las ciclovías para bicicletas recorren la mayor parte de la ciudad y como mencioné antes, existen grandes áreas, aproximadamente 50 manzanas, en el centro de la ciudad por donde los peatones pueden caminar sin el riesgo de ser atropellados por algún automóvil. La red de caminos en estas manzanas se conecta con las paradas de los autobuses y con las ciclovías de las bicicletas.

Una de las políticas de crecimiento inteligente, que le ha dado gran resultado a la ciudad de Curitiba, es la de sólo permitir la construcción de edificios altos de apartamentos sobre las principales rutas de autobús y cada edificio dedica los dos primeros pisos a tiendas, lo cual reduce a los residentes la necesidad de transportarse o viajar.

Con todas estas actividades se ha logrado disminuir el consumo de energía por persona, se ha reducido la contaminación del aire incluyendo las emisiones de gases de efecto de invernadero, y muchos menos embotellamientos.

La ciudad cuenta además con un programa de reforestación bien establecido, alrededor de 1.5 millones de árboles han sido plantados y para cortarse uno es necesario pedir permiso y comprometerse a plantar dos. Todo esto lo realizan grupos de voluntarios.

Se han alcanzado cifras récord en el reciclamiento de papel, 70%, y de su metal, vidrio y plástico, 60%. La separación de la basura inicia en los hogares, la cual es recolectada tres veces por semana. Un aspecto aún más importante en esta actividad es el destino de los materiales recuperados, las más de 500 industrias grandes de Curitiba pagan por ellos.

La ciudad de Curitiba forma parte de un país en desarrollo como el nuestro. ¿Cuál puede ser la diferencia entonces, que permitió que Curitiba se desarrollara y que otras ciudades, incluso del mismo Brasil, no lo hicieran? Dos cosas seguramente están relacionadas con la respuesta: el nivel educativo de los habitantes, el 95% sabe leer, el 83% tiene al menos secundaria y todos los niños estudian ecología en sus escuelas. Y quizá el más importante, un líder al que se le atribuye el modelo de ciudad, el arquitecto y profesor universitario Jaime Lerner, que ha sido tres veces alcalde desde 1969.

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